Perfil bajo: ¿un valor en alza?
El low profile, anglicismo de moda para denominar la mínima exposición pública, se ha convertido en la última herramienta estratégica de la imagen.
Adivina adivinanza: ¿qué tienen en común Vicente del Bosque, el diseñador Raf Simons y los creadores de WhatsAspp? A primera vista, nada. Tienen nacionalidades diferentes, proceden de ámbitos profesionales distintos y probablemente ni siquiera comparten los gustos. Pero si uno revisa lo que se ha publicado recientemente sobre ellos, advertirá que los tres comparten la misma etiqueta: son personas de «perfil bajo». Una expresión traducida del inglés low profile que vendría a significar «no llamar la atención». Por el contrario, personajes mediáticos como Mourinho, Paris Hilton o Kim Kardashian serían ejemplos de perfiles altos.
Vicente Del Bosque es un exitoso entrenador de fútbol cuyo equipo, la selección española, acaba de ganar la Eurocopa, aunque él prefiere mantenerse al margen de los flashes en las celebraciones porque «los protagonistas tienen que ser los jugadores». Ni siquiera se le vio en Cibeles festejando el triunfo. «Frente al estilo del ordeno y mando, Del Bosque ejerce una dirección serena, compartida. Es el liderazgo de los nuevos tiempos», resume Juan Carlos Cubeiro, presidente de la consultora Eurotalent. Por su parte, Raf Simons, el nuevo director creativo de Dior, tiene fama de discreto, y hasta ahora apenas ha concedido entrevistas. La firma francesa buscaba un «recambio de perfil bajo» tras el escándalo Galliano (el diseñador gibraltareño fue despedido cuando se comprobó que había proferido comentarios antisemitas) y lo encontró en este creativo belga de carácter tranquilo. «Nunca me ha interesado captar la atención rápidamente. Quiero perdurar. No me importa si eso significa no sorprender», ha declarado. ¿Y qué decir de los jefazos de WhatsApp, Jan Koum y Brian Acton? Estos dos exempleados de Yahoo! están detrás de una de las aplicaciones más populares de la telefonía móvil. Recelosos cuando se les pregunta por su vida, prefieren mantener «un bajo perfil informativo, como empresa y como individuos».
A juzgar por los casos anteriores, presentados como modélicos, mantener un perfil bajo puede ser una actitud a reivindicar. «Para mí, una persona con low profile es discreta, nada egocéntrica, que sabe trabajar en equipo, que no necesita de los focos para automotivarse… Es una figura a proteger», afirma Santiago Álvarez de Mon, profesor del IESE y autor de varios libros sobre liderazgo que cita a Amancio Ortega (propietario de Zara), Isidoro Álvarez (presidente de El Corte Inglés) o Juan Arena (expresidente de Bankinter) como personas de perfil bajo que han conducido sus empresas al éxito.
Al parecer, el término low profile deriva del uso que tiene en la ingeniería, donde hay objetos que se diseñan más finos o pequeños que la media a fin de obtener mayores prestaciones. Referido a las personas, hablamos de individuos que evitan la sobreexposición y vuelan por debajo del radar. «No buscan o no tienen visibilidad en su ámbito profesional», precisa Laura Hueso, consultora de Adecco, para quien, dentro de la empresa, el perfil bajo «puede tener un sentido positivo o no, dependiendo del rol que se desempeñe, de la cultura de la compañía y del momento que esta atraviese».
Optar por un perfil bajo puede ser una cuestión de actitud o de estrategia. Así lo cree Jorge Mira, director ejecutivo de Prestigia Online, especializada en ayudar a empresas y personalidades a trabajar su presencia en redes sociales. «Hay personas que no están cómodas en público, quizá por timidez. Otras optan deliberadamente por la discreción para que brille la empresa antes que la marca personal. Y también hay, por supuesto, situaciones mixtas. El director, aun optando por un perfil bajo, debe estar formado y preparado para hablar en público. Ante una situación de crisis de reputación, donde hay que dar la cara, lo propio es que lo haga el máximo representante de la empresa».
María Eugenia Girón, directora del Observatorio del Mercado Premium y de productos de Prestigio del IE Business School, opina que adoptar un perfil alto o bajo es una decisión de estrategia empresarial. «Cuando uno tiene una responsabilidad ejecutiva en una empresa, lo importante es entender en qué medida un perfil alto está alineado con los objetivos de esa empresa. Si no lo está, es irrelevante; pero si contribuye a conseguir los objetivos, entonces se convierte en una responsabilidad adicional», explica. En ese mercado se desenvuelve con soltura Rosa Vañó, exdirectora de Marketing de Coca-Cola España y propietaria de la marca de aceite de oliva premium Castillo de Canena. Abierta y sin remilgos, sostiene: «Es difícil ser participativo, vitalista y tener sentido del humor… y al mismo tiempo mantener un perfil bajo». Entre otras cosas, porque a lo largo de su vida laboral ha visto que el low profile tiene un sentido peyorativo: «La persona de bajo perfil no es líder, no se compromete… cumple sus funciones y punto».
Para José Miguel Marinas, profesor de Filosofía política e investigador especializado en Sociología de consumo, «el low profile es como el low cost: un camelo. Uno que se queda callado para no perder el puesto es low profile, pero también lo es Amancio Ortega. Aunque el perfil alto también tiene sus riesgos. A mayor exposición, mayor saturación. Mientras seas humilde y profesional, te irá igual de bien que si vas enseñando las plumas».
Puestos a encontrar ventajas al perfil bajo, estar fuera de foco permite proteger la privacidad y enfocarse en el desarrollo del negocio, pues quien lo adopta no se expone tanto a la mirada escrutadora de los demás. «En el mundo de la moda, al que se le permiten los delirios es al diseñador, no al propietario», afirma el sociólogo Pedro Mansilla. En su opinión, «el verdadero poder se esconde, porque la excesiva saturación es hortera».
En Talentiam, consultora de cazatalentos líder en moda, seleccionan diseñadores y creativos a través de redes sociales como LinkedIn o AsmallWorld. «Hay perfiles altos que buscan una oportunidad profesional en firmas de prestigio», comenta una experta consultora de esta compañía. A su mesa llegan decenas de currículos. ¿Su criterio de selección? «Buscamos perfiles creativos, con talento, potencial, que sepan trabajar en equipo… pero no solo eso. También la excelencia, y eso se consigue con aptitudes personales. Si un candidato transmite arrogancia, su encaje se hace más difícil», asegura. Ella misma presume de perfil bajo.
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