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De los cuernos con Tony Blair a las trampas de Rebekah Brooks: los secretos de ‘La dinastía de los Murdoch’

Con Tony Blair y Donald Trump como secundarios y los seis hijos de Rupert Murdoch en el centro de la acción, la serie de tres capítulos de Movistar + es un coctel perfecto de traiciones, dinero y fama.

Hasta qué punto Rupert Murdoch conserva a sus 89 años el título de “hacedor de reyes” volvió a quedar claro el primer día del largo recuento electoral en Estados Unidos, cuando Fox News, la cadena que es de su propiedad, adjudicó el estado de Arizona para los demócratas sin esperar a que estuvieran todas las papeletas contadas. Al parecer, Donald Trump enfureció y, según ha dicho el periodista Gabriel Sherman, de Vanity Fair, llamó personalmente a Murdoch para chillarle al teléfono. Si el todavía ocupante de la Casa Blanca creía que haría recular al hombre que tanto le ayudó a llegar al poder es que lo conoce poco y mal.

Movistar + acaba de estrenar La dinastía de los Murdoch, una serie documental de tres capítulos producida por la BBC que resume la trayectoria del australiano desde que heredó un modesto periódico regional de su padre, The News, de Adelaida, hasta que se convirtió en el temido multimillonario que es ahora, alguien capaz de apuntalar o desestabilizar gobiernos (cuando no de escoger presidentes o primeros ministros, como se argumenta en la serie) en los países más poderosos del mundo. Pero la serie distribuye generosamente su tiempo entre el patriarca del clan y su numerosa familia: su actual esposa, la modelo Jerry Hall, con la que se casó a los 85 años, sus ex mujeres, y sus seis hijos biológicos. Las comparaciones con la serie Succession, de la que siempre se ha dicho que se basaba en los Murdoch para imaginar a los ficticios Roy, no solo no se hacen esperar sino que el documental las busca sin mucho disimulo. En los créditos ya aparecen imágenes de vídeo doméstico de la familia en su casa de veraneo, igual que en la serie, la música ambiental es muy similar y la palabra “sucesión” está presente ya en el primer capítulo. Ahí se cuenta como en 1995, con Murdoch acercándose a la edad de jubilación, ya se hablaba de cuál de sus tres hijos con su segunda esposa, Anna Torv, sería el heredero del imperio, si la escogida sería la diligente Elizabeth, la más parecida a su padre, el carismático Lachlan, o el rebelde James. La hija mayor de Murdoch, Prudence, fruto de su primer matrimonio la azafata Patricia Brooker, nunca suele aparecer en las quinielas ni en las biografías.

Rupert y Anna Murdoch.
Rupert y Anna Murdoch.Dave M. Benett (Getty Images)

Pero a finales de los 90, ese guión a lo El rey Lear se torció y empezó a escribirse uno más propio de Dinastía. Entró en escena el que es sin duda el personaje más fascinante de la docuserie y de los últimos 20 años de imbroglio político-financiero, Wendi Deng. Murdoch conoció a la que sería su tercera esposa en 1997. La historia oficial dice que en una visita a Hong Kong le llamó la atención una ejecutiva novata que se atrevió a hacer una pregunta en una reunión de personal de Star TV, un canal propiedad de Murdoch en China. Un año más tarde, esa misma joven hizo de intérprete para el jefe en Shangai y Beijing. Meses después, Murdoch se divorciaba de Anna Torv, que había sido su esposa durante 31 años (Torv recibió más de mil millones de dólares de compensación) y, 17 días después se casaba con Deng en su yate, el  Morning Glory. El novio tenía 68, la novia 30.

En el primer capítulo de la serie aparecen imágenes de la boda, a la que asistieron unos 80 invitados. Deng, que suele contar en sus entrevistas que creció sufriendo los rigores del régimen comunista chino, de manera que la familia solo podía comer dumplings rellenos de carne una vez al mes, llevaba un vestido corto de seda y encaje del australiano Richard Tyles. La cantante Charlotte Church, que entonces tenía 13 años y era apodada “voz de ángel” cantó Pie Jesu tras el intercambio de anillos, una canción de funeral. Más tarde explicó que el propio Murdoch había solicitado su actuación y que lo ofrecieron dos formas de pago: o 100.000 dólares en su cuenta o cero dólares pero una cobertura favorable en todos sus medios. Sus agentes le recomendaron que escogiera la B.

Rupert Murdoch y Wendi Deng Murdoch en 2013.
Rupert Murdoch y Wendi Deng Murdoch en 2013.Getty (Getty Images)

Deng no tardó mucho en quedarse embarazada de su primera hija, Grace, nacida en 2001. Más tarde, en 2003, nacería la otra hija de la pareja, Chloe. La entrada en escena de Wendi hizo tomar posiciones a los hijos mayores. En la serie obviamente no han participado ninguno de los Murdoch pero sí hay declaraciones suyas de archivo, entre ellas unas de Elizabeth Murdoch a principios de milenio diciendo a cámara con cara de póker que ve a su padre muy feliz con su nueva mujer y que es natural que quiera tener hijos estando enamorado. Los dos hijos varones, en cambio, llevaron a su padre a cenar al restaurante Babbo de Nueva York para convencerle de que no se casase con Deng. Aportaron un dossier que aseguraba que la ejecutiva era una espía china, según publicó el año pasado The New York Times, dentro de un extensísimo reportaje sobre los tentáculos de News Corp, la empresa de Murdoch, que incluye los periódicos The Sun, The Times, The New York Post, los canales Sky y Fox y centenares de medios en todo el mundo anglófono, con una notoria excepción: Nueva Zelanda. Recientemente se ha dicho que el principal motivo de que el sistema político del país que dirige Jacinda Ardern sea mucho más estable y menos polarizado que el de la vecina Australia es precisamente la escasa influencia que tiene allí Murdoch.

