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Asistentes a la misa 'Sunday service' que Kanye West celebró en Coachella en 2019
Asistentes a la misa 'Sunday service' que Kanye West celebró en Coachella en 2019Kent Nishimura (Los Angeles Times via Getty Imag)
Tendencias

“Las chicas guapas aman a Jesús”: de Hakuna a Generation God, el auge de las marcas de moda cristianas para jóvenes

Las redes sociales están repletas de pequeñas firmas de sudaderas y camisetas que mezclan la estética urbana con mensajes bíblicos. Analizamos un fenómeno que lleva años siendo difundido por algunas celebridades globales y que ahora ha calado entre la Generación Z.

Generation God, Forty Six Ten, God Motive... al escribir el hashtag #christianfashion en TikTok, que arroja nada menos que 40,6 millones de vídeos, aparecen decenas de jóvenes emprendedores que han creado recientemente marcas de moda con lemas cristianos en camisetas y sudaderas. Casi todas tienen vídeos virales y todas se parecen entre sí: son marcas de moda urbana, con diseños deportivos similares a los de Supreme o Palm Angels si no fuera por que en lugar de logos se leen frases como “God’s got this”, “Seek first his Kingdom”, “God is good” , “Pretty girls love Jesus” o incluso camisetas de la NBA que cambian el nombre y el número de los jugadores por versículos. La mayoría de estas marcas, que ya existen también en España (aunque aquí su estética es mucho más clásica), donan parte de sus ingresos a organizaciones cristianas locales o a la propia iglesia a la que pertenecen sus fundadores, aunque casi todas hacen envíos internacionales.

“La moda urbana siempre se ha asociado con la narrativa de la ambición personal, la construcción de la comunidad y el esfuerzo. Gracias a marcas como Cross Colours y FUBU, la moda urbana ha estado ligada a los mensajes, aportando un espacio para la gente que quiere hacer notar sus opiniones”, explican en la revista Refinery 21 en un reportaje sobre el auge de la relación entre moda y religión. Cross Colours y FUBU fueron, de hecho, las primeras marcas creadas por afroamericanos para afroamericanos en plena popularización del hip hop. Ahora que ese estilo urbano es una macrotendencia, aupada por la influencia global de las estrellas del género, esas sudaderas de algodón son hoy para algunos el lienzo perfecto para difundir el mensaje bíblico. No está claro si los miembros de la Generación Zeta son más espirituales que sus mayores (hay estudios contradictorios al respecto), lo que sí es un hecho es que, como nativos digitales, se han educado para dar su opinión públicamente en las redes sociales, ya sea de la última serie de turno o sobre el modo (estético) en que viven su fe. Pero este auge de la moda urbana que ‘predica’ desde sus diseños ( #Christianstreetwear acumula más de 10 millones de videos en TikTok) no es espontáneo: muy al contrario, varios prescriptores globales llevan años difundiendo este mismo mensaje.

En el documental de Max Los pecados de Hillsong, la iglesia hipster a la que acudían las Kardashian y Justin Bieber, entre otros famosos, aparece un joven cristiano llamado Ben Kirby que se convirtió en una pequeña celebridad de Internet gracias a su cuenta de Instagram Preachers and sneakers, hoy en suspenso tras la oleada de críticas que recibió de algunos de los predicadores que aparecían en su perfil. Kirby llegó a escribir un libro en 2021 titulado PreachersNSneakers: Authenticity in an Age of For-Profit Faith and (Wannabe) Celebrities " (Predicadores y zapatillas: la autenticidad en la era de la fe con ánimo de lucro y de los que buscan la fama) en el que detallaba cómo los pastores de estas megaiglesias (así se denomina en Estados Unidos a las congregaciones de rama protestante que atraen al público joven a través de macroeventos retransmitidos en Youtube) llevaban deportivas y prendas exclusivas de marcas de moda urbana que podían ascender a más de mil dólares la pieza.

Carl Lenz, ex portavoz de la iglesia Hillsong , conocido como ‘el pastor de Instagram’ y hoy retirado del ojo público tras varios escándalos de corrupción e infidelidades, llegó a predicar con la colección que Louis Vuitton lanzó junto a Supreme, una de las colaboraciones más caras que se recuerdan y una de las más exclusivas, ya que sólo se comercializaron unas pocas decenas de piezas. Pero Kirby, que se preguntaba “¿Deberían los pastores enriquecerse? ¿por qué nos enfadamos cuando lo hacen?” en la sinopsis de su libro, también vio la oportunidad de hacerlo y, en contra de lo que ‘predicaba’, lanzó su propia firma de moda urbana cristiana: “El Señor trabaja con combinaciones de colores misteriosas”, rezaba su eslogan.

