Así fue cómo la propia Margaret Thatcher dio el visto bueno al apodo «Dama de Hierro»
El vestido rojo con el que dio uno de sus discursos más recordados forma parte ya de la historia del siglo XX.
¿Quién le puso el sobrenombre de “La Dama de Hierro” a Margaret Thatcher? Fue un joven oficial del ejército ruso en un artículo del periódico Kransaya Zvezda, en español ‘Estrella Roja’. Era el “premio” que le concedía por el discurso titulado Gran Bretaña, despierta (sí, los ecos con la actualidad son obvios) que pronunció en el ayuntamiento de Kensington en el año 1976 como lideresa del partido conservador británico y en el, en plena Guerra Fría, intentaba convencer al mundo de que era posible vencer la influencia de la Unión Soviética, que consideraba un peligro.
Llevar sobre los hombros el peso de una denominación tan rotunda exigía sin duda un elemento de vestuario que se acabaría convirtiendo en un básico del armario de Thatcher: las hombreras. A pesar de que nunca fue una feminista no tenía el más mínimo interés en el movimiento por la igualdad entre hombres y mujeres, es indiscutible que era una mujer. Y como tal se vestía. A diferencia de otras grandes políticas como Angela Merkel o Hillary Clinton que en tiempos posteriores adaptaron el cómodo pantalón como parte imprescindible de su vestuario, ella jamás renunció a las faldas. Tampoco a los vestidos, a las grandes lazadas en el cuello, las perlas (que se le vieron ininterrumpida desde su boda en 1951 hasta sus últimos días) ni por supuesto a su bolso negro, un diseño sin firma conocida pero cuyas formas están inspiradas en los clásicos de Asprey que lució durante 35 años y que nadie sabía exactamente qué contenía.
Si es obvio que con su pelo cuidadosamente lacado y su estilo invariable quería transmitir la imagen de estabilidad que supuestamente se asocia a los valores conservadores, no lo es tanto que a la que fue Primera Ministra del Reino Unido desde 1979 hasta 1990 le encantara jugar con los colores de su ropero y que sus elecciones cromáticas no eran casuales. En su primer día en el cargo hizo una ejemplarizante muestra de que esto era así: para escenificar públicamente que los tories habían vuelto se vistió de la cabeza a los pies con un blazer y una falda de tablas azul eléctrico. El color de su formación. Al igual que la Isabel II fue joven durante los años cincuenta, una generación que en el Reino Unido coqueteaba con estampados florales. Esos son los que se ponía con más frecuencia para sus encuentros con Donald Reagan. Thatcher conocía muy bien el valor icónico de muchas de sus prendas, motivo por el cual sus asistentes sabían perfectamente a qué se refería cuando decía que quería ponerse “El vestido de las Malvinas”.
Thatcher era dura e inflexible, pero le importaba la moda, como demuestra el testimonio de la periodista especializada Suzy Menkes, quien cuenta que la Dama de Hierro en persona le dijo que haber aparecido en 1988 en la Lista Internacional de Mejor Vestidos de la revista Vanity Fair fue uno de los momentos más especiales de su vida.
Aunque su estilo es absolutamente inconfundible no es fácil encontrar estilismo memorables. Quizá por eso el más reseñable de todos corresponda a un tiempo en el que aún no sabía que iba a acabar dirigiendo los destinos de su país y del mundo.
Fue a principios de enero de 1976 cuando la prensa rusa la acuñó como ‘Iron Lady’. En el último día del mes de ese año, la recién bautizada estrella emergente de la geopolítica mundial hizo gala de un sentido del humor que no era su principal característica (la ironía quizá sí lo era): “Aquí estoy frente a ustedes esta noche en mi vestido ‘Estrella roja’ de chifón. Con el rostro ligeramente maquillado, el pelo delicadamente ondulado: la ‘Dama de Hierro’ del mundo occidental. Una guerrera de la Guerra Fría, una amazona, incluso si lo desean, un topo de Pekín. Bueno, ¿soy alguna de estas cosas realmente? Pues a lo mejor sí, si es como desean verme. Sí, una dama de hierro, si así es como desean interpretar la defensa que hago de los valores y libertades fundamentales de nuestra forma de vida”. Allí estaba, en una conferencia de su Partido, frente a todos aquellos circunspectos hombres con un vestido rojo de chifón que ya forma parte de la historia del siglo XX.
"I stand before you tonight in my Red Star chiffon evening gown, my face softly made up and my fair hair gently waved, the Iron Lady of the Western world."
— Thatcher Clips (@ThatcherClips) December 24, 2017
Speech to Finchley Conservatives, 1976 pic.twitter.com/WsB9X2wu86
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