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Cuándo es el momento idóneo para decidir abrir una pareja

¿Cuáles son las señales que indican que es el momento perfecto para hacerlo? ¿Son las relaciones abiertas para todos? Dos expertas resuelven las dudas más habituales que tienen quienes se plantean dar este paso.

Will Smith y Jada Pinkett Smith llevan casados desde 1997.
Will Smith y Jada Pinkett Smith llevan casados desde 1997.Getty (WireImage)

Algunas de las parejas más consolidadas del panorama nacional e internacional son las formadas por Will y Jada Pinkett Smith y en nuestro país, la de Juan del Val y Nuria Roca. Ambas parejas, que llevan décadas juntos, han abierto sus relaciones. Sin embargo, por más que, según el estudio del Journal of Sex and Marital Therapy, uno de cada cinco adultos ha practicado en algún momento de su vida la no monogamia consentida, los datos indican que la inmensa mayoría sigue aún prefiriendo las relaciones tradicionales. De hecho, el desconocimiento respecto a las relaciones abiertas es el responsable de que todavía muchas personas sigan hablando de infidelidad al hablar de una relación de no-monogamia. “Abrir la relación va más allá de salir con más personas y de «romper la exclusividad» porque la monogamia va más allá del número 2. Más bien, tiene que ver con nuestro sistema de creencias y eso es difícil de transformar”, aclara Cecilia Figlioli, cofundadora de Relaciones abiertas, una organización que se encarga de difundir y visibilizar las no-monogamias a través de espacios de encuentro, formación y estudio al respecto.

Cuándo es el momento idóneo

Lo primero a tener en cuenta es que no todo el mundo está preparado para abrir la relación. Así lo explica a S Moda la psicóloga y sexóloga Arola Poch, experta en diversidad relacional. “Hay personas que siguen viendo estas relaciones desde el prejuicio (“son cuernos”, “no hay fidelidad”, “es que no se quieren”…) y, sin duda, desde ahí no se puede abrir una relación. Hay quienes, aunque quieren hacerlo, no tienen esa buena base que necesita una relación y, finalmente, están los que, aunque teóricamente creen que es una buena idea, no pueden llevarla a la práctica por las ideas que tienen implantadas sobre la monogamia, la fidelidad y las relaciones”, dice. De hecho, según señala Lídia Manot, autora de Amar más allá de la monogamia, hay muchas personas que ni siquiera sienten ese impulso. “Hay quienes por traumas antiguos o por la dificultad que sienten al conectar con alguien, piensan que abrir la relación no es para ellos y consideran que realmente necesitan la tranquilidad que les aporta tener sólo un vínculo sexo-afectivo. No creo que haya una manera buena o mala de relacionarse, y tampoco que las relaciones abiertas sean para todos. Otra cosa es estar o no preparado para hacerlo. Sentir miedo y celos no te hace una persona menos preparada. Lo ideal es que te informes, te deconstruyas y explores sobre el tema, porque quizás sí estás en ese punto y sólo necesitas las herramientas necesarias y comprender el proceso de manera sana y orgánica”, dice.

