La importancia del pacto: qué son una relación de pareja sana y una tóxica en el siglo XXI
En el caso de tener pareja, el éxito ya no está simplemente en saberse acompañado, sino en ser capaces de crear un vínculo de calidad. Cada vez le damos mayor peso a nuestra salud mental y huimos de aquello que entendemos como “tóxico”.
Tener pareja, para bien o para mal, ha sido uno de esos estándares que la mayoría quería alcanzar, como si fuera un signo de estatus o éxito social. Pero todo cambia. Ya no solo nos planteamos que estar solo no es una fase, sino una opción; también, en el caso de tener pareja, el éxito ya no está simplemente en saberse acompañado, sino en ser capaces de crear un vínculo de calidad. De tener una relación de pareja sana.
Este concepto, en realidad, podría extenderse a las amistades, a la familia o al entorno laboral. Cada vez le damos mayor peso a nuestra salud mental y huimos de aquello que entendemos como “tóxico” en las relaciones sociales. Aunque en pareja los mitos del amor romántico nos hacen la tarea algo más complicada.
De todo ello habla en redes la psicóloga María Esclapez, donde desmonta , con 319.000 seguidores, los estereotipos de pareja en vídeos de TikTok o programas de gran audiencia en televisión. Y es que, como ella explica, “siguen existiendo esos prejuicios basados en mitos del amor romántico. Todavía recibimos muchos estímulos que fomentan esta idea de relación tóxica, que se camufla como ‘romántica’, para que parezca deseable”.
Pese a ello, cada vez hay más personas que acuden a consulta precisamente porque son capaces de identificar si hay comportamientos tóxicos en su relación de pareja, para valorar si es posible trabajar en ellos, o si quizás es hora de buscar el amor en otro puerto. No hay que olvidar que, según la Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021 hubo 86.851 divorcios, un 12,5% más que en el año anterior.
¿Qué es una relación sana?
La cuestión es, ¿y qué entendemos por una relación sana en pleno siglo XXI? La receta que da María Esclapez, y en la que profundiza en su libro Me quiero, te quiero: Una guía para desarrollar relaciones sanas (y mejorar las que ya tienes)’ (Bruguera Tendencias) es sencilla: “Una relación tranquila, estable, sólida, construida. Es decir, que ha dedicado tiempo a establecer diálogos, a establecer espacios de comunicación, a generar confianza, respeto y, en definitiva, una relación cuyos miembros son un equipo no solo en las buenas, sino en las malas”. Y es que como defiende la experta, “una relación no es sana porque no haya conflictos, es sana porque los conflictos que se dan son una oportunidad para que la relación evolucione”. Aunque si tuviera que citar cuáles son los elementos más importantes, los resumiría en tres imprescindibles: confianza, respeto y comunicación. Esos serían la base para, como ella explica, “generar un ambiente, clima o contexto en el que poder sentirse seguro y tranquilo”. Algo que parece sencillo, pero que al final resulta que no lo es tanto. “La confianza no viene un día y se queda para siempre en la pareja, se trabaja día a día. Las relaciones requieren un esfuerzo, que supone trabajo diario, que no es lo mismo que un sacrificio”.
Un esfuerzo que parece que cada vez merece más la pena. Como se explica en las diferentes conclusiones del estudio La evolución de la pareja en España, de la Fundación BBVA y la Universidad de Málaga, “las personas quieren seguir emparejándose, pero de una forma diferente a la de generaciones anteriores”. Así, según este trabajo, “la ‘cultura del amor’ señala que sigue estando muy presente la ‘utopía del amor romántico’, pero coexistiendo con otros tipos de amor, como el amor individualista, el amor digital e incluso el llamado fastlove, que identifica al amor como un objeto de consumo”. Aunque dentro de toda esta diversidad señala un factor común y es “la importancia del pacto privado”. De esta forma, “los miembros de la pareja definen el tipo de relación que van a mantener, cuáles van a ser las normas de su privacidad y la existencia o no de ‘líneas rojas’ en la misma”.
Como insiste la misma Esclapez, “el concepto de relación socialmente es posible que haya sufrido algún cambio, antes quizás buscábamos más una relación tipo película de Hollywood y ahora buscamos más una relación real, aunque la realidad es que aún seguimos trabajando para conseguir deconstruir la idea del amor romántico”.
Identificar y trabajar en las ‘red flags’
La otra pregunta en cuestión es si todas las relaciones sanas se construyen solo desde el inicio, o si, como Esclapez titula en su libro, es posible trabajar en mejorar las relaciones que ya tenemos. Según la experta, dejando de lado casos de alarma claros, como son aquellos que puedan derivar en una relación de violencia psicológica o mental, para otros comportamientos tóxicos más comunes también es muy difícil hacer una valoración general, y señalar cuáles serían claramente unas red flags (banderas rojas), precisamente porque depende del pacto privado y de las circunstancias de cada pareja y cada persona. Sin embargo, sí que hay ciertas claves que es fundamental tener en cuenta. “Una parte importante es cuál es el comportamiento tóxico que has identificado y qué hay detrás (pensamientos, creencias, valores) para saber cómo se puede abordar”. El otro factor primordial es el tiempo que se lleva cayendo en esa dinámica tóxica. “Si lleva toda la vida y esos comportamientos se han ido retroalimentando y hay factores que los sostienen, es mucho más difícil, que si, por ejemplo, es el inicio de la relación y en equipo decidís empezar a trabajarlo”.
Por otra parte, y como todo en esta vida, nada puede hacerse si no hay una verdadera voluntad de cambio y esfuerzo para lograrlo. “Hay personas que quieren cambiarlo, pero no siempre es fácil, hay veces que les puede el impulso, hay mucho aprendizaje o hay una historia personal detrás que está condicionando ese comportamiento tóxico y que hace mucho más difícil cambiarlo. Ahí las probabilidades de éxito disminuyen” insiste la psicóloga.
Lo que siguen aprendiendo las nuevas generaciones
Precisamente, parece que el aprendizaje es lo que más nos cuesta. Porque los jóvenes, en esta sociedad cambiante y con gran impacto de las redes sociales, están más influenciados que anteriores generaciones por esas actitudes tóxicas y esos mitos que deberían haberse quedado en el siglo pasado.
Cabe recordar que el informe ¿Fuerte como papá? ¿Sensible como mamá? Identidades de género en la adolescencia, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado creado por la FAD (la Federación de Ayuda contra la Drogadicción) señalaba que, por ejemplo, un 52,6% de ellas cree que el varón debe proteger a la mujer, porcentaje que asciende al 67% en el caso de ellos. En la misma línea, el 29,3% de las chicas ve normal la existencia de los celos, frente al 35% de los chicos.
De hecho, según este trabajo, el 62,9% de los jóvenes de 14 a 19 años conoce a chicas que revisan el móvil de su novio, porcentaje del 58,6% en el caso de ellos. Sin embargo, son los chicos quienes dicen a sus novias con más frecuencia con quién pueden hablar.
Paralelo a todos estos comportamientos, también parece existir más concienciación a la hora de buscar ayuda o información en el caso de que una relación de pareja pueda ser no solo tóxica, sino peligrosa. Así, es reseñable el aumento de las llamadas al 016, que pasaron de 68.714 en 2019 a 87.3017 en 2022. En la línea, también hay una evolución del número de visitas por mes a la web de recursos de apoyo y prevención ante casos de violencia de género, que entre diciembre de 2020 a diciembre de 2021, pasaron de 1.161 a 2.271.
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