Paula Cánovas del Vas, la diseñadora española que ha conquistado París
Con una estética rompedora y un modelo de negocio basado en el producto, la intuición y la perseverancia de la diseñadora española Paula Cánovas del Vas ha logrado en poco tiempo convertirse en un referente de la moda de vanguardia internacional.
Hacer ruido en redes sociales, aliarse con influencers, desfilar cada seis meses, lograr visibilidad para ganar clientela potencial y, después, producir las prendas. Ese es el camino natural de los diseñadores emergentes. Pero hay otro camino. “Todo mi dinero va al producto, a crear algo que sea mío, pero que a la vez se pueda llevar. Ha sido así desde el principio. La gente me pregunta que por qué no doy el paso a hacer una pasarela, un desfile al uso, pero ahora mismo prefiero reinvertir lo que gano en seguir produciendo”, explica Paula Cánovas del Vas (Murcia, 32 años) desde el showroom que ha montado en París durante los desfiles de alta costura.
Hace solo cinco años que esta joven murciana se graduó, pero sus prendas ya se venden en templos de la moda de vanguardia como Sensse o Machine-A y el año pasado fue finalista del premio LVMH, el más prestigioso de la moda novel. “Londres me ha enseñado a buscarme la vida. Allí todo mi círculo hacía las cosas sin nada, buscando recursos en cualquier parte, liándonos los unos a los otros en los proyectos”, cuenta. No siempre Del Vas pensó en dedicarse a la moda: empezó a estudiar medicina, pero cuando se dio cuenta de que realmente esa no era su vocación, su madre, diseñadora nupcial con un pequeño taller, la animó a seguir sus pasos, porque conocía su talento. Así fue como decidió probar suerte en la londinense Saint Martins donde, tras presentar una idea de colección, consiguió una beca de Stella McCartney, que ya la puso en el punto de mira del sector.
Poco después de graduarse, en 2019, justo antes de la pandemia, presentó una propuesta, con la ayuda de la tecnológica taiwanesa HTC, en la que mezclaba prendas físicas con avatares digitales y que versaba sobre la exposición de las modelos en la pasarela. Aquella performance que anticipaba el metaverso llamó la atención de varios grandes medios, entre ellos The New York Times, que la incluyó en su lista de nuevos diseñadores a tener en cuenta. “Tuve la idea y, de casualidad, a través de amigos, conocí a un miembro de HTC que apoyó el proyecto. Aunque no sé si lo habría vuelto a hacer ahora que sé más de esta profesión, porque supuso demasiado esfuerzo”, comenta.
Paula lo aprendió todo probando. Lo primero, cómo materializar sus ideas, es decir, enfrentarse al tortuoso mundo de las fábricas y los proveedores, para el que le sirvió la experiencia de su madre. “Muchos te dicen que no pueden fabricar lo que haces, y te tienes que sentar con ellos a explicarles, a llegar a un consenso. Luego que no les compensa hacer tiradas pequeñas”, explica, “produzco en España, en lugares donde por ejemplo también lo hacen Comme des Garçons o Raf Simons, pero tú eres la última de la cadena, cuando terminan con el resto de encargos, empiezan contigo”. Después, se dio cuenta de que tener una marca de moda no es solo diseñar: “Hay que cumplir plazos todo el rato: de confección, de envíos, de presentaciones… Ahora soy una pequeña empresaria, y lo cierto es que me gusta”.
En cuestiones logísticas, muchas veces es su familia quien la ayuda. Luego, tiene a cuatro personas en su equipo de diseño, (“ojalá ser 20, pero ser sostenible también es pagar un sueldo digno a tus trabajadores”, dice) y hasta hace muy poco, a pesar de que ya vendía en medio mundo, no tenía ni agencia de prensa: “Hace dos años, nos presentamos un amigo y yo en la Federación Francesa de la Alta Costura y de la Moda, el organismo que regula la Semana de la moda parisina, y llamamos a la puerta. Alucinaban, pero nos empeñamos en contarles el proyecto, no nos fuimos de allí hasta que nos conocieron”, relata. Así fue como empezó a realizar presentaciones (que no desfiles) dentro del calendario oficial.
Ahora Paula acaba de mudarse a París, “con el Brexit, Londres ha perdido la capacidad de ser creativa. Si no tienes dinero, poco puedes hacer”, dice. Ha encontrado un estudio cerca de su nueva casa y no tiene grandes planes a medio plazo, solo seguir haciendo lo que hace, es decir, prendas de precio medio tan contemporáneas como fáciles de llevar que ya son reconocibles, sobre todo sus bolsos de flores acolchadas y sus zapatos de punta cóncava. “Las dos reglas que tenemos es que sea cómodo y nuevo, que no se haya visto en el mercado”, explica. “Ahora que he ganado alguna visibilidad siempre hay alguien diciéndome lo que debería hacer pero prefiero pensar que las cosas funcionan cuando uno las hace como quiere”.
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