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Manoletinas de colores a juego con bolsos de charol: así creó la marca Blanco la estética de toda una generación

Cuatro años después de su cierre, recordamos la historia de la cadena española que popularizó los conjuntos cromáticos de pies a cabeza en los institutos y las pistas de baile de toda nuestra geografía. La misma que después creció con sus clientas fichando a Paula Echevarría como imagen y dibujando el armario de sus primeros años de universidad.

Algunas de las prendas y accesorios más icónicos de Blanco.
Algunas de las prendas y accesorios más icónicos de Blanco.Facebook Blanco
Clara Ferrero

A principios de los 2000, los fines de semana empezaban en Blanco. Aquella tienda de paredes interminables repletas de bailarinas y bolsos teñidos de tantos colores como un muestrario de Pantone era la antesala de la sesión de bailoteo light del sábado por la tarde. La música sonaba con la misma intensidad y los potentes rojos, verdes botella y azules eléctricos que teñían los accesorios de la marca evocaban las bolas de discoteca. Allí se peregrinaba en busca de manoletinas a juego con bolsos de mano de charol que dejarían claro al día siguiente quién era la reina de la pista. Las más avezadas en cuestiones estilísticas incluso presumían de coronar el conjunto cromático con chaquetita de punto –conocida en la tienda como tricot– y cinturón de generosa hebilla. Daba igual si se iba a una sesión de tarde de la desaparecida Joy Eslava o a la de Fabrik, ‘pijas’ y ‘chonis’ (entonces ‘choni’ se empleaba sin reparar en las connotaciones peyorativas que ahora la han hecho caer en desuso) compraban en el mismo sitio. Las primeras quizá completarían el conjunto con pendientes de perlas, coleta al lado y flequillo lateral; mientras que las segundas optarían por aros dorados buscando el contraste entre el tono de sus bailarinas y el de los calcetines.

La desaparecida marca española, que echó el cierre hace ahora cuatro años, fue el templo de la moda para toda una generación. Si las quinceañeras contemporáneas de melena prerrafaelita forman filas en Brownie para hacerse con tops minúsculos, aquellas que saborearon las mieles de la adolescencia hace más de una década –o incluso dos– recordarán dejarse caer por Blanco en busca de un conjunto asequible para estrenar el fin de semana. «Para mí comprar en Blanco marcó el momento en el que me empezaba a sentir mayor. Era la tienda a la que ibas cuando dejabas de vestirte en la sección de niños y buscabas ir a la moda», recuerda Andrea, una profesora de primaria de 27 años que solía llevar los grandes hits de la marca cuando estaba en el instituto. «Igual que ahora no te gusta comprar las mismas cosas que tienen tus amigas, en aquel momento buscábamos ir todas iguales».

Tricot de punto, bolso de charol y manoletinas a juego. Así era el uniforme adolescente perfecto en los 2000.
Tricot de punto, bolso de charol y manoletinas a juego. Así era el uniforme adolescente perfecto en los 2000.Facebook Blanco

Entrar en Blanco y picar era fácil incluso en una etapa vital en la que los ahorros se reducían a la paga semanal. Las bailarinas, que por algún motivo en aquel momento solían llamarse siempre ‘manoletinas’, rondaban los 12,99 euros y en época de rebajas no era extraño conseguirlas al 70%. Aquellos zapatos de tres euros olían a plástico, mostraban más piel de la que cabría esperar (el comienzo de los dedos siempre quedaba al descubierto), se deformaban al andar y dejaban notar los adoquines y piedras de la calle con la intensidad de un pediluvio. Pero daba igual. «La idea era tener la colección completa de manoletinas», explica Virginia, que también es profesora y fue clienta fija de Blanco a partir de los 13 años. «Recuerdo ir con mis amigas y buscar qué colores de los que aún no tenía estaban rebajados para hacerme con otro par. En aquel momento, estamos hablando de 2005 más o menos, la moda era conjuntar el color del calzado con el del bolso o algún otro accesorio, así que cuanta más variedad de manoletinas se tuviera, mejor». Para ella, la tarde de compras era uno de los planes centrales del fin de semana y no era raro acabar la jornada sacando la cámara digital para dejar constancia en el también extinto Tuenti de que ella y sus amigas compraban en Blanco.

Paula Echevarría, las blusas con cuellos y los taconazos también son recordados.
Paula Echevarría, las blusas con cuellos y los taconazos también son recordados.Facebook Blanco

Antes de que llegara una etapa de madurez en la que las colecciones de la marca empezaron a hacerse un poco más sofisticadas cambiando su nombre a Suiteblanco, fichando a Paula Echevarría como imagen y haciendo de la blusa con cuello bebé su santo y seña, Blanco fue instigador y testigo de una estética que a menudo produce escalofríos al recuperar fotos del pasado. Los brazaletes anchos de plástico, los sujetadores y tangas de leopardo combinado con flores, las chaquetas cubiertas de pelo con generosas capuchas, los lazos por doquier o las camisetas de pico bajo las que solía colocarse un top palabra de honor tejieron una poderosa identificación entre chicas de toda España. Antes de que existiera Instagram y las prendas virales propiamente dichas, Blanco logró hacer plaga en nuestra geografía de muchos de sus lanzamientos. Una camiseta blanca o gris en la que podía leerse “I love my boy” fue, casi sin saberlo, precursora de la viralidad. No solo se dejó ver en los primeros blogs de moda, sino que hubiera podido tener perfil en redes sociales propio como ocurriera después con la chaqueta amarilla de Zara.

