De 52 a 90 años: estas mujeres con canas y arrugas reivindican que la edad no es un obstáculo
No creen en clichés y su estilo tampoco conoce barreras. Prefieren hablar de libertad, osadía y personalidad.
Bromean, ríen. Se divierten. Porque las cinco coinciden en que hay que exprimir cada momento. Disfrutan su profesión de modelos, un mundo en el que todas llevan más de 40 años. Y sumando. Lucen las nuevas tendencias, se atreven, experimentan con estampados, colores chillones o superposiciones. «Ser curiosa te mantiene activa», sentencia la británica Daphne Selfe, quien a sus 90 años evoca sus inicios, en 1949, cuando «tenías que ir cargando con tu porfolio para encontrar trabajo y hacerte tú misma el maquillaje, el pelo y llevar tus propios accesorios y zapatos».
Selfe fue adolescente en la Segunda Guerra Mundial y ahora es influencer digital, con un blog y más de 60.000 seguidores en Instagram. «Espero resultar inspiradora, mostrar que puedes hacer todo lo que te propongas con confianza y ética del trabajo. Recuerdo que la sabiduría que aportan la edad y la experiencia es útil. Y no escondo mis arrugas. ¡Son mi historia y no quiero poner veneno en mi cara!», dice con firmeza, refiriéndose al bótox y la cirugía. Esa labor en pro de la mujer y la moda ha sido reconocida por la reina de Inglaterra, que este año le concederá la Medalla del Imperio Británico.
Porque la edad no supone una barrera, recalca Jan de Villeneuve, estadounidense afincada en Gran Bretaña desde que comenzó a modelar en los sesenta. Llega a la sesión de fotos, realizada en Londres, directa desde la Semana de la Moda de París, donde unos días antes ha desfilado con la alta costura de Aganovich. «Nana, la diseñadora, quería explorar la historia de una mujer en un viaje, cómo vas evolucionando conforme avanza tu vida, y es maravilloso ver esto representado en la pasarela. Nadie quiere que le vean solo como un jubilado», explica. En sus 74 años, ha sido testigo de cómo se transformaban la moda y su profesión.
«El cambio más obvio es el uso de las redes sociales. Antes, solo Twiggy y Jean Shrimpton eran conocidas por su nombre y ahora cada modelo es una marca», reflexiona. También ha observado un giro en la industria debido al MeToo: «Tengo mis propias historias de incidentes a lo largo de los años, como muchas. En varias ocasiones, no he aceptado opciones de trabajo si tenía dudas acerca de un fotógrafo. Lo más importante es que todos debemos asumir la responsabilidad personal de expresarnos si nos sentimos incómodos en una situación y asegurarnos de que la industria tome en serio el acoso sexual».
Los años y la experiencia dan seguridad para hablar alto y claro, asegura la berlinesa Anna von Rüden: «He sentido edadismo [discriminación por edad] por parte de algunos fotógrafos y editores de revistas que no querían mostrar arrugas a su público. Para mí, son una parte importante de mi identidad, al igual que lo es mi pelo gris natural». Considera que, poco a poco, los medios y la sociedad «están llegando a un nuevo entendimiento de la edad, y en lo referente a la moda se ha llegado a que cada uno vista lo que quiera, sin reglas». Prima la libertad, una moda transversal, sin edad. Y es importante que se vea: «Soy feliz de mostrar que se pueden seguir las tendencias pasados los 60. Yo tengo 68. Esto le dice a otras mujeres: ‘Tú también puedes hacerlo’. Por eso es significativo que haya personas mayores que sean modelos».
Karl Lagerfeld dijo que «la juventud tiene que ver con cómo vives, no con cuándo naciste». Y la moda, confirma la británica Stephanie Grainger, de 66 años, cada vez refleja más esa máxima. «He tenido canas desde los 20. Retocar las raíces cada tres semanas me parecía muy aburrido, así que decidí dejar que mi pelo creciera con su color natural y me gusta verlo así», se reafirma. Nadie le impone normas, ella es quien decide y experimenta: «Las opciones de moda y maquillaje nunca han sido tan emocionantes como ahora. Cada una debe usar lo que se adapte a la forma de su cuerpo y disfrutar».
Comenzó a modelar en los setenta y trabajó hasta que con 54 se retiró por una enfermedad. «Tuve un cáncer que cambió mi vida. Me hicieron una mastectomía en el pecho derecho, me dieron quimioterapia… Entonces sentí que mi carrera como modelo había acabado, pasé una especie de duelo y empecé a trabajar en un banco en la City de Londres. Pero mi hija Annabel me animó a volver y el año pasado, a los 65, aceptaron mi book en la agencia Models1. Nunca he sido más feliz. Esto me ha demostrado que no existen límites para lo que podemos conseguir», explica.
El poder femenino también es la máxima de Merel Marije Krielaart. Tiene 52 años, pero lleva toda una vida –literalmente– posando: «Fui la niña modelo más famosa de Holanda, de los 2 a los 12 años». A los 24 lo dejó todo y se mudó a vivir a Ibiza, donde creó su propia marca-concepto vital, World Family Ibiza. «Elegí conscientemente tener una buena calidad de vida, con tiempo para los demás y para el crecimiento espiritual, no solo para trabajar con un piloto automático; ya lo había vivido y no quería seguir así».
Encontró su lugar en el mundo. «Ahora, pasados los 50, me siento tranquila, poderosa. A gusto conmigo misma y mi vida», asegura. Por eso incide en la reivindicación pública de la madurez: «Es muy necesario que esté representada. Hoy en día hay mucha más sororidad, las mujeres se están apoyando unas a otras y el pelo gris y las arrugas han dejado de ser un tabú».
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