Ana Polvorosa: “Los años que hice a Lore no pensaba que me iban a identificar con ella”
Creció ante las cámaras. Ahora protagoniza la primera serie de Alejandro Amenábar, que se presenta en el Festival de San Sebastián y estrena Movistar +, y se plantea nuevos retos, como dar el salto a la dirección.
Cuando era solo una chavalina Ana Polvorosa (Getafe, 33 años) se compinchó con sus tres hermanos para que la ayudaran a convencer a su madre (que los criaba sola) de que la dejara presentarse a un casting. La pequeña de la casa ya apuntaba maneras. “Es que yo siempre he sido un poco acaparadora de la atención, me ponía a hacer mis shows y quería que mis hermanos y mi madre me miraran solo a mí. Desde un playback de una canción de Mónica Naranjo a coger marionetas y crearme una miniobra de teatro. He sido muy independiente a la hora de jugar cuando era pequeña. Y muy solitaria. He jugado muchísimo sola”, explica con soltura tras una sesión de fotos que deja patente su comodidad ante la cámara.
Su poder de persuasión se impuso a los temores maternos –”Ella en muchos momentos ha estado más insegura, más dudosa, por miedo a que yo pudiera cambiar, perder mis valores, dejar de ser yo, o que dejara de estudiar, pero a la vez veía que era algo que llevaba dentro de mí y que tenía que desarrollarlo”– y logró su primer papel televisivo con 11 años, en la serie Raquel busca su sitio, con Leonor Watling. “Antes había hecho un par de anuncios, pero llegar a un rodaje me alucinó, me fascinó, dije esta energía que se crea, este mundo paralelo a la realidad, en el que todo es mentira pero a la vez tiene tantísimo sentido, me vuelve loca”, recuerda. La emoción de la actriz no ha decaído. Con ese mismo entusiasmo ha afrontado su nuevo proyecto, La Fortuna, el debut como director de series del premiadísimo Alejandro Amenábar, un thriller inspirado en la novela gráfica El tesoro del Cisne Negro (Astiberri), de Paco Roca y Guillermo Corral. Hay mucha expectación ante este estreno: va a ser la única serie presente en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián (del 17 al 25 de septiembre) y a finales de septiembre se podrá ver en Movistar +. El cómic dibujado por Roca se basó en hechos reales: la batalla legal por el pecio de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hallada en 2007 cerca de Cádiz por una compañía estadounidense. Cazatesoros, resquicios legales, intrigas diplomáticas e historias de funcionarios se mezclaron en la vida real y ahora también en la ficción. Polvorosa juega con el título de la serie, afirma entre risas que “como actriz ha sido una fortuna haber trabajado con Alejandro, poder haber vivido el proceso de verle dirigir, de sentirle como director”.
Comenzaron a rodar en agosto de 2020, durante el confinamiento se estuvo preparando para su papel con una coach de inglés –hay un reparto internacional, con nombres como Stanley Tucci, Clarke Peters y T’Nia Miller–. Necesitaba clavar el personaje de Lucía. Lo primero que hizo cuando le llegó la propuesta del casting fue devorar el cómic. En él, Lucía se llama Elsa, y es una funcionaria que trabaja en los archivos del Servicio de protección del patrimonio subacuático. El dibujo la muestra pelirroja, con gafas y coleta. Polvorosa se parece a ella. “En la segunda prueba estaba Alejandro directamente y la hice con Álvaro Mel [que interpreta al diplomático Álex Ventura]. Fue fenomenal. Me sentí identificada, vi que podía hacerlo. A veces te llegan pruebas y no sabes si vas a estar dentro de los parámetros, pero cuando vi cómo era Lucía, cómo hablaba, cómo se movía, sentí que estaba dentro de lo que yo podía dar”, explica la actriz.
Desprende seguridad, pero sostiene que, en el fondo, siempre hay miedo, incluso cuando se está en un buen momento profesional, como le ocurre a ella ahora: “¿Cómo no va a haber miedos? Los hay, de todo tipo. Esta profesión es muy incierta, muy inestable, pones energía en algo y no sabes si va a ocurrir… Pero bienvenidos sean, creo que es bueno que haya un poco de miedo e incertidumbre”. Ana Polvorosa, que en las redes sociales muestra solo un poco de su vida, deja ver que le gusta el arte y su amor por los animales (tiene dos perras y un gato, todos adoptados), aprendió muy joven a gestionar fama, temores y expectativas. Creció ante las cámaras, para una generación de televidentes es la Lore de Aída. De los 17 a los 25 años formó parte de este fenómeno de la pequeña pantalla, donde trabajó con Carmen Machi, Paco León y Eduardo Casanova. “La serie ha formado parte de mí, mis compañeros son amigos para toda la vida, es familia. Sin duda, ha marcado mi vida y la marcará hasta el final de mis días”, afirma con orgullo. Dice que no sintió presión por ser adolescente ante el público por el hecho de que la gente pudiera asimilarla a su descarado personaje: “Los años que estuve interpretando a Lorena los disfruté muchísimo, no pensaba que por hacerlo de una forma o de otra fuera a tener una repercusión. No pensaba que me iban a identificar con ese personaje. Yo simplemente iba cada día a grabar la serie con la misma ilusión, la misma energía y las mismas ganas de pasarlo bien, de querer reírme y disfrutar con mi trabajo, que es lo que siempre intento hacer”. Cuenta que en un momento dado tuvo que cambiar de instituto para poder combinar estudios y rodajes, pero sostiene que ser actriz desde muy joven “no ha supuesto nada traumático”.
