Las primeras veces de Andrea Duro: de aquel primer ‘casting’ a su primer (y vergonzonso) beso

Nos gusta atesorar recuerdos: la primera película que vimos en el cine, nuestro primer concierto sin padres, ese primer viaje con amigas que hicimos a un país diferente, nuestro primer (y un tanto vergonzoso) beso… Algunos caben en una cajita, otros solo se pueden evocar. Pandora ideó un método para rendir homenaje todos esos momentos especiales y llevarlos siempre cerca de nosotros. La firma de joyería celebra veinte años desde el lanzamiento de sus maravillosas pulseras con charms: todos esos pequeños amuletos que cuelgan de la muñeca, testigos de los acontecimientos más importantes de nuestra vida.

Andrea Duro recuerda cada palabra de su primer casting, con el que consiguió el papel de Yoli en Física o Química, el fenómeno adolescente que le cambió la vida, y con el que ha ido evolucionando –no sin cierto orgullo–, dentro y fuera de las cámaras. «Una directora me dijo un día: ‘Lo mejor que te puede pasar en la vida es que te encasillen, porque todo el mundo sabrá quien eres. A partir de ahí, es tu labor hacer otras cosas para que la gente cambie la mirada que tiene de ti’. He trabajado muchísimo y nunca le he tenido miedo a Yoli. De hacerlo, me hubiese quedado paralizada y hubiese sido bastante terrible», recuerda Andrea, la nueva embajadora de Pandora, antes de comenzar a rodar el vídeo de la cabecera, un viaje por todas esas primeras veces de la intérprete madrileña que merecerían ser recordadas con un amuleto de la firma.

En la pulsera de Andrea cuelgan charms como la huella de mascota, con el que recuerda a su primer perrito May, la letra A en plata, en honor a su nombre, o un trébol de la suerte. Lo suyo, sin embargo, ha sido algo más que cuestión de suerte. Con 16 años recién cumplidos y a pesar de que los papeles de Física o Química ya estaban repartidos, pasó a formar parte del reparto de una serie que retrataba por primera vez, y si ningún tipo de filtro paternal, una generación diferente en la que ser adolescente era quizá un poquito más complicado. «La verdad es que no recuerdo mucho esa época, fue muy impactante para nosotros: estábamos metidos en un mundo laboral de adultos en el que se nos exigía trabajar como adultos… Y el éxito no lo recuerdo mucho, no fui muy consciente, pero de lo que me acuerdo es del grupo. Recuerdo la amistad, pasábamos muchas horas juntos y éramos como hermanos», explica.

La serie sirvió de escuela también para una nueva cantera de actores que este mes han vuelto a juntarse. Hace solo dos días que han terminado el rodaje. «Reencontrarnos todos diez años después, con nuestras cosas nuevas y nuestra esencia de siempre, ha sido de verdad muy interesante. En el especial se verá qué ha pasado con los personajes y saldrá un pequeño secreto que para nosotros fue como: ¡Guau! Esto no sabíamos que iba a pasar». Suelta el cliffhanger momentos antes de la prueba de vestuario, en donde escogerá las piezas de la firma con las que mejor se identifica: un dulce collar plata de primera ley con un corazón diseñado en cadena de serpiente, los anillos Pandora Rose con bandas entrelazadas en pavé y el Tres bandas cadena de serpiente en pavé que se enredan entre sus manos, y varias pulseras moments.

Andrea tiene ahora 28 años y la experiencia suficiente para responder una pregunta sin revelar más detalles de lo debido, procurando no moverse mientras le están dando los últimos retoques de maquillaje y vigila a su perrita Canela que recorre cada rincón del set. Ha encadenado tanto proyectos como charms en su pulsera (Tres metros sobre el cielo, Velvet, La catedral del mar, Promesas de arena…), y ahora se estrena con una película de acción, Xtremo, dirigida por Daniel Benmayor para Netflix y de la que todavía poco se sabe. «Nunca en España se ha hecho algo así, creo que va a ser muy pionera. Tengo muchas ganas de que se estrene porque me lo pasé increíble y he aprendido muchísimo en el rodaje», confiesa Andrea. Otra primera vez que celebrar.

En este tiempo la embajadora de Pandora también se ha convertido en un icono de estilo. Sus looks en presentaciones y alfombras rojas siempre la elevan a las listas de mejor vestidas. En Instagram, en donde atesora casi 700 mil seguidores, siempre cae alguna pregunta sobre la procedencia de sus prendas. Esa exposición pública tampoco le provoca ningún quebradero de cabeza. «Nunca le he dado importancia a la fama, me parece una pérdida de tiempo. Es algo muy relativo: el público o te ama o no», zanja.

Atesora eso sí unos pendientes que le dio su madre y que se pone siempre que necesita un pequeño refuerzo, como una especie de amuleto. De la muñeca, el charm Pandora Rose herencia familiar, celebra todos esos buenos momentos maternos. Fue ella quien le anunció que había conseguido su primer proyecto. ¿El siguiente? «La verdad es que no soy mucho de sueños, dejo que la vida me sorprenda muchísimo. Como objetivo: arriesgarme un poco más a hacer otras cosas en la vida, cosas que realmente me gustan».