Alexandra Masangkay: «Mi madre fue asistenta en una casa en los ochenta. Estuvo encerrada siete años porque no tenía recursos»
La representación diversa en pantalla ayuda a la aceptación, dice la actriz catalana. Acaba de estrenar ‘Código emperador’ con Luis Tosar.
El maquillaje lanza mensajes. Cuando la actriz Alexandra Masangkay (Barcelona, 29 años) se preparaba para asistir al Festival de Sitges en 2019, para presentar la película El hoyo, eligió dibujarse una línea roja horizontal que le dividía el rostro a la altura de la nariz. Y repitió el motivo cuando estrenó la cinta en Madrid. “Me parecía distinto”, explica la catalana, hija de emigrantes filipinos, “antiguamente las culturas nativas se pintaban resaltando la belleza de otras maneras. Yo tengo la suerte de que, quizá con las excusa de mis rasgos, me lo puedo permitir”. Aceptar esos rasgos y su propia identidad ha sido un trabajo de años: “Ya he aprendido a quererme, apreciar quién soy. A día de hoy me gusta mirarme en el espejo, por fin. Puedo ver mis ojos y valorar mis raíces. Estoy en esa búsqueda, en la de querer admirar de dónde vengo. Tras tantos años recibiendo mensajes que decían que tenía que sentirme avergonzada, creo que toca reivindicarlo y abrazarlo”.
Acaba de estrenar en el Festival de Málaga Código emperador, un thriller en el que da vida a Wendy, una resiliente emigrante filipina que trabaja en una casa del adinerado barrio de La Moraleja. “Me hace mucha ilusión el personaje porque me recuerda a mi madre. Ella fue asistenta en una casa en los ochenta. Estuvo encerrada siete años porque no tenía recursos”. Se preparó observando a sus propios progenitores y reuniéndose con mujeres de su generación que hoy trabajan en la misma posición: “Pienso que son mujeres increíbles. Tienes que ser muy valiente para dejar tu casa, tu tierra, tu familia. Y luego todo tu día a día se basa en tu trabajo, no buscas ocio porque tu objetivo y tu deber es ganar dinero para enviárselo a tu familia, para sostenerles en la distancia. Empatizas con estas historias. Hemos normalizado situaciones que no lo son y es bonito verlo plasmado en una película”, reflexiona. “Jorge Coira [el director] cuida muchísimo de dónde viene y le da matices. No es un simple complemento de la escena, es un ser humano”. En el filme comparte pantalla con Luis Tosar, con el que ya coincidió en su primer largometraje, Los últimos de Filipinas (2016). “De él siempre me voy a quedar con el respeto que tiene por todos los departamentos. Los actores a veces patinamos con el egocentrismo, creemos que somos el centro del universo y no es verdad: una película no sale si no es gracias a la colaboración de todos”.
No es una novata en el mundo del espectáculo. Saltó a la palestra al participar en Operación Triunfo en 2011 y desde entonces ha tocado muchos palos porque actúa, canta, baila, hace pinitos en la producción de algún corto y codirige su estudio de interpretación. También baila, como demostró en su cuenta de Instagram, a la que subió un vídeo en el que imitaba la coreografía de SlowMo de Chanel Terrero, “fui con ella al Benidorm Fest, es como una hermana”, dice. La conoció en otra de sus facetas, como actriz de musicales. Porque cuando no está rodando, a Masangkay se la puede encontrar en el Lope de Vega de la Gran Vía madrileña, donde desde el pasado septiembre es Nala en El Rey León. “El teatro musical es muy bonito, pero debería valorarse más. Es muy sacrificado y requiere físico, vocal, interpretación y enfrentarse al público cada día, en directo”. ¿Lo próximo? Participará en la nueva temporada del remake de Historias para no dormir.
Nunca se imaginó este camino: “Cuando era chiquitina pensaba que jamás podría ser actriz. Decía que quería ser astrónoma. Me gustaba cantar, leer y hacer deberes. Era bastante empollona y así alegraba a mis padres. Son personas que emigraron, que pasaban muchas horas trabajando, así que siempre pensaba que tenía que cumplir con hacerles sentir orgullosos”. Con esa idea en la cabeza estudió ingeniería química hasta que la vena creativa ganó la batalla. Ahora utiliza su posición para abrir puertas a los que vienen detrás: “Es bonito mostrarle a otras familias como la mía que esto también es una profesión posible. Yo me cuestionaba si podría, porque casi no hay actores o actrices racializados”.
La representación en el audiovisual importa: “Durante toda mi infancia y mi adolescencia quise ser ‘normal’, que ya me dirás qué es eso. No quería ser diferente. Rechazaba mi color de piel, me maquillaba para creerme más europea. Es interesante que el audiovisual ayude con esto porque, qué tipo de juicios puedes tener por ejemplo de una persona negra si constantemente en ficción te muestran clichés. Que el cine apoye la realidad diversa es un bien para todos. Por eso también estoy muy contenta de formar parte de esta industria”.
* Estilismo: Paula Delgado. Maquillaje: Agostino (NS Management). Peluquería: Fernando Torrent (Another Artist Agency) para Shu Uemura Art of Hair. Manicura: Bárbara Peruyero (Cool Producciones). Asistente de fotografía: Nano Hernández. Asistente de estilismo: Paula Alcalde.
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