Mela Pabón: «No hace falta contarle a todo el mundo que he tomado Ayahuasca»

Por más que nos esforcemos, nadie se salva de ser patético. Todo el mundo sabe lo que es ir caminando de buen humor, pisando duro y con firmeza, sintiéndose bien con la vida y de la nada, tropezarse frente a un grupo de gente. En un segundo, lo pierdes todo. Por suerte, la vergüenza puede ser muy pasajera y al final, solo queda la risita cuando te acuerdas. Otras veces la vergüenza es un poco más existencial y te persigue como un fantasma.

Yo creo que he sentido todas las vergüenzas: la ajena, del cuerpo, de mis relaciones, de mi trabajo. A veces siento vergüenza hasta de lo que me avergüenza. Me sobra el bochorno. Entonces, he tenido que crear sistemas de exorcismo. Siempre he pensado que la vergüenza, cuando se comparte, se cancela.

Por eso, aquí les dejo mis grandes hits del bochorno.