Meryl Streep tiene el mismo peluquero desde 1975: una historia de amistad y confianza
Pocos como él conocen todos los secretos de la oscarizada actriz. Más allá de ser grandes amigos, el estadounidense ha participado en todas sus películas desde 1982, algo sumamente atípico en la meca del cine.
Meryl Streep está casada desde 1978 con el escultor Don Gummer, el padre de sus cuatro hijos. Sin embargo, algo antes de pasar por el altar conoció a una de las personas que hasta el día de hoy más le han marcado, tanto personal como profesionalmente. No nos referimos al actor John Cazale, su primer gran amor, sino al maquillador y peluquero J. Roy Helland. Juntos, desde hace prácticamente cuatro décadas, forman uno de los tándems más longevos e inusuales de la historia de Hollywood.
Su historia arranca en 1975. Tras graduarse en la Universidad de Yale, Streep se mudó a Nueva York para participar en varias producciones de Broadway. Entre las bambalinas de una de ellas, la adaptación de la comedia Trelawny of the «Wells» de Arthur Wing Pinero, se forjó su incondicional amistad. “A Roy le ofendía mucho que los tramoyistas tuvieran todos esos carteles de mujeres desnudas por todas partes, mostrando sus pechos y sus culos. Por ello, en su habitación colocó carteles de porno gay. Nunca había visto algo así en mi vida”, rememoró ella misma en Entertainment Weekly sobre esas paredes del Teatro Vivian Beaumont que empapeló con los pósteres centrales de la por entonces popular revista Playgirl.
Poco después, en 1977, la estadounidense debutó en la pantalla grande de manos del cineasta Fred Zinnemann en Julia, protagonizada por Jane Fonda. No obstante, el 14 de abril de 1980 su carrera obtuvo el espaldarazo que siempre había soñado: fue galardonada con el Óscar a la Mejor Actriz de Reparto por Kramer vs. Kramer. Por entonces ambos seguían viéndose frecuentemente, pero su vínculo se estrechó aún más en 1982. Aquel año, antes de protagonizar Bajo sospecha y La decisión de Sophie (con la que volvió a llevarse la preciada estatuilla, aunque esta vez en la categoría de Actriz Principal), Streep le preguntó a Helland si querría ser su maquillador y peluquero personal a tiempo completo. Como era de esperar, él no tardó ni un segundo en aceptar la oferta.
Del mismo modo que la figura de Marilyn Monroe estuvo estrechamente ligada a la del maquillador Allan «Whitey» Snyder, Helland es el verdadero artífice de la camaleónica personalidad interpretativa de la estadounidense. “Hay muy pocos maquilladores que tengan una relación con un actor que les permita crear personajes tan increíbles. Lo suyo es una entidad singular y rara. Es un matrimonio increíble”, dijo al respecto el maquillador Bill Corso a las páginas de The Philadephia Inquirer en 2009. Como él mismo remarcó en la misma publicación, su compañero de profesión “es un gran diseñador de pelucas”, mima como nadie la piel de la actriz y, en los días previos a cualquier rodaje, se encarga de modificar por completo sus cejas para que su cara se adecúe al papel que debe interpretar.
Si en un futuro alguien tuviera que escribir una biografía de Streep, sin duda, la persona más acertada sería Helland. Pese a ser un hombre de lo más discreto y parco en palabras, en realidad atesora infinidad de suculentas anécdotas. Sin ir más lejos, en 2019 confirmó que su amiga llevaba una prótesis dental en la segunda temporada de Big Little Lies para asemejarse a Alexander Skarsgård, quien hacía de su difunto hijo ficticio en la serie. Asimismo, en un extenso reportaje que People publicó en 1995 sobre el rodaje de Los puentes de Madison, afirmó lo siguiente sobre la dramática escena final de la cinta: “Salvo 45 minutos en el almuerzo, las lágrimas fluyeron durante un par de jornadas. Ningún tipo de hielo podía bajar sus ojos. Estaban tan llenos de líquido. No hay glicerina con Meryl. Cuando llora, llora”. Y, en cuanto a Memorias de África, los dos decidieron que el personaje de Karen von Blixen tenía que lucir el cabello oscuro. A Sydney Pollack esto no le hizo ni pizca de gracia porque quería que Streep apareciese de rubia, pero Helland no tuvo problema alguno en enfrentarse al director y espetarle: “Nunca será más guapa”. El resto es historia.
El 26 de febrero de 2012 fue otra de esas fechas que ambos recuerdan con especial cariño. Básicamente, hubo una doble celebración: aquella noche Streep se hizo con su tercer Óscar por encarnar a Margaret Thatcher en La dama de hierro, y Helland (junto a Mark Coulier) obtuvo su primera estatuilla al Mejor Maquillaje. “He roto el cinturón. Salté y el cinturón se rompió. Tuve un wardrobe malfunction en el cuarto premio”, bromeó la actriz ante las cámaras de la ABC. Tal como él mismo apostilló, transformarla en la primera ministra del Reino Unido fue un reto titánico: “El presupuesto para esta película era de algo menos de 14 millones de dólares. Simplemente dijeron: ‘No, no puedes tener más’. Me permitieron hacer cinco pelucas, que fueron alquiladas. Y eso fue todo. Así cubrimos más de 40 años”.
¿Cuál es el secreto de su duradera unión creativa? “Es un gran honor y una gran alegría. Por eso nos gusta seguir haciéndolo. Es fascinante hacer que su maquillaje se vea diferente. Hace mucho, mucho tiempo, probablemente recibí la mejor lección de maquillaje. Alguien me dijo: ‘No pintes lo que ves; pinta lo que quieras’. De modo que, para nosotros, para Meryl y yo, se trata de que no sea ella, sino que sea quien sea el personaje”, verbalizó Helland cuando la Academia de Hollywood, al fin, reconoció su trabajo.
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