Cómo Laura Pausini hizo del chaleco un escudo para impedir que su talento fuese devorado por una imagen de ‘sex symbol’
La cantante no estaba dispuesta a que le ocurriese lo mismo que a Raffaella Carrà, Mina Mazzini o Patty Pravo, santísima trinidad de la música italiana. Así construyó su imagen a través de la ropa para evitarlo.
A Lucio Dalla se le reconoce por sus camisas psicodélicas, a Pino Daniele por las confeccionadas en denim, a Francesco de Gregori por su sombrero (al menos desde que empezó a mudar de pelo) y a Luigi Tenco por su jersey de cuello cisne. Todos ellos, con especial énfasis en ese ‘ellos’, son cantautores italianos. La imagen de Laura Pausini está íntimamente ligada a un chaleco. Al menos en España.
En 1994 el Partido del Trabajo y Empleo-Agrupación Ruiz-Mateos perdió su representación en el Parlamento Europeo, se celebraron las cuartas elecciones al Parlamento de Andalucía, una ola de calor elevó las temperaturas de toda la península, la infanta Elena se comprometió con Jaime de Marichalar y Laura Pausini lanzó su primer álbum, bautizado con su propio nombre, en castellano (una versión del mismo publicado un año antes en la lengua de Dante). Vendió un millón de copias en España. Todo un fenómeno. ¿Alguien ha podido olvidar a Tamara Macarena Valcárcel Serrano imitándola en Noche de Estrellas? Tenemos que hablar de la imagen de Laura Pausini en la portada de Laura Pausini.
La italiana (Faenza 1974) comenzó su carrera siendo una niña gracias al apoyo de su padre Fabrizio que no dudó en acompañarla a los famosos piano-bares de la época. A los ocho años compuso su primera canción Lasciami dormire y a los 13 grabó su primer trabajo, I sogni di Laura. En el frontal una cría nos regala una media sonrisa bajo un abultado flequillo; iba vestida con una camiseta blanca y una camisa vaquera parcheada encima. Lo que cabía esperar de una niña de finales de los 80 sin un gurú del marketing a sus espaldas.
En la carátula de Laura Pausini (que contiene los himnos La soledad, Se fue y Amores extraños) la artista aparece sentada en una pedregosa playa y vestida con una camisa blanca, un pantalón pitillo negro, unas botas marrones y un chaleco azabache de estilo romántico adornado con flora en oro. Con la mano zurda se sujeta la cabeza y con la derecha acaricia la pierna izquierda; podríamos estar describiendo una fachada de Joaquín Sabina o Antonio Flores. La elección de Laura no era fruto de la casualidad. Laura quería parecer lo que era: una cantautora. Sabía, porque llegaba a nuestro mercado con los deberes hechos, que para que la tomasen en serio (tristemente) tenía que parecer uno de sus compañeros masculinos.
Laura no estaba dispuesta a permitir que su talento fuese devorado por una imagen efectista de sex symbol como les había pasado a Raffaella Carrà, Mina Mazzini y Patty Pravo. La santísima trinidad de la música italiana. Su éxito no iba a depender (al menos en parte) de la sexualización de un cuerpo que apenas había superado la adolescencia. Los caminos de la música son inescrutables. Por eso eligió su propia senda y cubrió su anatomía con una prenda de origen ambiguo (sus ancestros son una maraña de chaquetillas) y probablemente la más ligada al armario del caballero: el chaleco. Uno elegante de terciopelo, en la portada parece un Mozart adaptado a los tiempos, para que no la confundiesen con una jovencita que se ha colado en el recreo de los mayores para robarles la pelota.
La elección no respondía a una nueva estrategia para camelar un nuevo público. En la versión italiana de la obra Laura aparece más sonriente que reflexiva con una camisa de cuello Mao abrochada hasta acariciar la garganta. Para presentarse en el Festival de la Canción de San Remo eligió La solitudine («Marco se ha marchado para no volver, el tren de la mañana llega ya sin él»), una camisa y un pantalón oscuros y una americana nívea de doble botonadura con estrellas rojas en la solapa. Destaca su actitud y su atuendo frente a los de la azafata que la acompaña (despide a Laura con una pirueta al estilo desfile de moda). La noche de 1993 que se hizo con el trofeo, el famoso león dorado apoyado sobre una palmera, en el teatro Ariston Laura había resuelto su atuendo con unas piezas similares en negro.
Con los años Pausini ha dejado crecer su melena y ha abierto su armario a otras prendas. Podría no haber cambiado nada. Laura ha hecho su camino al andar y con su paso se lo ha despejado a todas sus compañeras. Lo hizo armada con un chaleco. Pausini es la número uno (en 2005 se convirtió en la primera italiana en ganar un premio Grammy) y está reconocida como la cantautora de mayor éxito de su país.
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