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Los ‘zazous’, vestidos para la resistencia

Pedaleando en bicicleta hacia el barrio latino de París, con zapatos llamativos y gafas de sol. Fanáticos del jazz y contrarios al nazismo, se opusieron al régimen con ropa y canciones.

les zazous

Dicen los historiadores que, cuando en junio de 1940 las tropas alemanas ocuparon Paris, la capital contaba con más de 100 cines, 25 teatros y otros tantos cabarets y music halls. Es conocido que la agitada vida nocturna de los franceses continuó durante los años de ocupación por expreso deseo de los alemanes que, sin embargo, dejaron claro su desprecio por lo que no era ario y prohibieron las canciones que procedían de judíos o extranjeros. Se sofocaron ciertos compases, llegaron las esvásticas, las privaciones, la represión y el miedo pero muchos jóvenes franceses, contrarios al III Reich y al gobierno de Vichy, mostraron su inconformismo a través de la moda y de la música.

El libro Y lo cantábamos por ti. Historia de Francia a través de sus canciones, de la profesora Ana María Iglesias Botrán, dedica unas páginas a explicar en qué contexto nació esta subcultura conocida como los zazous y cómo hicieron de su atuendo y su gusto musical la gramática de la resistencia juvenil en la Francia ocupada.

“Estos jóvenes eran asiduos de restaurantes vegetarianos y tenían una forma de vestir un tanto diferente a la que el régimen dictatorial pretendía imponer basada en el traje nacional con colores verdes y azules. Ellos llevaban el pelo largo y engominado, bigote fino, con americanas muy largas, pantalones anchos de rayas. Ellas iban con chaquetas de grandes y puntiagudas hombreras, falda corta plisada, el pelo largo con trenzas o rizos, labios pintados de rojo, medias de rayas o de rejilla y zapatos de tacón de colores. Ambos con gafas de sol oscuras y un paraguas abierto. Además leían y gustaban de la literatura y la música extranjera. Tenían por lo tanto ya un marcado rasgo pre-existencialista”, explica la autora en su libro.

El término zazou alude a la onomatopeya de la canción del músico estadounidense Cab Calloway titulada Zaz Zuh Zaz, que de alguna manera representa el sonido del swing y el jazz tan al gusto de los burgueses parisinos que “frecuentan cafés humeantes del barrio latino de París, el cine, las surprise parties o los bailes clandestinos que se celebraban en falsas academias de baile, el único lugar en el que estaba permitido bailar”, afirma Iglesias Botrán.

Los zazous eran amantes swing, el jazz y la literatura extranjera.

En su estética, esta forma de protesta juvenil tenía un aspecto bohemio muy reconocible ante el que los nazis reaccionaron pronto. “El 27 de marzo de 1942 se publica un decreto que obliga a llevar el pelo corto y se considera desde ese momento que llevar el pelo largo es un acto antipatriótico”. También se acaba por ley con las largas chaquetas de los zazou, que son vistas por las autoridades hitlerianas y por los colaboracionistas como una provocación dado que la tela escaseaba y también es racionada. Así que el 42 será también el año en el que se aprueban leyes para la fabricación de ropa resistente y tosca para los soldados en colores verdes, azules y de estilo militar, una manera de uniformizar la calle e imponer el criterio alemán “hasta el punto que las revistas de moda de la época publicaban nuevas tendencias que se ajustaban a este tipo de materiales hasta el momento solo utilizados para la ropa de los campesinos, los marineros o las limpiadoras”, explica la autora.

El desafío estético de los zazous, la desproporción de sus prendas, los cuadros enormes y alegres de los tejidos que prefieren, su pelo largo y engominado o la estrella amarilla que llevaban en la solapa, como muestra de apoyo a los judíos, será un órdago a la austeridad y la prudencia necesaria para sobrevivir en esa época. Comienzan las redadas y los enfrentamientos con La Jeunesses Populaires Françaises, jóvenes colaboracionistas que popularizan el lema Scalpez la Zazous! (¡arrancad la cabellera a los zazous!) y cientos de estos jóvenes son deportados a campos de concentración nazi.

Poco queda de ellos cuando las tropas aliadas liberan París en 1944. Libros, como el de Iglesias Botrán, que los devuelve a la actualidad 70 años más tarde o canciones célebres como In the nigth de Pet Shop Boys,nos recuerdan que la música y la moda pueden fiarle a la cultura lo que arrebata el terror.

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