Telares recuperados y talleres artesanos: Sonmo, mirar al pasado para pensar el futuro en la Tramuntana mallorquina
La finca Son Moragues apuesta por recuperar la lana local y olivares centenarios para impulsar ese Paisaje Cultural de la Unesco


Desde que era niño, Joe Holles correteaba por los alrededores de Son Moragues, una finca centenaria ubicada en la sierra de Tramuntana mallorquina. “Nací en Inglaterra, pero cuando tenía cinco años nos vinimos a vivir muy cerca y me crie a escasos metros de aquí”, precisa. Por eso, en 2008 no dudó en volcarse en un proyecto para revitalizar el lugar junto a Bruno Entrecanales y Aina Plaza, dueños del terreno. “Queríamos darle la vuelta a este sitio tan mágico, porque veíamos que era urgente”, explica, “estaba con un hilito de vida, porque toda la Tramuntana agoniza hoy por la falta de rentabilidad del sector agrícola de montaña”. Para regenerar y reaprovechar, para definir el futuro, miraron al pasado. Ahora resulta sencillo llegar allí desde la ciudad de Palma, media hora en coche, pero esta sierra —bajo la protección patrimonial de Paisaje Cultural de la Unesco desde 2011— fue inaccesible durante siglos. “Era un entorno agreste, hostil, expuesto a los elementos y las invasiones, piratas y saqueos... Cuando [Frédéric] Chopin y George Sand estuvieron en Valldemossa, él compuso La gota de agua, un preludio ansioso, sobre su agonía cuando esperaba a que ella llegara allí desde Palma, estuvo toda una noche volviéndose loco, pensando que no volvería. Y eso fue hace 150 años, hace 1.000 esto era como el fin del mundo”, señala Holles.

Ese aislamiento contribuyó a la configuración de un paisaje especial, afirma el también presidente de la asociación para la protección del entorno Tramuntana XXI: “Es un Paisaje Cultural por la transformación del lugar por las personas, la agricultura y la artesanía”. Pone como ejemplos el cultivo del olivo, que se inició con injertos de variedades del norte de África, Andalucía y Aragón en acebuches [olivos salvajes] para obtener así frutos de mayor tamaño y poder producir aceite, la utilización de los rebaños de ovejas para mantener esos olivares limpios de malezas y minimizar la amenaza de incendios y a la vez usar la lana para mantas... “Todo se aprovechaba, nada se echaba a perder, es la famosa circularidad de la que tanto hablamos hoy”, indica Holles.

Producir aceite fue su primer paso. “Tenemos 10.000 olivos ancestrales de la variedad mallorquina, cuando empezamos nos dijeron que no íbamos a poder producir aceite virgen extra ecológico con estos árboles, porque tiene una acidez que sube muy fácilmente, pero fuimos unos inconscientes y lo sacamos, la recogemos muy pronto y prensamos a las pocas horas con una almazara de última generación”, relata. El continente también importa: las botellas las crean en los hornos de la familia Gordiola, que desde 1719 mantiene la tradición del vidrio soplado de la isla. Esos detalles los cuida la marca de la finca, Sonmo, que empezó con ese aceite, mermeladas y conservas y ahora también ofrece ginebra, cerámica artesana y textiles.

“Se puede controlar el tipo de turismo que tenemos desarrollando productos y servicios que pongan en valor lo que nos enorgullece, hacer las cosas más conscientes, lentas, enraizadas”, enfatiza, “un turismo más responsable, de una relación con la naturaleza más sosegada, y con este proyecto queremos extender esa idea”. Allí no hay un hotel, pero sí tienen talleres de cerámica, rutas por la zona, explican los procesos de creación de sus alimentos o muestran cómo funcionan esos telares en los que trabajan la lana. “Acabamos de consolidar nuestra primera colección de alfombras, llevamos unos meses haciendo mantas... Tenemos casi 300 ovejas y este año estamos recibiendo la lana de la esquila de casi 3.000 de Mallorca, porque antes se tiraba, no tenía valor, pero queremos reactivar el sector, que fue boyante aquí”, añade. Sus telares proceden de antiguas fábricas locales y en su restauración participó Daniel Harris, “que es como un gurú de los telares antiguos, tiene una empresa que se llama London Cloth y telares de 100 y 200 años”.

También investigan cómo innovar partiendo de la tierra, con la nueva fórmula de pastos creada por su payés, Llorenç, que oxigena el suelo y podría acabar dando origen a un proyecto de créditos de carbono regenerativos, avanza Holles: “Estamos trabajando con la idea de que la única manera de hacer cosas provechosas económicamente es hacer las cosas más provechosas medioambientalmente”.

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