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Bruna Cusí y Ricardo Gómez: un amor a través de la interpretación y el olfato

Bruna Cusí y Ricardo Gómez estrenan su primera película juntos, ‘Mía y Moi’, ópera prima de Borja de la Vega. Juntamos a la pareja para hablar del olor del amor.

Gómez lleva jersey de BOSS y pantalón EMPORIO ARMANI y Cusí lleva vestido de GUESS y pendiente de GRASSY.
Gómez lleva jersey de BOSS y pantalón EMPORIO ARMANI y Cusí lleva vestido de GUESS y pendiente de GRASSY.Antártica

Bruna Cusí tenía seis cuando dijo que quería ser “actora”. “Se dice actriz”, le contestó su madre. Y ella asintió. Y antes o después de emitir esa frase se colocó delante del pueblo en un escenario improvisado con sus amigas y, vestida con el albornoz de su abuela, fingió un orgasmo mientras se comía un yogur. Ricardo Gómez tenía siete años cuando se estrenaba como el protagonista de la que es hoy la serie más longeva de España. Su cara fue lo primero que apareció en aquel primer capítulo, mirando al vacío, comiendo una sopa, liando aventuras con sus amigos. Casi tres años después de abandonar a la familia Alcántara para siempre, tras 17 años con ellos, el actor recuerda perfectamente el olor de aquel plató. “No sé definirlo: es un compendio, me imagino, del día que lo pintaron, más los productos de maquillaje, más el polígono… Recuerdo perfectamente esa suma”, dice.

Para hablar de olores, de recuerdos, de relaciones, de amores y desamores reunimos a esta pareja. Pareja en la realidad y pareja fraternal en la primera película que han rodado juntos: Mía y Moi (estreno en cines el 21 de mayo, después de su paso por el D’A Film Festival). Bruna es Mía, Ricardo es Moi. Son dos hermanos muy unidos por un pasado doloroso en una casa de verano que “olía a cerrado y a madera, a humedad, a hierba seca y a vino”.

Hay una escena entera en Mía y Moi en la que habláis de qué color o animal sería cada uno, ¿pero qué olor seríais?

Bruna Cusí: Para mí, como Mía, Moi es hierba mojada.

Ricardo Gómez: Para mí, Mía es el olor a un vino blanco afrutado.

Bruna Cusí: [Risas] ¿por qué será?

Ricardo Gómez: Por lo que conlleva, sería casi un espumoso.

¿Preparáis los personajes desde olores?

BC: Sí, hay una parte que escojo un animal, un color, hasta un olor, pero nunca lo he perfumado. Me sirve de referencia e inspiración. Alguna vez para alguna escena sí he usado perfume para conseguir una sensación.

RG: Sí, pero más para conseguir una sensación que no para la construcción de personaje. En mi caso, cuando es algo desagradable o algo relacionado con el alcohol, por ejemplo. Es muy complicado trabajar una borrachera a las ocho de la mañana, recién despertado y con el primer café. No tienes que emborracharte, pero el aroma de un chupito sí me transporta a una discoteca o a una sensación.

¿A qué huele el amor?

RG: Depende de en qué fase. Por no ser como típico y decir a bombones, a chuches… El amor es una cosa tan global, se siente amor por muchas cosas, hacia un trabajo, una persona, tu familia… Me quedo con uno de los olores que más amor me transmiten… Te vas a reír… un sofrito. [risas de los dos].

BC: Bueno, es que el amor huele un poco a casa.

RG: A hogar. Un poquito de aceite, ajo, pimiento, tomate, cebolla, zanahoria y a fuego medio para mí engloba muchas de las cosas que quiero.

BC: Y luego ocurre esa cosa muy curiosa que cuando entras en un hogar siempre hay un olor determinado a esa casa, pero tú mismo no lo hueles. El amor huele a ti, es una cosa de fusión, cuesta más determinar qué tipo de olor es. Lo huelen más los otros.

RG: Yo a los 16 años decidí dejar de usa colonia.

B: Yo también, no uso nunca.

RG: Decidí que quería saber qué era oler a mí, qué significaría oler a Ricardo, yo no me lo huelo mucho, pero sí, decidí que a lo que yo oliese es a lo que quería oler.

BC: Yo igual.

RG: De hecho, me resulta a veces desagradable abrazar a alguien con perfume y luego llevarse su perfume a casa.

BC: El olor tiene algo muy determinante en el enamoramiento, está comprobado; y yo prefiero oler el olor de la persona a que esté tapado con un perfume.

Los dos sufrieron la pérdida del olfato el año pasado, cuando pasaron la covid. Los dos se dieron cuenta, más aún, de la importancia de ese sentido que te transmite rápidamente a tu infancia. “Mi abuelo era el olor a pipa de fumar, al aguarrás y al óleo”, dice Bruna. Y también les lleva, juntos en esta sesión, de regreso al verano que pasaron rodando entre Piera y Hostalets de Pierola, en Barcelona, rodando Mía y Moi, ópera prima de Borja de la Vega, su director y también su representante.

Ese giro representante, director, ¿cómo arranca Mía y Moi?

Ricardo Gómez: Yo conozco a Borja desde hará unos nueve años. Desde que empecé a trabajar con él, surgió una conexión especial y más allá de una relación laboral fue surgiendo una amistad y a día de hoy es uno de mis mejores amigos. En seguida, me dijo que adoraba su trabajo, pero que le gustaría contar historias, que quería dirigir. Poco a poco con el paso de tiempo fue yendo más serio, tenía otro guion que intentamos poner en pie, pero se cayó, porque bueno, los proyectos que están por debajo del radar de la industria, que no necesitan un millón de euros, son casi más complicados de levantar… Un día estábamos cenando los tres y le pusimos las pilas, entre margarita y margarita…

Bruna Crusi: Y ahí dijo: “Sí, sí, voy a hacer una película en la que hagáis de hermanos”. Y al día siguiente nos mandó un tratamiento. Yo lo conocí en la promoción de Verano 1993, coincidía con él en algunos sitios, pero lo curioso es que lo he conocido primero como director y ahora es mi representante, fue como el proceso inverso. Nos escribió una historia que en la que ponía el foco en los personajes y en hacer que esos personajes fueran reales, tuvieran muchas capas. Su mayor pasión contar una historia donde destaque la interpretación actoral y en este sentido nos ha hecho un gran regalo.

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