El hecho de haber comenzado su carrera hace más de dos décadas, en cambio, le ha servido para ver en primera línea cómo se ha transformado su industria, tanto en los asuntos abordados –”Es fundamental hablar de todo con total normalidad y tratar absolutamente todos los temas”–, como en la forma de trabajar. En La Fortuna, Lucía es una funcionaria que alerta de un problema sin ser escuchada. “Empezaba a creer que nadie leía mis mensajes”, protesta el personaje del cómic. Y Polvorosa siente que en la industria audiovisual ha pasado eso mismo durante años. “Llevo tiempo ya viendo cambios y una evolución en todo esto, veo esa igualdad entre comillas, a la hora de tratar proyectos, de producirlos, dirigirlos. No me había parado a pensarlo, pero puede ser ese paralelismo que tiene Lucía en su trabajo, ella tiene mucha frustración porque nadie la escucha ni la tiene en cuenta hasta que de repente sí, y entonces puede tirar para adelante. Yo espero que se mantenga esa constante en la industria audiovisual y que incluso se desarrolle mucho más. Precisamente es una de las cosas que me gustaron de la serie. Alejandro profundiza en las historias de las mujeres. Con Alejandro Hernández, el coguionista, escribió un personaje que es uno de los ejes principales de la trama, tiene un peso, se sabe por qué está ahí, por qué es vulnerable y valiente, insegura y luchadora”, reflexiona.
Otra cosa que Ana tiene en común con Lucía es que no se rinde. Es peleona. “Soy una pesada de la vida”, resume, “además, soy cabezona. Si voy a por algo, si sé que llevo la razón en un asunto o si quiero conseguir una cosa de una forma concreta, lo peleo y lo lucho hasta que lo consigo. Sin duda”. Ese empeño la ha guiado a lo largo de su carrera. Empezó trabajando en series –además de en Aída estuvo en Ana y los 7, Javier ya no vive solo, Fenómenos o Amar es para siempre–, pero también ha tenido papeles en películas –Mentiras y gordas, Mi gran noche–. En el último año ha combinado ambos formatos: fue parte de la apuesta de Netflix y Bambú Las chicas del cable, el 10 de septiembre estrena en cines la comedia Con quién viajas y luego llega la miniserie La Fortuna. “Todo ha cambiado mucho. Me gusta que se haya globalizado, que una serie pueda tener una calidad cinematográfica y pueda ser como una peli larga, y no tenga tantas temporadas como se podía alargar hace unos años. Con Las chicas del cable, por ejemplo, sabes que tu trabajo se ve en mogollón de países, que tienes la posibilidad de trabajar en otras industrias que no son la tuya. Ahora hay muchos proyectos y muchas producciones, y eso es positivo para nuestra profesión”. Pese a todo, no se ha planteado mudarse a Los Ángeles, cree que dar ese paso no resulta tan necesario hoy en día: “No es mi objetivo, no tengo el foco puesto en trabajar en Hollywood, pero si se da la oportunidad, surgen proyectos en inglés, por qué no hacerlo”. Pero sí pretende explorar otros campos. Estudió teatro con Pablo Messiez y ha participado en alguna obra, pero le apetecería involucrarse más en un proyecto interesante sobre las tablas, y también dar el salto al otro lado de la cámara: “No descarto el poder dirigir en algún momento, sí que me gustaría”.
Podría pedirle consejo a Eduardo Casanova, de quien es inseparable desde que coincidieron en Aída. Con él rodó en 2015 el corto Eat my shit; retomó ese personaje con cara de culo (literal) un par de años después en su primera película como director, Pieles, y ahora, en octubre, comienza a rodar con él su segundo largometraje como realizador, La piedad. “Me parece una historia increíble, como todo de lo que habla Edu, tiene una cabeza privilegiada y una forma de ver las cosas muy diferente, muy particular, muy concreta. Y eso me encanta, porque le hace ser muy especial y muy diferente a todo. Le admiro muchísimo”, enfatiza. También tiene pendiente de estreno el corto Landscaper, de Raúl Herrera, en el que actúa con Ana Torrent, precisamente la protagonista de Tesis, ópera prima de Amenábar. “Es curioso, somos madre e hija”, indica ante esa casualidad que cierra círculos, mientras enumera lo cargado que vendrá para ella el final de año: “Luego también voy a hacer un corto de terror que se va a llamar Mara y más adelante tengo el rodaje de una película de Félix Viscarret”. Son muchos proyectos, y muy variados. “Es justo lo que busco. Para mí lo ideal sería eso: hacer personajes superdispares, de diferentes épocas, películas, series, teatro, distintos géneros…”. ¿Y hay algo con lo que no se atrevería? No, me atrevo con todo. Luego ya que me salga bien o mal es otra cosa. Pero yo me atrevo.
Maquillaje y peluquería: Ricardo Calero para Salón 44, Chanel y Shu Uemura Art of Hair. Asistente de fotografía: Cesco Rodríguez. Asistente de estilismo: Paula Alcalde. Asistente de maquillaje y peluquería: Miriam Hernández.
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