De los campos de juego británicos al armario de Rihanna: la evolución de la camiseta de rugby
Esta prenda ha dejado atrás sus orígenes deportivos para ocupar las listas de tendencias y las pasarelas.
Las camisetas de rugby han formado parte del estilo masculino desde tiempos inmemoriales. Ahora, asalta el armario de celebridades como Chloë Sevigny, que ya la llevó el invierno pasado para un partido de baloncesto de los Knicks; Rihanna, en uno de sus icónicos looks de embarazada o, más recientemente el streetwear de la semana de la moda de Copenhague. El diseño clásico ha sido adaptado por diseñadores de moda, que han creado sus propias interpretaciones de la camiseta de rugby. Desde las más anchas y grandes a las más pequeñas, con logos o con rayas, la camiseta no tiene límites.
Esta prenda ha pasado del campo de rugby a la pasarela y su historia es un testimonio de durabilidad, pero sobre todo de versatilidad. Desde sus comienzos en un pequeño campo de la localidad británica de Rugby, en el condado de Warwickshire, ha llegado a los armarios de todo el público.
La escuela Rugby
La historia comienza con la creación del deporte en la escuela Rugby a mediados del siglo XIX. Por aquel entonces, teniendo en cuenta que la disciplina acababa de nacer, los jugadores se presentaban en el campo ataviados con camisas blancas abotonadas, pantalones blancos, botas de calle y, como toque final, pajarita. En sus inicios, nada estaba escrito así que, aquellos que jugaban en la calle lo hacían con ropa la misma ropa que utilizaban para ir a trabajar, nadie sabía quiénes eran sus compañeros ni había un número limitado de jugadores por equipo. No fue hasta que el rugby comenzó a ganar más fans cuando se crearon los primeros equipos y con ello, las reglas del juego.
Una de las primeras tareas fue adaptar el uniforme a uno más práctico. Para ello, cambiaron la camisa por un jersey de lana, ya que el tejido se consideraba adecuado para un uso “técnico”. Sin embargo, no tardaron en darse cuenta de que los jerséis de punto eran demasiado gruesos y poco agradables a la piel, por lo que cambiaron la lana por algodón grueso. Asimismo, se deshicieron de los botones que raspaban la cara de los jugadores durante los partidos.
Finalmente, se decidieron por una camiseta de manga larga, hecha de algodón grueso con un cuello blanco en contraste y pasaron de pantalón largo a corto. El único problema que quedaba por resolver era el de diferenciarse entre ellos, pues hasta entonces todos llevaban camisetas del mismo color. Los equipos experimentaron con diferentes estilos: algunos probaron los colores sólidos, otros prefirieron los logos… pero lo que encajó fueron las rayas horizontales con colores llamativos.
Emblema preppy y básico de Mick Jagger
Llegada la década de los cincuenta, el rugby se convirtió en el deporte estrella de las universidades de la Ivy League en Estados Unidos. Así la camiseta traspasó fronteras y se convirtió en toda una inspiración de estilo. Los alumnos más tradicionales empezaron a llevarla fuera del campo, tanto fue así que acabaron formando parte de los básicos del estilo preppy como forma de asociarse a la disciplina sin necesariamente practicarla. Era un símbolo de estatus y clase social, ya que se entendía que quién jugara era porque podía permitirse una educación privada.
El estreno de la película El ingenuo salvaje en 1963 impulsó la popularidad tanto del deporte como de la estética que iba asociada al mismo. Cuando británicos como el cantante de los Rolling Stones, Mick Jagger, o el pintor David Hockney empezaron a vestir la prenda, se democratizó dejando así de asociarse únicamente a las clases altas. Jagger la combinaba con una americana de rayas y Hockney la llevaba a menudo con pantalones cargo y zapatillas prácticamente destrozadas. Para ellos era parte de su estilo, no un personaje.
Para cuando llegaron los ochenta, el rugby —pese a su procedencia— se había convertido en un símbolo americano, en lugar de británico. Ayudó que marcas como Gant, Columbia Knit o L. L. Bean hicieran de sus camisetas uno de sus básicos. La más conocida, Ralph Lauren, se sumó a la ola en los noventa y la prenda era protagonista de los anuncios de Polo Ralph Lauren. Durante la década, cantantes como Snoop Dogg empezaron a vestirla y, siguiendo la tendencia ancha del momento, la camiseta se fue haciendo cada vez más grande.
La estética rugby ha tenido altibajos desde entonces. Mientras el streetwear dominaba las calles, las camisetas volvieron a ser parte de un público nicho. Ahora, vuelven a ser tendencia aproximadamente cada cinco años para el público femenino, pues el masculino las ha adoptado como una de sus prendas de fondo de armario. Antaño símbolo de la burguesía británica, después de las Ivy League estadounidenses, hoy un emblema de los llamados cool kids, o chicos y chicas populares. Sin duda, la camiseta ha dejado atrás sus orígenes deportivos para ocupar las listas de tendencias y las pasarelas.
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