Luna Miguel: «Hay hombres que piensan que estoy disponible para todo porque hablo de sexo y relaciones abiertas»
Pionera en usar las redes sociales como cantera de autores, edita para una generación de lectoras sin miedo.
Escritora, editora y periodista, Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990) pasa los días rodeada de libros, propios y ajenos. Acaba de salir la segunda tanda de títulos que ha editado junto a Antonio J. Rodríguez para el sello Caballo de Troya. Con ella se consolida su figura de descubridora de voces noveles que ponen sobre la palestra de la literatura nuevos temas que están agitando la sociedad actual. Refugiada de la lluvia en la librería La Central de El Raval de Barcelona, nos habla de trabajo, deseo, feminismo, proyectos futuros e incluso de un hipotético MeToo en la industria editorial española.
En su último libro, El coloquio de las perras, cita la frase de la escritora Cristina Morales sobre la necesidad de acabar con «el escritor macho», ¿a quién se refiere?
Cada vez lo describo de una manera, pero creo que es alguien que no es capaz de leer a los demás sin competitividad. Posiblemente tenga además muchísimos más prejuicios con todo lo que esté escrito por mujeres o por personas LGTBI y es capaz incluso de acosar. Tampoco suele reconocer sus privilegios o sus errores.
¿Y cómo va el tema?
La mayoría de los escritores, de mi edad o más jóvenes, con los que me relaciono o me he podido relacionar con Caballo de Troya tiene otra sensibilidad. El peso de las mujeres en sus bibliotecas es mucho más grande, las leen de manera mucho más natural y los debates de género ya están incluidos en sus lecturas y en sus ideas propias como autores. Confío en una generación sin ese tipo de figuras «macho».
Los trabajos de esos autores emergentes a los que ha coeditado en Caballo de Troya también han generado reacciones virulentas. ¿Cómo se las toman?
Ya han nacido con las redes sociales mucho más asimiladas y saben bien cómo capear a todos esos trolls. Aunque evidentemente les afectarán las críticas, se lo toman mucho más a la ligera y defienden sus ideas a capa y espada. No se dejan llevar por tonterías y defienden a sus compañeros, y si hay que hacerlo con un poco de humor y mala leche como lo está haciendo por ejemplo Elisabeth Duval, pues bienvenido sea.
En relación con su trabajo como editora, también ha puesto en marcha un nuevo proyecto llamado Ecrirw. ¿De qué se trata?
Es un proyecto audiovisual que mezcla un poco cosas que hemos hecho anteriormente Antonio y yo. Hemos pedido a escritores de toda Europa que escriban en inglés, francés, castellano o catalán, que expliquen en una especie de videoselfis qué es para ellos la escritura. Son autores nacidos entre 1985 y 2000, como Olivia Sudjic, Ernesto Castro, Elisabeth Duval o Alexandra Dezzi, una rapera que se hizo famosa porque Houellebecq le prestó su casa para escribir allí su primera novela. Nos permitirá crear una especie de medio o algo así en redes sociales con la esperanza de convertirlo en un festival de literatura europea joven.
Está trabajando de nuevo en su libro El dedo, que originalmente se publicó como un ensayo sobre el onanismo editado solo en formato digital por Capitán Swing en 2016, ¿por qué lo retoma?
Mi editora de Lumen me dijo que le interesaba mucho y me preguntó si podría ir más allá. Y la verdad es que sí. En 2016 no incluí el placer de las mujeres trans o un montón de temas relacionados que hoy sí que están presentes. Gracias a las redes sociales hemos descubierto cosas de las que no se hablaba tan fácilmente hace cuatro años. Me obliga a incluir más voces de distintos lugares y de diferentes orientaciones. Parecía solo un ensayo sobre la masturbación, pero estoy llegando a muchas conclusiones sobre el placer, el deseo, el amor, el poliamor y las relaciones que también están hinchando un poco el libro. Se seguirá llamando El dedo, pero irá mucho más allá.
