Nuria Sardá: «Ponerse nuestra lencería da subidón, es como ir a la peluquería o perfumarse»
La hija del desaparecido Andrés Sardá rinde tributo a su padre con una colección que recupera sus prendas más icónicas. Charlamos con ella en Madrid Fashion Week sobre su legado, el fin de Victoria’s Secret o el papel actual de la ropa interior sexy.
Aunque Andrés Sardá había abandonado la dirección creativa de su firma homónima ya en 2008, hoy se celebraba el primer desfile sin él. El diseñador fallecía a los 90 años el pasado mes de septiembre y su hija Nuria, al frente de la firma desde hace más de una década, rendía homenaje al trabajo de su padre sobre la pasarela. No solo congregando a cuatro de las top españolas más icónicas de todos los tiempos –Judit Mascó, Martina Klein, Verónica Blume y Vanesa Lorenzo–, sino recuperando algunas de las piezas originales elaboradas por su padre, uno de los pioneros de la lencería en España. «Aunque desde el principio preparó muy bien su sucesión, ha sido distinto trabajar en esta colección porque ya no está. Por eso decidimos rendirle homenaje», contaba a S Moda Nuria Sardá minutos antes de que diera comienzo el show, bautizado como Tribute y precedido por un minuto de silencio en memoria del creador.
De las piezas originales elaboradas por tu padre que recuperas en este desfile, ¿tienes alguna favorita?
La historia de la marca comienza con la empresa de mi abuelo, que se dedicaba a fabricar mantillas y encajes. Fue a mi padre a quien se le ocurrió transformar esas mantillas en ropa interior cuando cayeron en desuso y por eso el desfile empieza escenificando ese cambio de la mujer muy vestida, mantilla incluida, a la que va en lencería. Mi padre fue un visionario porque supo unir ropa interior, moda e imagen, algo muy adelantado en un tiempo en el que la ropa interior no era considerada moda. Me gustan especialmente las piezas de los ochenta y los noventa, desde los bodies de encaje que diseñó con la idea de que se enseñaran a los bañadores que incorporan plástico o dejan la espalda totalmente al aire.
¿Cuál es el consejo que más te repetía?
Siempre nos animaba a buscar la excelencia en todo; en la calidad, en la innovación, en la imagen… quería la perfección. Eso de que todo está ya inventado no iba con él, sabía la importancia de aportar algo nuevo en cada colección. A nivel moral nos enseñó que no todo vale, que hay que hacer bien las cosas.
¿Crees que se le ha dado el reconocimiento que merecía?
Tiene reconocimiento, sobre todo, en el mundo profesional y de la moda. Puede que la marca no sea tan conocida internacionalmente como otras, pero a nivel de corsetería tiene el reconocimiento de haber hecho algo diferente y único. Y creo que eso es muy importante después de trabajar toda la vida.
¿Recuerdas tu infancia rodeada de ropa interior? ¿Os enseñaba, a ti y a tus seis hermanos, sus creaciones?
Lo que más recuerdo es cuando en verano traía una maleta llena de bañadores a la casa donde veraneábamos toda la familia, que es bastante grande. Mis primas y yo nos los probábamos y después hacíamos el pedido de nuestros favoritos. Era súper divertido, el momento del verano.
¿Cómo es trabajar con tus hermanos durante tantos años?
Antes trabajábamos seis en la marca, y ahora cuatro. En 2008 la firma fue comprada por un grupo belga [Van de Velde] y nadie es jefe de nadie ni manda sobre los demás, lo cual hace que el trabajo sea mucho más fácil y nunca haya enfrentamientos. Nos llevamos muy bien.
¿Qué opinas del fin de los polémicos desfiles de Victoria’s secret?
Está claro es que no existe un solo tipo de belleza ni de mujer. Nosotros siempre hemos intentado subir a la pasarela a personas emblemáticas, de todas las edades, sexos y tallas. Uno de los esfuerzos más grandes que hacemos es fabricar cada diseño en un abanico de tallas lo suficientemente amplio como para que le siente bien a todo el mundo. Hacer eso resulta carísimo pero pensamos que no hay nada más frustrante que llegar a una tienda, querer algo y que te digan: «no, para usted no hay».
Quizá Victoria’s Secret no supo hacer eso, no supo adaptarse a los tiempos.
Hoy día está muy de moda diseñar lencería para las mujeres, pero mi padre ya lo hizo en el 62. Su leitmotiv desde el principio fue ponerse al servicio de la mujer en un momento en el que todo estaba más centrado en complacer la visión masculina. Él diseñaba pensando en la mujer para que luego ella hiciera lo que quisiera, pero siempre buscando que se sintiera cómoda y poderosa. Cuando tienes este enfoque todas tus decisiones empresariales van por ahí.
¿La lencería sexy es una herramienta para empoderar a las mujeres?
Totalmente. Nuestras clientas nos dicen que ponerse un conjunto nuestro es como ir a la peluquería o perfumarse, que les da subidón. Muchas veces ni siquiera lo enseñan ni nadie sabe lo que llevan bajo la ropa. La lencería es algo muy personal, lo más personal de todo, por eso es importante que te veas y te sientas bien.
¿Vendéis mejor los conjuntos de encaje y transparencias o los que defienden una mayor comodidad?
La ropa interior es como los zapatos: no llevas siempre el mismo tipo. Cambian en función de si vas a hacer deporte o vas a una cena. Con la lencería ocurre lo mismo, pero nuestras clientas siempre quieren que las sorprendamos incluso en una prenda de diario.
¿Qué impacto ha tenido la lencería low cost en el sector?
Ha influido de forma positiva porque ha hecho que mucha gente que no consideraba la ropa interior como moda se de cuenta de que sí lo es y se haya empezado a atrever a jugar con ella o a mezclarla con prendas exteriores. Eso es positivo porque una vez que los clientes empiezan a interesarse y a apreciarla también buscan cada vez mayor calidad.
Ahora que la sostenibilidad monopoliza el debate social, y el de la moda en particular, ¿cómo la estáis trabajando en vuestra marca?
Siempre hay que tender a la perfección. Lo más sostenible en cualquier tipo de compra, no solo de moda, es optar por la calidad y elegir algo que vaya a durar. No podemos seguir haciendo ropa que ni siquiera se vende. No podemos seguir haciendo porquería; ni en moda, ni en comida ni en nada. Nuestros clientes nos dicen que nuestras prendas duran incluso demasiado.
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