«Los placeres hay que tomárselos muy en serio»
Hablamos con el nieto de los Eames sobre las ideas revolucionarias que había detrás de sus legendarios diseños y sobre el futuro de la casa de sus abuelos.
Un desvío hacia las colinas en plena carretera US1 a la altura de Pacific Palisades, entre Santa Mónica y Malibú (Los Ángeles), nos guía hacia la casa de Charles y Ray Eames. Rodeada de eucaliptos y con el océano Pacífico de fondo, esta 'caja' de enormes ventanales diseñada por el matrimonio en 1949 resulta extremadamente moderna en 2012.
Los Eames, que han pasado a la historia como una de las parejas más influyentes de la arquitectura y el diseño del S.XX, la planearon para ellos mismos: por aquel entonces, una pareja joven que necesitaba un sitio para vivir, trabajar y entretener a sus amigos. “Mi abuelo siempre decía que los placeres hay que tomárselos muy en serio. Además de ser cómoda y funcional, la casa estaba diseñada para pasárselo bien”, cuenta su nieto Eames Demetrios, de 50 años.
Tras la muerte de sus dueños —la de él en 1978 y la de ella el mismo día con diez años de diferencia—la casa ya no sirvre de estudio para diseñar algunos de los muebles más icónicos del siglo pasado, como la silla Eames Lounge. Tampoco para organizar ceremonias de té con Charles Chaplin y otros personajes destacados del mundo de la cultura angelina. Ahora es un monumento cultural de la ciudad de Los Ángeles, que recibe decenas de curiosos todos los días.
Pero, desde hace meses, todo lo que los visitantes pueden ver de esta obra maestra del diseño es la estructura. La estancia principal está completamente vacía para facilitar un proceso de reforma, que garantizará el buen estado del inmueble, al menos, en los próximos 250 años. “Está previsto que a principios de verano la casa vuelva a recuperar todo el mobiliario y decoración. No olvidemos que tiene 63 años. Era necesario arreglar los pequeños problemas que había para evitar grandes averías en el futuro. En realidad, nos quedan años de trabajo, pero no afectarán a los visitantes. A partir del verano, las reformas serán behind the scenes de modo que no afecten al público”, explica Eames Demetrios, desde la Fundación Eames.
Eames Lounge Chair. (3.400 euros aprox).
Herman Miller
El proceso para la conservación de la casa está siendo muy minucioso. Con Eames Demetrios y su hermana Lucía al frente, cada detalle se analiza con el máximo cuidado. Cuando se vaciaron los 1,869 objetos —entre libros, esculturas, lámparas, muebles…— que decoraban el salón, se decidió que era una gran oportunidad para organizar una exposición. El encargado de hacerla realidad fue el Museo del condado de Los Ángeles (LACMA), que realizó una réplica del salón como plato fuerte de la exposición 'California Design, 1930–1965: Living in a Modern Way', una de las más exitosas del pasado invierno.
Los museos de Los Ángeles abren sus puertas de par en par cuando oyen la palabra Eames. Aunque la exposición se la llevó el LACMA, el Getty también está muy involucrado en la conservación de la casa, también conocida bajo el nombre Case Study House No. 8. El Getty está elaborando un inventario de los objetos que decoraban el inmueble y diseñando un plan que garantice su buen estado. Pero además, con la investigación que están llevando a cabo pretenden sentar un protocolo para la conservación de las joyas de la arquitectura moderna californiana.
El proceso, en palabras de Eames Demetrios, que lleva el apellido familiar de nombre porque su madre al casarse no quería que su hijo perdiera el sello Eames, está siendo muy excitante pero también complicado. “Ya sabes, esto no es Europa. Aquí el Gobierno ayuda muy poco”.
La casa de los Eames vacía para la restauración en 2012.
Cortesía de Eames Fundation ©.
Pregunto a Eames Demetrios qué es lo que hace la obra de sus abuelos algo tan especial. “Por muy bonitos que sean los objetos que diseñaron, las ideas detrás de esos diseños son igual de bonitas e importantes. Creo que las ideas son lo verdaderamente revolucionario. Mi abuelo pensaba que el papel del buen diseñador era ser un anfitrión anticipándose a las necesidades del invitado. Esta filosofía es aplicable a todo en la vida. Tú serás la anfitriona de tus lectores, que entrarán en tu casa a leer este artículo. Ray y Charles creían que el diseño no era solo un conocimiento profesional sino que era una actitud ante la vida”.
La hija y los nietos de Charles Eames han buscado también una filosofía que respalde el devenir de la Fundación y la Oficina Eames. Tienen muy claro que su trabajo consiste en “preservar la casa del matrimonio Eames, comunicar su legado y llevar a cabo programas de educación sobre arquitectura y diseño”. Poseen los derechos de los diseños de sus abuelos, que hoy en día decoran las casas modernas de lujo de medio mundo, pero no se dedican a la comercialización o fabricación de los productos. Para eso llegaron a un acuerdo con Herman Miller (en Estados Unidos) y Vitra (en Europa), compañías especializadas en muebles de diseño con las que la familia guardan una gran relación.
Además de tener muy claro que no se quieren involucrar en la comercialización de los productos, hay otra regla de oro inquebrantable: aunque la hija y la mayoría de los nietos son artistas no pueden utilizar la Fundación ni la Oficina para la promoción de sus trabajos o para el diseño de nuevos muebles bajo el nombre Eames. “Estamos muy orgullosos de nuestros trabajos artísticos, pero siempre han de desarrollarse de puertas para fuera. No queremos confundir a la gente. Tanto en la oficina como en la fundación estamos centrados en el maravilloso legado de Charles y Ray. Se trata de no mezclar conceptos. Le restaría autenticidad”.
Aunque Ray centraba casi todo el tiempo en el desarrollo de nuevas ideas relacionadas con la arquitectura y el diseño gráfico, también prestaba mucha atención al mundo de la moda. “Ray estudió moda en los años 30 en Nueva York. Era un mundo que le interesaba mucho. Su manera de vestir era increíble. La mayoría de las prendas que se ponía las diseñaba ella misma. Vestía con un toque maravilloso e interesante. Prestaba mucha atención a los pequeños detalles. Por ejemplo, a los forros que las prendas llevaban por dentro. Eran cosas que, en realidad, solo veía ella, pero le parecían muy importantes”.
Antes de despedirme de Eames Demetrios, me intereso por saber cómo eran Charles y Ray como abuelos. “Eran fantásticos. Eran personas muy curiosas. Siempre estaban interesados en saber qué estabas haciendo. Era muy divertido pasar tiempo con ellos. Disfrutábamos de la casa, pero también de la naturaleza que la rodea. Visitarles solía conllevar siempre algún tipo de experiencia interesante por el tipo de vida que llevaban. Recuerdo un día, tendría yo seis años, que fui a verles y de pronto llegó Billy Wilder. Algo así no se olvida”
Billy Wilder, Charles and Ray Eames charlan en 1974.
Cortesía de Eames Fundation ©.
La zona de gráficos en la oficina en el año 1974.
Cortesía de Eames Fundation ©.
La oficina de los Eames en 901 Washington Blvd. Venice, California.
Cortesía de Eames Fundation ©.
Ray Eames sostiene una de sus creaciones en 1947.
Cortesía de Eames Fundation ©.
Tres generaciones de Eames en la oficina en 1964. Lucia Eames, Eames Demetrios, Ray Eames, Charles Eames, Lucia Atwood, Carla Atwood, Byron Atwood.
Cortesía de Eames Fundation ©.
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