Jerry Lorenzo, Kanye West y la misa como pasarela

Una de las marcas favoritas de los fans de la moda urbana (creyentes o no) es Fear of God, una enseña fundada en 2013 que, como el resto de sus competidoras en el sector, funciona por tiradas fuera de estación de pocas unidades que pese a su precio (una camiseta rebasa los doscientos euros) se agota al instante y se revende en webs por el triple de su valor. Hasta ahí no es muy distinta de Palace o de lo que fue Supreme hace una década, pero el nombre es literal: “Mi perspectiva vital la moldean mis creencia. El nombre es un versículo bíblico que habla de las nubes, la paz y la oscuridad que rodea al Reino de Dios”, contaba su fundador, Jerry Lorenzo, en una entrevista para la web de los almacenes británicos Selfridges. El diseñador californiano afirma que su marca no tiene que ver con la religión y que es para todo el mundo independientemente de sus creencias, pero en la mayoría de sus entrevistas deja claro su mensaje “Su trono se sustenta en la justicia. Por eso a Dios como una figura muy cool”, contaba a otra de las plataformas multimarca que venden sus prendas, Sensse.

Si el perfil de Fear of God tiene más de dos millones de seguidores es gracias, en parte, a personajes como Justin Bieber y Kanye West, que lo han citado en sus respectivos perfiles de forma recurrente. Bieber, que encontró su propia redención en Hillsong, se separó de la iglesia tras las acusaciones de infidelidad y abuso de poder de Lentz y se unió a Churchome, una congregación de corte evangélico comandada por otros dos predicadores con pinta de influencers: Judah y Chelsea Smith. El caso de West es mucho más complejo.

Si bien la relación de la religión con el hip hop es larga y complicada y las estrellas del género han hecho referencia a Dios en múltiples canciones (una búsqueda rápida sobre la llamada ‘Nación del 5%’ aclara bastantes cosas), el artista ahora conocido como Ye supo llevarla al mainstream y, por el camino, capitalizarla. En 2013 rompió esquemas con Yeezus, un álbum experimental cuyas letras hablaban de temas como el conflicto entre la divinidad y el ego o la redención. Dos años más tarde lanzaba su exitosa marca Yeezy, cuyo nombre viene del juego de palabras entre Jesús y Kanye. Y en 2019 comienza a orquestar los llamados Sunday services, esa amalgama entre la misa y la música que mezclaba himnos góspel tradicionales con temas propios y donde la moda tenía un lugar protagonista.

Las misas de Kanye (que se llevaron a cabo hasta 2022, cuando fueron canceladas tras aquella camiseta de ‘White Lives Matter’) recibieron toda la atención mediática del mundo, pero quizá su cénit lucrativo llegó en Coachella de 2019, cuando ofreció una de esas liturgias dentro del festival y, de paso, creó un merchandising cristiano para la ocasión: calcetines con la frase ‘Jesús camina’ a cincuenta dólares y sudaderas del ‘Espíritu Santo’ a 165. Cuando ese mismo año lanzó el álbum Jesus is King dedicado directamente a la Biblia, algunas revistas de moda se preguntaron cómo vestirse para predicar en el desierto, tal y como hacía él en los videoclips que acompañaban al lanzamiento. Ye reforzó su apuesta por el combo moda-religión cuando, en marzo de 2020, orquestó uno de sus Sunday services durante la semana de la moda de París. La pasarela convertida en misa para presentar la nueva colección de Yeezy horas después de que lo hiceran, el mismo dia, Chanel, Louis Vuitton o Miu Miu. Cuando sus delirios racistas y antisemitas le llevaron a la cancelación hace dos años, se supo que Yeezy reportaba a Adidas más de trescientos millones de dólares anuales. Los vídeos en TikTok sobre cómo vestirse para acudir a un Sunday Service (de forma monocromática y a poder ser con firmas de moda urbana) rebasan los dos millones.

