Natalie Batlle, CEO del club femenino Juno House: “Algunos pensaron que estábamos locas por querer abrir un club privado para mujeres”
En 2022, Natalie Batlle impulsó en Barcelona la creación de Juno House, un club privado exclusivo para mujeres. Su comunidad no deja de aumentar: suman ya más de 600 socias, preparan su expansión a Madrid y sueñan con abrir espacios en más ciudades
Juno era la reina de los dioses romanos, “la contraparte femenina de Júpiter”, precisa la Enciclopedia Británica, “que estaba relacionada con todos los aspectos de la vida de la mujer”. Por eso, cuando Natalie Batlle (Chicago, 38 años) decidió fundar un club privado solo para mujeres no tuvo dudas. “Desde el primer día sabíamos que ese era el nombre. Es fácil de pronunciar en cualquier idioma y queríamos ser un referente para la mujer a nivel global, queremos que ‘ser muy Juno’ se entienda en cualquier lugar, sea Barcelona o Milán. Y por eso buscamos un referente, una mujer, la diosa Juno, para unirnos”, explica Batlle, fundadora y CEO de Juno House, cuya primera sede abrió sus puertas en abril de 2022 en el barrio de Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona y ahora sueña con expandir esa esencia, ese “ser muy Juno”, a otros rincones del mundo.
En sus casi tres años de existencia suma más de 600 socias, con distintas profesiones, edades e intereses, que se reúnen allí tanto para tomar algo o ir a clases de Barre y yoga como para acudir a charlas sobre liderazgo femenino o a encuentros donde hay emprendedoras que comparten sus experiencias. “El club es una miniciudad. Tenemos abogadas, diseñadoras, arquitectas, financieras, periodistas... Refleja la sociedad”, explica Batlle, “se crea un ecosistema woman to woman que es muy potente, y el impacto se va multiplicando, hace ruido en la ciudad”. Reconoce que gestionar ese microcosmos no resulta sencillo; en el día a día aplica lo que aprendió trabajando en comunicación y marketing en Estados Unidos, donde creció y comenzó a desarrollar su carrera profesional. “Yo nací en Chicago, de una madre americana, y mi padre es de Barcelona pero se fue con 25 años a desarrollar la carrera de Medicina a Estados Unidos y se quedó. Yo hice lo contrario, crecí allí y me he venido a España. Soy de una familia multicultural. Mi marido es de Perú, mis peques tienen un poco de todo...”, dice Batlle. Se formó en la Universidad de Wisconsin y se curtió en la primera campaña electoral de Obama (“De la gente que trabajaba con él, sobre todo en la parte de comunicación, aprendí todo sobre cómo motivar, ser buen líder, pensar siempre hacia el futuro, algo que es muy necesario cuando eres CEO”, asegura). Dejó Nueva York, donde trabajaba en la sede de la agencia de relaciones públicas Edelman, para instalarse con su marido en Barcelona. “Eso en parte inspiró Juno, yo echaba muchísimo de menos esa sensación que tenía en Nueva York de que no había límites profesionales, esa ambición, y empecé a pensar en crear algo potente para la mujer de Barcelona, siempre con la idea de exportar Juno House a más lugares después”, señala Batlle.
Empezó a compartir su plan, a presentar su proyecto, y Liana Grieg (Maine, EE UU, 36 años), Eva Vila-Massanas (Girona, 53 años) y Carla Crespo (Vigo, 40 años) no se lo pensaron y se sumaron a ella como cofundadoras de Juno House. “Queríamos un espacio creado por y para mujeres donde podríamos crecer, crear, conectar, inspirarnos, hacer que pasen cosas”, resume Batlle. “A Liana la conocía de Nueva York y ella quería vivir en Barcelona, llevábamos años soñando con crear algo juntas; a Eva la conocimos justo antes de la pandemia en un evento de networking y se convirtió en nuestra conexión a nivel local, y Carla, gallega de origen, es la COO [directora de operaciones]”, apunta. Durante la cuarentena de la covid, en 2020, comenzaron a dar forma a su proyecto con varios desafíos por delante: además de encontrar financiación necesitaban convencer de que montar un club privado femenino era una buena idea. “Algunos nos miraban como si fuera una idea loca, como si dijeran ‘¿quieren abrir un club privado cuando todo el mundo habla de trabajar desde casa?’. Y nosotras decíamos que sí, porque creíamos que, cuando el mundo volviera a abrirse, las mujeres iban a necesitar más que nunca estar con su tribu. Yo creo que parte del crecimiento del proyecto ha sido gracias a la renaissance del país tras la crisis”, reflexiona Batlle. Justo al contrario de lo ocurrido con The Wing, el puntero club social femenino creado en Nueva York en 2016, que cerró en 2022, tras la pandemia y una crisis reputacional. “Creo que las founders tenían buenas intenciones y fueron pioneras, pero les falló la parte de ser más inclusivas, algo que nosotras buscamos, hay que encontrar maneras de crear impacto social y no caer en la trampa de parecer elitista”, argumenta la CEO de Juno.
