Está pasando: vuelve el pantalón que arrastraba por el suelo y se empapaba con la lluvia
La pata de elefante extralarga, que puso de punta los pelos a las madres en los 2000, se empeña en resucitar.
Buscar inspiración para combinar el pantalón del otoño no requiere, esta vez, de largas horas procrastinando en Instagram. Ni siquiera es necesario ponerse al día con las pasarelas internacionales o empollarse decálogos de estilista. Para llevar el pantalón de campana que regresa inesperadamente esta temporada basta con tirar de hemeroteca o rebuscar en álbumes antiguos: la idea es que cubra el zapato y «vaya barriendo el suelo» como solían advertir las madres en los 2000, década de pleno auge de la campana extralarga. Por supuesto, si en los días de lluvia el agua de los charcos empieza a trepar por el tejido hasta inundarlo a la altura de la rodilla, no hay que preocuparse. Son daños colaterales de ir a la moda.
Aunque en 2020 las siluetas de vaqueros y pantalones son más variadas que nunca –la anunciada muerte del pitillo no termina de materializarse y los los culotte conviven a sus anchas con los slouchy–, las campanas extralargas vuelven a hacer acto de presencia. Firmas como Acne Studios, Halpern, Mugler o Area las subieron a la pasarela en sus colección otoño-invierno y los más recientes looks de alfombra roja en el Festival de Cine de Venecia o el de Deauville han vuelto a situarlos en el radar. Vanessa Paradis, de Chanel; Evan Rachel Wood, de Cushnie; o la diseñadora Vera Arrivabene, vestida por Philosophy di Lorenzo Serafini, son tres buenos ejemplos. Las tres, además, lo llevan de la misma forma: total look negro de pies a cabeza.
Aunque a muchas esta resurrección probablemente les provoque escalofríos, el street style de las semanas de la moda preconfinamiento ya le había dado su bendición. Es más, desde que la firma danesa Ganni lanzara en 2018 su colección de vaqueros de campana colosal, la amenaza de su regreso planeaba sobre el universo de las tendencias nostálgicas empeñadas en volver.
Si este será el intento definitivo está por verse, aunque las tiendas online de grandes cadenas Zara, Mango, & Other Stories o Bimba y Lola lo ponen fácil para encontrar el pantalón a ras de suelo perfecto. Y, sí, como ya pasaba en los 2000, las zapatillas de deporte son sus mejores compañeras.
A pesar de que el principio de siglo supone la etapa más reciente de la invasión de los pantalones de pata de elefante –más allá de iconos como Britney Spears o Christina Aguilera fueron una realidad en institutos, discotecas y calles de nuestra geografía–, el origen de la prenda se remonta al siglo XIX cuando fueron adoptados por los marineros por motivos prácticos: se dice que la generosidad de tela hacía más fácil rescatar a un hombre que se hubiera caído por la borda. Los iconos de los años 60 y 70 –de Cher a Mick Jagger o Jimi Hendrix pasando por Abba– los utilizarían como uniforme de una estética dominante muy ligada a la escena musical.
Sin motivaciones funcionales en plena era de la comodidad y en tiempos de pandemia –desde el punto de vista higiénico los argumentos no se sostienen– y con el justo encanto visual –¿hasta qué punto resulta favorecedor?–, su regreso de más allá de los nichos no lo tiene del todo fácil. Quien se atreva y quiera subir la apuesta puede seguir el ejemplo de Tiffany Hsu, directora de compras de MyTheresa, y hacer el todavía más difícil: sumarle flecos. Para que luego digan que las madres son unas exageradas.
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