No es solo un fenómeno anglosajón

En los últimos años, ha habido una estrategia de rejuvenecimiento por parte de la Iglesia católica para que su mensaje cale en las nuevas generaciones baste recordar al sacerdote portugués Guillherme Peixoto, que se hizo viral el año pasado por su faceta de DJ en las últimas Jornadas Mundiales de la Juventud. También ha habido un repunte de las ‘macroiglesias’ fuera de los Estados Unidos. Hillsong lleva once años operando en España, tal y como detalla su Instagram (con 28.000 seguidores). Y movimientos como el de Hakuna, nacido en las JMJ de 2013, demuestran cómo la religión, y en este caso la religión católica, han calado entre las nuevas generaciones generando todo un estilo de vida adaptado a las redes sociales. Creado por el cura José Pedro Manglano (Josepe) tras su salida del Opus Dei, Hakuna se define como “una Asociación privada de fieles, aprobada por el Cardenal Arzobispo de Madrid, D. Carlos Osoro” que difunde su mensaje a través principalmente de la música. Hakuna Group Music ha agotado localidades en el Wizink y, como cualquier fenómeno musical que se precie, tiene su propia marca de moda, llamada Arte Cero: sudaderas y camisetas, también de estilo urbano pero con colores pastel, estampadas con frases motivacionales al estilo de Mr. Wonderful y palabras clave (Noqueado, Ojalá...) que sólo reconocen en un principio los iniciados en el grupo religioso. Su precio va de los veinte a los sesenta euros y las ventas sirven para financiar a la propia entidad, pese a que las escuchas y las entradas a conciertos siguen siendo su principal fuente de ingresos.

También existen firmas nacionales como Alma (en sus sudaderas se puede leer ‘Él Sana’ o ‘Jesús Sacia’ con letras psicodélicas) o The Heaven Lift : “No somos una ONG, pero destinamos el 100% de nuestro beneficio a proyectos de evangelización y acción social que hagan de nuestro mundo un lugar mejor.” cuentan en su página web. Ambas ejemplifican cómo se está importando un negocio que, si bien viene de Norteamérica y de Reino Unido, tiene paulatinamente más presencia global dada la influencia de sus prescriptores y el uso cotidiano de las redes sociales entre los jóvenes. Hay mercado. Cada vez son más las influencers que no sólo no esconden sus creencias, sino que las difunden en redes. Ni ellas ni los clientes de estas marcan buscan esa estética modesta con la que asociamos a los muy religiosos, tampoco portan símbolos tradicionales (de los que han hecho uso la moda y el lujo con fines meramente estéticos durante décadas) sino que buscan modernizar su mensaje con esas prendas urbanas que lleva cualquier miembro de la Generación Z, con la salvedad de que si antes el mensaje tenía que ver con el grupo favorito o la reivindicación social, ahora tiene que ver con una especie de evangelización digital.

El fenómeno ha llegado a tales cotas que ya no solo se trata de que Shein intente capitalizarlo vendiendo camisetas con mensajes religiosos o de que existan cientos de marcas de moda crisitanas; también hay cada vez más firmas que juegan con la religión explícitamente sin saber si sus fundadores la profesan o se trata de un juego iconoclasta. Marcas ‘sacrílegas’, como las llama la revista de moda urbana Highsnobiety. Un buen ejemplo de ello es ese fenómeno viral llamado Praying, una enseña creada por dos jóvenes británicos que agotaron existencias del bikini ‘Padre, hijo y espíritu santo’ o de la camiseta ‘La favorita de Dios’ después de que la idea levantara ampollas en redes sociales (también tienen una sudadera dedicada a Melania Trump). Las zapatillas sagradas y bendecidas con agua bendita que creó el colectivo artístico MSCHF hace cuatro años (y que costaban 2.000 dólares) se agotaron también entre los devotos con bolsillos abultados. Muchos se debieron llevar un chasco cuando, un año más tarde, lanzaron unas Air Max ‘satánicas’ que llevó Lil Nas X y les valieron una denuncia de Nike. Aunque quizá la marca más controvertida sea Rose in Good Faith (educado en la buena fe), un proyecto que ha alcanzado el éxito en los últimos cuatro años gracias a extrañas colaboraciones, como la de la zapatilla de plástico reciclado hecha a base de juguetes sexuales sin utilizar o una cápsula junto al BYU Virginity Club, una asociación dedicada a promover la virginidad en las universidades.

Cuando el MET dedicó su exposición anual a la relación entre moda y religión, en 2018, se pensaba en un diálogo entre tradición, sociedad, representación y arte. Seis años más tarde dicha relación poco tiene que ver con las vírgenes de Gaultier y Lacroix o con el imaginario cristiano de Dolce & Gabbana. Puede que hoy, dadas las circunstancias, esos diseños fueran catalogados de blasfemos, porque de lo que ahora se trata es de difundir el mensaje y dejar claras las creencias, a poder ser, en sudaderas caras.


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