Dónde comer y beber si vas a la Feria del Libro
Nos vamos de ruta para descubrir las mejores tapas y cañas próximas al famoso evento madrileño.
El Parque del Retiro se llena de libros desde el viernes 27 hasta el 12 de junio. La excusa perfecta para pasar un día (o varios) recorriendo las casetas, disfrutando del buen tiempo y llevándote a casa los mejores títulos. Pero, ¿dónde ir para descansar un rato y darse un homenaje gourmet? Estos son algunos de los mejores restaurantes donde retomar fuerzas y probar los platos (y las cañas) más apetecibles de la ciudad.
Atlántico. Casa de Petiscos (Avenida de Menéndez Pelayo, 11)
El cocinero gallego Pepe Solla, con una estrella Michelin por Casa Solla (Pontevedra), acaba de abrir este local. Tiene una decoración muy cuidada y cuenta con mesas en el exterior. Es la novedad sibarita del barrio y no hay que irse sin probar el tartar de vieiras con sopa picante de tomate o la galeguesa (hamburguesa de sabrosa carne gallega) con queso tetilla, grelos y lacón curado. Los bocadillos se pueden pedir por centímetros y para acompañar hay que beberse un rico albariño.
Casa Martín (Avenida de Menéndez Pelayo, 17)
Una taberna clásica fundada en 1940 y regentada por la tercera generación de la misma familia. Es uno de esos bonitos bares históricos de los que van quedando pocos y a los que gusta entrar para charlar con algún parroquiano mientras se toma una cerveza, bien tirada, y se disfruta de su tapa. Siempre hay un gran ambiente de gente tomando cañas en la puerta. Su tortilla tiene fans.
Arzábal (Avenida de Menéndez Pelayo, 13)
En su barra llama la atención el espacio dedicado al queso. Tienen español de Grazalema, francés Comté Marcel o Tilsiter de los Alpes suizos. De aperitivo ofrecen una mantequilla de Normandía que crea adicción. La croqueta de jamón ibérico y leche de oveja latxa (con la que se elabora el queso Idiazabal) quedó en segunda posición en el concurso de Madrid Fusión. Y el arroz con espárragos, setas y trufa no defrauda. De temporada tienen perrechicos y les acaban de llegar las piparras.
La Catapa (Menorca, 14)
Este restaurante especializado en raciones suele estar hasta arriba. Buen síntoma. Y cuando uno prueba las cocochas que preparan lo entiende todo. Las croquetas de trufa y boletus también son un acierto pero es que hay pocas cosas en la carta que no merezcan la pena. Sobre todo las que vienen del mar. Aconsejan bien los maridajes con vino.
La Tasquería (Duque de Sesto, 48)
Los amantes y detractores de la casquería se ponen de acuerdo a la hora de ensalzar el sabor de los platos de este lugar. Su chef, Javi Estévez, quiso poner de moda algo tan denostado como la casquería y lo está consiguiendo. Tanto que gracias a su innovadora propuesta recibió el último premio al cocinero revelación en Madrid Fusión. Los callos, la pata y el morro de ternera o las mollejas de cordero son imprescindibles. También los tarros de perdiz con manzana y morcilla con huevo. Y a quien le guste el embutido que pida el de lengua de ternera.
Carlos Tartiere (Menorca, 33)
¿Día de lluvia en la feria (que siempre cae) y nostalgia del norte? Entonces no hay nada mejor que acercarse a esta sidrería que teletransporta al cliente más allá del Negrón. La sidra bien escanciada y de calidad ameniza la barra que siempre está llena. Si se va con tiempo hay que ir a comer un arroz con bogavante o una fabada. La hacen estupenda. Y para rematar, un arroz con leche.
KultO (Ibiza, 4)
Ha llegado hace pocos meses desde Zahara de los Atunes y parece que ha tenido una buena acogida. Su ecléctica decoración llama la atención en el barrio pero gran parte de su éxito lo tiene gracias a su excelente producto estrella: el atún. Los tacos de atún o el satay son un buen ejemplo. Su cocina es de fusión aunque también homenajean la gastronomía popular con tapas como el mollete de pringá.
Casa Rafa (Narváez, 68)
Tiene fama de tener una de las mejores ensaladillas de la ciudad y unas gambas de calidad suprema. Pero como buena marisquería de la capital se paga. Es algo más señorial que los anteriores. No hay más que ver las chaquetillas blancas de sus camareros. Su barra es un lugar privilegiado para asistir a conversaciones de otra época.
Karaoke Central Park (Avenida de Menéndez Pelayo, 67)
Si entre risas y humo la tarde se ha ido y piensas que en este barrio solo se puede tapear estás equivocado. En este mítico karaoke, abierto desde los noventa, se puede tomar una copa y pegar algún alarido desde las seis y media de la tarde hasta altas horas de la madrugada. El público varía mucho de un día para otro por lo que puede ser lo más o lo menos.
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