¿Cuándo es entonces una buena idea abrir la relación en el caso de que así se desee hacerlo? “Cuando las dos personas tienen claro que quieren explorar ese camino de la no exclusividad sexual y cuando la relación está bien, sin conflictos y tiene una buena base de comunicación, confianza, honestidad y complicidad. Es mejor preparar primero la relación y luego abrirla, que abrirla y luego prepararse. Inevitablemente, al abrirla irán surgiendo situaciones que no estaban previstas, pero al menos una primera base sí hay que tenerla preparada”, dice Poch. Para Lídia Manot, coach, escritora y divulgadora de No-monogamia Ética y Poliamor, lo importante a la hora de abrir la relación es tener claro desde dónde se hace. “Es un proceso personal que requiere deconstrucción. Diría que abrir la relación nace de unas preguntas más intensas y de preguntarse qué queremos experimentar a nivel personal y de pareja. Habrá personas que lo usen para escapar de la decisión de dejarlo, pero conozco a otras que se sienten bien, y es ese sentimiento el que les lleva a tener la confianza necesaria para dar el siguiente paso. Las señales que podrían indicar que abrir la pareja es una buena idea son, por ejemplo, que una de las partes reconozca que lo que siente no es algo puntual, sino que lleva tiempo sintiendo que no encaja en el modelo tradicional de pareja y que siempre, por más que quiera a una persona, no pierde las ganas de conectar, en un sentido muy amplio, (no necesariamente sexual) con otras personas. Cuando percibimos que nuestra vida ha sido delimitada a nivel social o desde nuestra propia mente y nuestra experiencia sobre cómo tienen que ser las relaciones, quizás nos impulse a darnos cuenta de que es algo que ha estado ahí siempre y a lo que no le hemos dado espacio. Entonces, abrir la relación es lo más oportuno, porque lo que estamos haciendo es invitar a esas partes que hemos anulado a formar parte de nuestra realidad. La persona que te quiere puede así incorporar esta parte de ti en tu vida. Se trata de sentir que hay algo que no estamos verbalizando y que, por tanto, nuestra relación no está siendo del todo transparente con la realidad de lo que somos”, asegura.

Según explica Para Lídia Manot, “no hay un punto en el que no sea recomendable hacerlo de por sí, pero sí depende del estado en el que está la pareja en el momento en el que empieza. Si alguien está muy vulnerable, posiblemente sea más difícil encajar los primeros pasos. Por supuesto sería interesante que la pareja se dejara acompañar por alguien que ya haya hecho el camino, bien una próxima que lo haya hecho o una persona profesional que tenga experiencia. En mi caso, me dedico a acompañar a las personas a hacer esta transición para poder darles las herramientas clave para ver si es el momento y si se puede llevar a cabo”, dice Manot, que recomienda en primer lugar iniciar un viaje de autoconocimiento y ver así qué es lo que realmente se quiere. Arola Poch aclara que abrir la pareja no es una solución a las crisis relacionales. “Cuando hay una persona que insiste a la otra, hay un problema. Debe ser una decisión conjunta, hablada y consensuada. Como señales negativas, señalaría que no haya una buena comunicación en general y en lo sexual, que alguien se sienta empujada o empujado y que alguien lo entienda como un ultimátum”, dice.

Comunicación y acuerdos

Filglioli cree que es fundamental hablar de la propuesta de las relaciones abiertas, es decir, aclarar de qué se tratan y a dónde conducen. “La propuesta de las relaciones abiertas es básicamente: la no-propiedad y no-posesión de las personas, el consenso y el consentimiento para poder construir la relación que queremos y la utilización de la comunicación honesta. Yo no creo que abrir la pareja sea pedir permisos, porque justamente esa es la lógica monógama que cuestionamos. Por eso aquí hablamos de consenso y consentimiento, porque muchas veces el tema de los acuerdos de pareja termina reproduciendo la dinámica de ‘te doy permiso para’, como si el resto de las relaciones fueran satélites de una pareja principal y visto casi casi como objetos con los que puedes divertirte, pero que nunca tendrán la importancia de la pareja principal, señala.

Manot sí subraya la importancia de crear acuerdos, pero aclara que aunque tendemos a pensar que nacen de la prohibición y de la imposición, considera que en realidad, nacen de expresar la vulnerabilidad. “Creamos acuerdos para ir dando pasos hacia delante, porque al salir de la zona de confort, lo hacemos con un acuerdos con los que pensamos que la otra persona va a estar ahí cuidando, respetando y acompañando. Estamos dando la oportunidad de superar nuevos retos, y entonces podemos ir abriendo la relación. Se puede hacer de manera pausada y digerible para ambas partes, y eso nos puede dar la libertad y la ilusión de estar experimentando cosas nuevas. Por primera vez, la pareja está integrando esas partes nuevas, y realmente es una sensación muy romántica, porque es bonito sentir que integras esta parte y que tu pareja puede ir digiriéndolo y poco a poco, abrazando y queriendo a esa parte”, dice.

