Elvis Presley: Graceland vuela de Memphis a Londres

El mundo de Elvis brillaba. Era dorado, con espejos y lentejuelas. Se comprueba al observar el diseño de los salones de Graceland, la mansión del mito en Memphis, o contemplando el teléfono áurico de su mesita de noche, una de las 300 piezas de la exposición Elvis at The O2: The Exhibition Of His Life (theo2.co.uk). «Él tenía lo que hoy llamamos el factor it. Su personalidad e increíble talento siguen impresionando incluso 37 años después de su muerte», dice Angie Marchese, directora de archivos de Graceland y comisaria de la muestra que podrá visitarse en el O2 de Londres hasta el 31 de agosto de 2015. Ella se hizo fan del rey del rock por culpa de su madre: «Crecí escuchando su música. Puedo recordar que ya entonces pensaba que era increíblemente atractivo. Pero lo que más me gusta de él es su parte personal; el padre, el hijo y el amigo que fue».

Capa del concierto Aloha from Hawaii (1973), diseñada por Bill Belew.

Cortesía de ‘Elvis at The O2: THe Exhibition of His Life’

El rastro de ese Elvis familiar –a la par que excesivo– puede seguirse en la exposición londinense. «Mis piezas favoritas son su monedero, con fotos de su mujer y su hija, y los bongos que Priscilla le regaló en las Navidades de 1959», cuenta la comisaria. Entre los objetos expuestos, un imán para los mitómanos es la mesa de billar en la que Presley echó una partida con los Beatles. También puede verse el MG Roadster rojo descapotable de 1960 que salió en la película Amor en Hawái. «No se trata de una colección sacada de subastas, son los objetos personales de Graceland, cuentan la historia de una revolución musical que empezó cuando grabó por primera vez en estudio en 1954 y el perdurable impacto de su legado», apunta Marchese.

Uno de los salones de Graceland. La exposición contará con alguna réplica de la casa.

Cortesía de ‘Elvis at The O2: THe Exhibition of His Life’

Inventor intergeneracional. Juan Antonio Olías, autor de Elvis, estrella de fuego (Diábolo Ediciones), justifica la atracción que sigue ejerciendo el artista nacido en Tupelo el 8 de enero de 1935: «Fue el primero en muchos ámbitos. Creó las bandas de rock, que no existían hasta que él formó la suya; redefinió las películas llamadas de fórmula, para entretener a base de música y enredo, añadiendo la comedia; inventó los videoclips y, cuando parecía que no le quedaba nada por hacer, dio forma a los shows en directo, que luego imitaron Prince, Elton John o su yerno, Michael Jackson». Marchese subraya que su magnetismo «se debe a la música, que es atemporal; los jóvenes que la escuchan en iTunes sienten el mismo impacto que los de los años 50».

El teléfono dorado que tenía en la mesita de noche de su habitación.

Cortesía de ‘Elvis at The O2: THe Exhibition of His Life’

El presidente del Club Elvis español (clubelvis.org), Joaquín Luque, coincide con ella: «Su caso es único, porque es intergeneracional; mucha gente que lo sigue hoy en día ni siquiera había nacido cuando él vivía». Su asociación, fundada en 1991, es oficial, avalada por Graceland. En todo el mundo existen 500 clubes similares, «porque él es un fenómeno que no va a morir nunca».

Ahora, esos fans pueden ver de cerca los destellos del icono. Un mundo resplandeciente, desde el traje de lamé dorado de 1957 hasta el excesivo anillo TCB (Taking Care of Business) de oro, platino y diamantes, con un solitario de 11,5 quilates, que tanto le gustaba lucir.

Los gemelos con el sello presidencial que Nixon le regaló a Priscilla.

Cortesía de ‘Elvis at The O2: THe Exhibition of His Life’

Traje de kárate del cantante.

Cortesía de ‘Elvis at The O2: THe Exhibition of His Life’