Por lo que escribe en sus redes sociales parece que esa investigación ha hecho que cambie su visión del amor romántico, un concepto tan cuestionado en la actualidad.
Llevo 11 años con mi pareja y estamos en un momento de transición en el que nos estamos planteando qué queremos. Para nosotros y para el futuro, ya que ahora parece que tenemos todo a lo que podría aspirar alguien que se enamora: vivimos juntos, tenemos un hijo en común, trabajamos juntos, nos queremos mucho. Pero al mismo tiempo también tenemos otras inquietudes y a veces incluso podemos enamorarnos de otra persona. Y eso es algo que parecía que no se podía tratar. Como parecía que no se podía hablar del aborto espontáneo y hoy tenemos a la escritora e ilustradora Paula Bonet y a un montón de mujeres contando sus experiencias. Hay pensadoras en nuestro idioma como Brigitte Vasallo o como Gabriela Wiener que nos están abriendo puertas a la hora de leer, explicar y practicar el amor.
Tanto en sus trabajos como en las redes sociales trata mucho el tema del sexo. ¿Le ha traído problemas? ¿Alguna vez se ha sentido hipersexualizada sin que fuese su intención?
Me ha pasado que gente, especialmente hombres, ha pensado que yo estoy disponible siempre para todo y para lo que sea porque hablo de sexo y relaciones abiertas. Cuando de eso no va. ¿Dónde está la empatía, dónde están los afectos, dónde están los cuidados? Esa es la parte que
me interesa, no la sexual. Follar todo el mundo folla, puedes irte a Tinder y follar con quien quieras, pero eso no es lo que a mí me atrae.
El reciente movimiento #MeTooEscritoresMexicanos en Twitter ha sido muy potente, ¿qué pasa en España? ¿No hay nada que denunciar?
En México yo creo que han sido las más jóvenes las que dieron el primer paso. Y lo bonito fue ver cómo escritoras ya mayores, como Margo Glantz, con sus 90 años, se unieron a su grito. Yo creo que en España las bases para hacerlo están. Conozco poetas de Madrid que están en un juicio contra un autor más o menos conocido, solo que se está llevando en secreto hasta que salga la resolución. Tengo la esperanza de que si ellas ganan se pueda empezar a hablar un poquito y se caigan algunas máscaras.
¿Cuándo tomó conciencia de ser feminista?
Me costó mucho y no porque no hubiese leído sobre el tema. Fue en 2017, cuando conocí a la periodista argentina Luciana Peker en el encuentro de periodistas de Huesca. Ella me dijo: «Vos sos feminista», y yo: «¿De verdad? ¿Seguro?». Llevábamos dos días hablando y me señaló que por mis ideas y lo que escribía, lo era. Me lo tuvo que confirmar alguien para que yo me lo creyera.
Desde el hito de la gran manifestación del 8-M de 2018, ¿hemos mejorado en algo realmente? ¿Qué progresos ha notado?
Sobre todo creo que se puede hablar de cosas de las que antes no se podía. Y hay una voluntad de no conformarse. Que tengamos una ministra de Igualdad que quiere hacer un montón de cosas no significa que esto se haya acabado aquí, sino que ahora hay que avanzar a pasos mucho más grandes.
¿Hacia dónde se dirige ahora su trabajo?
Voy a varias bandas. Estoy con Ecrirw y escribiendo mi segunda novela, muy poco a poco. Se llama Conejitos y trata sobre el deseo en la primera etapa de la maternidad. También estoy corrigiendo un poemario, titulado Poesía masculina, que es una especie de juego porque siempre me han dicho que mi poesía es muy femenina. Y con El dedo, que saldrá en septiembre o en octubre de 2020.
Fotografía: Cecilia Díaz Betz
Asistente de fotografía: Nahuel D’Angelo
Maquillaje y Peluquería: Equipo Colors-Up Escuela de Maquillaje
Agradecimientos: La Central del Raval. Carrer d’Elisabets 6, Barcelona. Tel: +34 900 802 109
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