¿Se puede distinguir entre abrir la relación sólo en el plano sexual y en el emocional?

Cecilia Figlioli explica que las relaciones abiertas pueden ser abiertas en lo sexual o abiertas en lo afectivo, así como en ambos planos. Sin embargo, a pesar de la definición, quienes abren sus relaciones ven complicado hacer una división tan tajante. “Diría que es una cuestión imposible y una ficción que la gente cree que podrá cumplir. De hecho, creemos que es bastante perjudicial entender las relaciones con este nivel de disociación. La sexualidad es algo integral, que abarca también la afectividad y sentir afecto por alguien, no significa casarse… Es como si se plantearan dos mundos diferentes y opuestos donde o te quieres, te enamoras y te casas o sólo tienes sexo, y entonces es una relación poco seria. Al margen de que me parece una descripción del mundo bastante reduccionista, ¡en el medio hay un millòn de posibilidades! La cuestión está en pensar por qué creemos que no podemos sentir afecto-amor por más de una persona. ¿Acaso no todas las relaciones son en simultáneo, salvo la de pareja? ¿Qué tendría de extraño? Y también, ¿por qué pensamos que podemos tener mucho sexo, pero que sentir mucho amor es un riesgo? Ahí está el cuestionamiento a nuestro sistema de creencias sobre el amor y las relaciones, y esa es la parte interesante”, reflexiona.

Cómo evitar los miedos y las inseguridades

Por supuesto, abogar por la comunicación honesta y constante es vital, por lo que en el instante en el que aflore cualquier atisbo de inseguridad o cualquier miedo, por nimios que parezcan, es imprescindible hablar con la pareja. “De entrada, se trata de integrar los miedos e inseguridades. Es como si dijeras “voy a emprender y voy a crear una empresa, pero sin sentir miedo ni inseguridad”. Nadie esperaría eso, porque obviamente vas a tener esas sensaciones al salir de tu zona de confort. Por eso hay que integrar que eso puede ocurrir.

Que tengas una pareja con quien hacer el proceso de manera orgánica y te comprometas a encontrar herramientas para enfrentarte a esos miedos e inseguridades es vital. Cuando vamos integrando las herramientas, empezamos a tener más consciencia y tranquilidad al sentir ese miedo, porque estamos generando las herramientas para sostenerlo”, dice Lídia Manot.

Abrir… ¿Y cerrar?

La psicóloga y sexóloga Arola Poch explica que emergen dos opciones si al abrir la relación, la pareja no está cómoda. Analizar qué es lo que nos hace sentir incómodos y ponerle remedio (con asesoría, por ejemplo, si se necesita una ayuda profesional) o cerrarla. “Para esto último, se trata de volver a pactar con la pareja las normas de la nueva relación. Estas normas deben ser cómodas para ambas personas. No hay que entender como un fracaso abrir la relación, que no funcione y volverla a cerrar. Es una oportunidad para conocerse mejor como pareja y como personas, por lo que nos hace crecer”, dice. Para finalizar, Manot aclara que desde su experiencia acompañando a muchas parejas, no conoce a muchas que realmente quieran cerrar la pareja pese a que afloren los miedos, porque perciben que después se encontrarán con algo bonito, aunque haya dolor y miedo. “Es bonita la sensación de que vas integrando en su totalidad la verdad de tu pareja, porque se genera un amor más incondicional, en el sentido más amplio de la palabra. La incondicionalidad es entender que tu pareja no está siendo ella misma, posiblemente por temas sociales y porque vamos construyendo la relación por inercia. La autenticidad depende de que pongamos las menos trabas posibles a nuestra expansión”, explica.

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