Por eso, fomentar la inclusión es una de las bases de su club. “Cada persona aporta mucho, queremos ser un referente para la mujer actual, ser un catalizador. Somos feministas porque creemos en la igualdad y que la mujer tiene que tener todas las oportunidades, y somos un club intergeneracional, aunque la media de edad es de 37 años tenemos socias de 22 y de 55″, subraya Batlle. Muchas comparten sus experiencias, personales y profesionales, su fuerte es la unión: “El gran valor de Juno es unir la parte emocional y la profesional. Hemos creado un espacio seguro para todas. Muchas socias llegan por un motivo muy racional, que puede ser el networking o que tenemos unas clases brutales de pilates, pero luego se encuentran con que han hecho amistades y conexiones que van mucho más allá. Hay socias que han vivido aquí su divorcio, un cambio de vida profesional...”.
Nuevos horizontes
Algunas socias llegan a Juno House después de haber triunfado en el mundo empresarial, buscando nuevos proyectos o huyendo del burnout. “Hay mujeres que han hecho un cambio total, dejado una vida corporativa y quieren dedicarse a otra cosa, que han tenido una buena carrera y un buen sueldo y sienten una necesidad de transformarse. Y muchas veces ayudan a otras, representan la parte altruista de ser mentoras o de querer abrir puertas y ayudar a la sociedad y las socias más jovencitas traen ese rollo de las tendencias, de TikTok... Y ves que todas encajan. Me encanta eso de Juno, ver esa diversidad de edades y perfiles, porque normalmente en un club ves al típico hombre en traje, todo business. Nuestro eje es ser intergeneracionales e interdisciplinares. Y multiculturales: hay barcelonesas y expatriadas, la proporción ahora es 60%-40%, gente de todas partes. Para mí eso es importante, lo vivo en mi día a día: mi marido es de Perú, mi abuela materna de Grecia, mi tío italiano, mi hermano se acaba de casar con una libanesa...”.
Cuando las fundadoras comenzaron a buscar una sede en Barcelona sabían que el espacio sería clave. Buscaban un emblema. Y lo hallaron en la Farinera de Aribau, una antigua fábrica de harina, un edificio industrial cargado de historia y de significado. La reforma corrió a cargo de la arquitecta Merche Conca, del estudio BCA Arquitectura, y la interiorista Meritxell Ribé, de The Room Studio, se ocupó de dar vida a los espacios de ese enclave especial. Batlle lo explica así: “Queríamos estar en una cierta parte de la ciudad, buscábamos un espacio con alma. Y cuando pasamos esa puerta en Aribau que lleva a un patio de manzana y que fue un lugar donde trabajaban las mujeres en la antigua harinera de 1910 supimos que era el sitio. Cuando lo vi me pareció como una casa de muñecas. Y al lado está lo que es el espacio que llamamos La Nave, que era un taller mecánico que fue todo lo opuesto, lleno de hombres. Es fuerte a nivel visual. Y allí donde vayamos en el mundo tenemos que encontrar edificios y espacios así, con alma, singulares”. La Farinera es el espacio más privado, reservado a las socias, y en La Nave se realizan también eventos abiertos a parejas y amigos.
Avanza que en Madrid ya están valorando zonas para la segunda Juno House: “Estamos estudiando el mercado, buscando socios locales, comenzando a hacer contactos, conociendo a mujeres influyentes, y vamos a lanzar unas iniciativas llamadas Juno Gatherings durante los próximos meses. Estas acciones incluirán cenas, comidas y reuniones para unir a mujeres inspiradoras y conocer mejor la ciudad y a las madrileñas”. Batlle señala que su aspiración es “ser un puente para la mujer local y expatriada en Madrid” y “descubrir en qué zonas se puede generar mayor impacto”. “Soñamos con un lugar como Justicia o Salamanca, pero puede que surjan otras oportunidades ya que también dependerá del socio local que quiera apostar por nuestra visión”, explica. Además, considera que “Madrid es clave para dar el salto a otros lugares, donde Juno podría ser un socio estratégico para marcas de hospitality, exportando el concepto a mercados que necesitan un espacio donde las mujeres puedan crecer, empoderarse y conectar entre sí”. Siempre, eso sí, manteniendo los valores fundacionales: “Crear un safe space, un miniuniverso donde hay optimismo, hay apoyo, hay ese compañerismo que hoy es más necesario que nunca para la sociedad. Tener la colaboración por encima de la competencia y logran impacto a nivel local, porque son microimpactos que luego se multiplican y se expanden”.
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