Como bien saben Shakespeare y los guionistas de Succession, una familia multimillonaria y poderosa aporta drama y pathos, pero siempre harán falta personajes externos para desestabilizar aun más la trama. Aquí es cuando entran en escena las dos estrellas invitadas de la docuserie: Tony Blair y Rebekah Brooks. Blair causó estupor en su partido cuando en 1995 aceptó la invitación del empresario australiano para asistir a la convención de su empresa en la isla privada de Hayman, en las antípodas. John Prescott, laborista de la vieja guardia que terminaría siendo su vicepresidente, se lo afeó y su principal spin doctor, que también aparece en la serie, Alastair Campbell juzga todo el episodio como “raro de cojones”. Pero allí fue Blair, entonces un joven y ambicioso político que intuía que su partido que llevaba lejos del poder desde principios de los ochenta, no volvería a Downing Street si no era con el apoyo de Murdoch. Así fue. El empresario puso su imperio a trabajar para Blair y en contra de John Major a cambio de la promesa de que el Reino Unido no entraría nunca en el euro sin hacer antes un referéndum. Juntos, Murdoch y Blair cabalgaron el cambio de milenio afinando la mezcla de liberalismo económico y suave progresismo. Murdoch escogió a Blair como padrino de su hija Chloe –el bautizo de las dos hermanas se celebró a orillas del río Jordán y los otros padrinos fueron Nicole Kidman y Hugh Jackman, lo que lleva a preguntarse dónde estaba Kylie Minogue ese día–. Que esa relación tan fructífera entre el anciano magnate y el primer ministro se rompería por una nota de diario escrita por la mujer de uno de ellos (Deng) sobre el otro con las palabras “es tan encantador y su ropa es tan buena (…) Amo sus ojos azules y ver su poder sobre el escenario” es algo que parece poco digno de un showrunner de HBO, pero sucedió en la realidad en 2014. Parece generalmente aceptado, y así lo recogió el editor de un periódico australiano propiedad de News Corp en un libro sobre su jefe, que aquel año Murdoch descubrió que Blair y Deng habían tenido un romance y eso precipitó el fin de su matrimonio y de la alianza política más determinante que había tenido Murdoch hasta que decidió que poner a Donald Trump como presidente de Estados Unidos era una gran idea.

Rupert Murdoch y Rebekah Brooks en 2010.
Rupert Murdoch y Rebekah Brooks en 2010.Getty (PA Images via Getty Images)

La otra robaescenas de La dinastía Murdoch es Rebekah Brooks en el papel de hija postiza de Murdoch. Periodista ambiciosa y sin ningún tipo de dudas morales, uno de sus primeros hitos como reportera de tabloides fue colocar grabadoras en los floreros cuando tuvo una entrevista secreta con el amante de la princesa Diana, James Hewitt. Murdoch reconoció en ella la misma determinación y la misma ausencia de manías que ha definido su carrera y la convirtió en editora del periódico más trashy de su imperio, el desaparecido News of the World, con solo 31 años, y más tarde en la número uno del estratégico The Sun. Brooks, que consiguió ser amiga íntima de tres primeros ministros sucesivos (Blair, Gordon Brown y Cameron) tuvo que dimitir como CEO de News UK, el ala británica de News Corp, cuando se la acusó de hacer escuchas ilegales a todo el establishment británico (finalmente, un tribunal la declaró inocente) pero volvió al redil apenas un año más tarde, en 2015. Incluso sus enemigos más acérrimos le conceden un encanto devastador y unas habilidades sociales fuera de serie, de manera que a la ex periodista jamás se le ha ocurrido enfrentarse con los hijos del patriarca. Es amiga de James y Lachlan e íntima de Elizabeth. Con ella y con el marido de ésta, Matthew Freud (bisnieto de Sigmund), pasa fines de semana en el pueblo  de Chipping Norton, el Versalles de la élite británica.

NEW YORK, NY – 1989: Rupert Murdoch y su ex mujer Anna con sus hijos Lachlan Murdoch ,James Murdoch y Elisabeth Murdoch.
NEW YORK, NY – 1989: Rupert Murdoch y su ex mujer Anna con sus hijos Lachlan Murdoch ,James Murdoch y Elisabeth Murdoch.Getty (Getty Images)

¿Verían los Murdoch la docuserie sobre su familia, que se emitió en la BBC2 el pasado julio?, ¿se sentó el viejo Rupert junto a Jerry Hall en su casa de los Costwolds a ver cómo se despedazaba a su familia en tres capítulos? Es imposible no imaginarlo, igual que es fácil visualizar a Isabel II y Felipe de Edimburgo poniendo The Crown después de cenar. Si es así, seguro que le gustó el momento en que Nigel Farage, el político ultraderechista y líder del partido del Brexit comenta ante la cámara: “Le pregunté a Rupert si le parecía bien que hiciera esto”. ¿O alguien pensaba que Rupert Murdoch no estaba detrás controlando de alguna manera la teleserie sobre Rupert Murdoch?

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