Los ‘yukis’, ese grupo encargado de aburguesar los barrios
Son los nuevos ‘yuppies’. Analizamos el fenómeno de los ‘yukis’ (Young Urban Kreative International), el grupo responsable de la gentrificación de las zonas más humildes de las cuidades.
Cuando un vecindario empieza a llenarse de 'yukis' se impone una realidad inexorable. A partir de ese momento solo habrá cabida en él para personas cuyo sueldo se equipare al de un personal shopper milanés o al de un eurodiputado que no vive en Bruselas. El resto tendrán que abandonar su barrio en manos de una estrategia urbanística que demuestra ser tan efectiva como universal: la 'gentrificación' o el aburguesamiento provocado de una zona determinada de la ciudad. ¿Quiénes son los yukis y cómo detectarlos?
El término hace referencia a las siglas Young Urban Kreative International (jóvenes urbanos “kreativos“ e internacionales). En otras palabras son una nueva generación de 'yuppis' que han cambiado de profesión. Están formados en el campo de la moda, el diseño, la publicidad o el arte con el dinero que sus predecesores hicieron durante la década de los 80. Donde los 'yuppies' pusieron Starbucks, campos de golf y restaurantes de sushi, los 'yukis' atraen cafés trendies, museos patrocinados por bancos o multinacionales y restaurantes vegetarianos. No son los responsables de este proceso pero sí que constituyen la primera señal de alarma.
Neil Smith, profesor de Antropolpgía y Geografía en la City University de Nueva York (CUNY), explica que todo empezó en los 80, en el Lower East Side. Los propietarios no encontraban a quién alquilar sus locales comerciales. Ofrecieron a artistas contratos muy baratos, pero con fecha de caducidad. Nadie reguló esos alquileres así que, expirado el acuerdo y con el barrio aburguesado, los dueños exigieron subidas del doble o el triple de su precio anterior.
Los primeros interesados de este fenómeno son los gobiernos locales y nacionales, asegura a S Moda el colectivo Left Hand Rotation, que explica el fenómenos a través de proyectos como "Gentrificación no es un nombre de señora". Concluyen que rara vez ocurren como un proceso espontáneo. “Es el resultado de la gestión de la ciudad como una empresa porque, cada vez más, la ciudad se financia mediante la inversión privada. Es un fenómeno global, pero no hay dos casos de gentrificación iguales“, explica la asociación, porque son los gobiernos locales los que regulan lo lejos que llega el fenómeno.
¿Y por qué la administración pública está tan interesada en los yukis? “Porque generan capital simbólico, lo que impulsa las llamadas 'ciudades marca', responde Left Hand Rotation. La cultura se ha convertido en dinero para las ciudades y son los 'yukis' los que impulsan ese patrón de consumo. Según la teoría del economista Richard Florida, solo aquellas urbes que sepan atraer a esta “clase creativa“ prosperarán económicamente.
El barrio de Kreuzberg, en Berlín.
Getty Images
Además son una una especie urbanística especialmente colonizadora, porque son profundamente endogámicos: viven juntos para así inspirarse los unos a los otros, comparten recursos -una importante medida de ahorro- y, por su forma de ser, les resulta inevitable no modificar el entorno donde viven.
Una vez que el barrio que han colonizado está aburguesado pasan a otro. Sería injusto pensar que esa migración continua responde a su condición de adictos a las tendencias que huyen de todo aquello que suene al año pasado. La razón de su mudanza permanente es que son las primeras víctimas del proceso que han impulsado. Son los primeros que deben abandonar el vecindario junto a otros sectores sociales de bajo poder adquisitivo como los inmigrantes o los estudiantes. Es la paradoja del hijo bohemio que sin querer termina perdiendo al juego impuesto por su padre.
“Son claramente instrumentalizados“, se encargan de explicar The Left Rotation en Museo de los Desplazados, una plataforma de colaboración que hace recuento de todo lo que se pierde en el proceso de 'gentrificación'. Uno de los últimos casos en los que se han centrado es el de Charlois, barrio popular al sur de Rotterdam que es un ejemplo muy similar al que relataba Neil Smith. “Cuando los artistas hayan realizado su función de revalorización del lugar se eliminarán los privilegios concedidos a la 'clase creativa' y ellos mismos sufrirán la segregación económica“, aventura el colectivo.
En Berlín, el efecto 'yuki' ha funcionado, literalmente, como las agujas de un reloj. En las últimas dos décadas ha pasado de aburguesar el centro de la ciudad desde un barrio del norte (Prenzaluer Berg) a renovar parte de Friedrichshain (este) para luego girar hacia el sur y el oeste en el binomio Neukölln – Kreuzberg. Con su próxima víctima, Wedding, el periplo de los jóvenes creativos se sitúa al este de Prenzlauer Berg.
En el caso neoyorquino actual, el gigantesco Brooklyn de Paul Auster y Martin Amis ha instaurado en la conciencia colectiva de turistas y residentes un halo 'cool' que en un pasado reciente se antojaba improbable. También ha generado un abismo de contrastes insalvables. Los vecinos de Park Slope viven entusiasmados con sus cooperativas de alimentos orgánicos mientras que en la cercana Brownsville las bandas callejeras se enfrentan a balazos.
Pero las ideas de Richard Florida acerca de la clase creativa tienen a su antiguo colaborador Neil Smith a uno de los principales detractores. “Atención, porque la nueva clase creativa es la clase trabajadora", advierte a S Moda.
Los yukis son la nueva generación de yuppies.
Getty
Un restaurante de comida orgánica típico de un barrio donde han llegado los ‘yukis’.
Cordon Press
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