La camiseta con el mensaje «I love my boy» (12,99 euros) fue viral antes de que existiera Instagram.
La camiseta con el mensaje «I love my boy» (12,99 euros) fue viral antes de que existiera Instagram.Facebook Blanco

Aunque marcas como Pimkie o Bershka competían con ella por captar al mismo tipo de público, Blanco acertó construyendo una identidad fuerte y reconocible no solo en sus colecciones, también en sus tiendas. El olor al entrar, una mezcla entre ambientador y el plástico de los accesorios, era tan característico que servía como reclamo con solo pasar por la puerta. La disposición de las piezas también formaba parte de su ADN: ¿quién no recuerda pedir a la dependienta que le bajara uno de los bolsos colocados casi en el techo a los que era imposible acceder? Aquellas paredes con más colores que una tienda de M&M’s ejercían un poder de atracción al que resultaba difícil resistirse.

Detalle de la sección de zapatos de todos los colores tan característica de Blanco.
Detalle de la sección de zapatos de todos los colores tan característica de Blanco.Facebook Blanco

Blanco también supo acompañar a sus clientas en su transición a la vida adulta. Era común comprar allí el vestido para el primer cotillón de Nochevieja por la competitividad imbatible de sus precios y la variedad de diseños ajustados, casi siempre elásticos y coronados por lentejuelas brillantes, transparencias cuajadas de plumeti o cremalleras imposibles. Allí también se adquirían los primeros zapatos de tacón (a veces tan altos y duros que las manoletinas desbocadas resultaban el paraíso de la comodidad), los bolsos pequeños de evento y las camisas de vestir para refinar el look de cara al ingreso en la universidad o las primeras entrevistas de trabajo. Por supuesto, no faltaban versiones asequibles de las prendas de diseñador más deseadas del momento, del bolso Alexa de Mulberry a las zapatillas con cuña de Isabel Marant.

En Blanco era fácil encontrar interpretaciones de las piezas de diseñador del momento. A la izquierda, clon del bolso de Mulberry. A la derecha, de las famosas zapatillas con cuña de Isabel Marant.
En Blanco era fácil encontrar interpretaciones de las piezas de diseñador del momento. A la izquierda, clon del bolso de Mulberry. A la derecha, de las famosas zapatillas con cuña de Isabel Marant.Facebook Blanco

Aquellas prepúberes a las que años después les empezó a parecer una horterada llevar a juego el bolso tipo saco (este era el otro modelo estrella) con las manoletinas acolchadas, encontraron una respuesta en su nueva etapa. En 2012 el hijo del fundador de la marca, Bernardo Blanco Solana, tomó el relevo de su padre rebautizando la empresa como SuiteBlanco y apostando por la expansión internacional. Era posible visitar sus tiendas en Reino Unido, Portugal y hasta Arabia Saudí, así como comprar online en una web en la que era frecuente toparse con imágenes de blogueras de moda como Lovely Pepa o Lady Addict o campañas protagonizadas por tops de la talla de Irina Shayk o la ya citada Paula Echevarría, que incluso diseñó una colección cápsula. «Yo fui compradora tanto en la adolescencia como después cuando pasó a ser SuiteBlanco. En esa segunda etapa recuerdo que la ropa era un poco más fina. Solía comprarme blusas más formales y a día de hoy me sigo poniendo un abrigo de pelo porque es monísimo y alejado de la estética del Blanco de los zapatos de plástico», cuenta Laura, licenciada en Administración y Dirección de Empresas de 31 años.

El bolso tipo ‘hobo’ y el rectangular de Charol fueron durante años los modelos más famosos de la marca.
El bolso tipo ‘hobo’ y el rectangular de Charol fueron durante años los modelos más famosos de la marca.Facebook Blanco

Justo antes de echar el cierre, cuyo anuncio se hizo oficial el 9 de diciembre de 2016, Blanco volvió a recuperar su nombre original quizá en un último intento de volver a ser lo que había sido. Dos años antes había protagonizado su primer concurso de acreedores, el mayor de la moda española, siendo rescatada por el grupo saudí Alkohair por 40 millones de euros. La cosa no mejoró mucho y antes de despedirse para siempre había pasado de las 250 tiendas a las 89. Aún hoy quedan vestigios de lo que fue en algunas ciudades españolas como Granada, donde pueden verse los restos de una de sus tiendas más céntricas en un local ahora vacío. Puede que marcas como Primark hayan suplido el hueco en esa franja de lo ultrabarato, pero pocas grandes cadenas serán recordadas por conseguir lo que Blanco: vestir igual a toda una generación dotándola de una estética technicolor que, en tiempos de un recogimiento discotequero, suscita más nostalgia que nunca.

Los vestidos de fiesta ajustados fueron otra de sus prendas más populares.
Los vestidos de fiesta ajustados fueron otra de sus prendas más populares.Facebook Blanco

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Sobre la firma

Clara Ferrero
Es redactora en S Moda, revista en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera. También es cocreadora de 'Un Podcast de Moda', el primer podcast en castellano especializado en la temática. Es licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, y especialista en Comunicación de Moda por la Universidad Complutense.

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