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Los diseños de época atrapan

Las series españolas ambientadas en el pasado triplican el presupuesto en vestuario de una producción de corte actual. Pero no se invierte por amor al arte: un buen vestuario da caché y fideliza a los espectadores.

Ángela Cremonte, En Hispania

Un corsé de Maya Hansen para un look del Siglo de Oro. Ese fue el gran impulso del vestuario de la marquesa de Águila roja. «A partir de ahí nos atrevimos mucho más», cuenta Laura Herrera, figurinista de la serie y directora de t.VIS.t, la empresa que surte a la productora Globomedia. «Es una serie libre. Nos basamos en personajes de cómic y videojuego. Mezclamos ropa de época con camisas de H&M».

El boom de las series ambientadas en el pasado ha puesto en primer plano al vestuario. Si en 2006 solo existían dos a escala nacional, en 2011 hay nueve producciones exitosas. La tradición de época entronca con esos clásicos de TVE como Fortunata y Jacinta (Mario Camus, 1980), La Regenta (Fernando Méndez-Leite, 1995) o Los gozos y las sombras (Rafael Moreno, 1981), de los que el Grupo Ganga, productora de Cuéntame, afirma haber bebido. «Las hacía gente de mucho nivel con presupuestos cinematográficos», recuerda el figurinista Pepe Reyes, codirector de la empresa Look art, que lleva series como Isabel o La República. Para Eugeni Margallo, de la dirección de producción de Diagonal TV, siempre se han hecho ficciones de época, pero ahora se ha rescatado el género. Esta recuperación ha influido en el estilismo. «Ahora se considera que es importante para dar personalidad a una serie y el público se fideliza», explica Herrera. Según Teresa Fdez-Valdés, productora ejecutiva de Bambú Producciones, «se están haciendo series más ambiciosas que te permiten lucirlo. La moda siempre es atractiva, sobre todo para las mujeres, y más los vestidos antiguos».

El presupuesto de una serie de época puede llegar a triplicar el de una actual. Ronda entre el 3% y el 6,5% del total, dependiendo del momento histórico, los personajes y si es diaria o de horario estelar. En el caso de El tiempo entre costuras es del 7%, «una cantidad inusual debido a que se desarrolla en la zona más glamurosa del Madrid de los años 40 y en el protectorado de España en Marruecos, caracterizado por su cosmopolitismo», afirma Emilio Pina, productor ejecutivo. En números, el presupuesto en vestuario puede llegar en ocasiones hasta los 100.000 euros, según Fdez-Valdés. La confección de un traje de época está sobre los 2.000 euros.

Las producciones de larga duración corren el riesgo de ver descendida la partida, y más con la crisis. En Cuéntame ya está por debajo del de Fotografía, Decorados o Transporte. Estos recortes no impiden que Ana Duato tenga hasta siete cambios de ropa por capítulo o que Adriana Ugarte pueda lucir ni más ni menos que 34 en El tiempo entre costuras. Eso sin contar personajes secundarios y extras que suman hasta 800 personas. Si la serie, además, es diaria, es posible acumular hasta las 10.000 prendas de Amar en tiempos revueltos en siete temporadas. Son retos a los que se enfrentan equipos de cinco a doce personas con pocos meses de antelación al comienzo del rodaje.

Mientras las actuales se inspiran en la calle, las de época tiran de documentación y del alquiler en sastrerías como Cornejo o Peris. Para Isabel, mi reina, Pepe Reyes contó con el asesoramiento de restauradores del Palacio Real que lo ayudaron a encontrar el efecto deseado en las telas. «Quería algo con matiz moderno, que no fuera tipo cabalgata de Reyes», cuenta. Ha diseñado joyas y sombreros e incluye licencias como la reconstrucción de los leotardos para que los hombres no se vieran ridículos.

Verónica Sánchez, en La República

Gtres

La ambientación de la ropa es otra tarea habitual de las series de época. Tanto en Hispania como en Águila roja se embrutecen los vestidos con lijas y tintes. El Museo del Prado y Velázquez han servido de inspiración para la producción de Globomedia, que se ha surtido en parte del Museo del Traje. Gran hotel, sin embargo, se basa en Sorolla. «Tiene esa cosa etérea, blanca y armónica», explica la figurinista Helena Sanchís. Se sitúa en 1905, pero se acerca más a finales del XIX. Hay reproducciones de zapatos y joyas, y tejidos de Londres. Las actrices llevan enaguas y corsé y los hombres, cuellos duros. Les dificulta el movimiento, una constante en otras series como Águila roja, donde un vestido puede pesar 20 kilos y se tarda casi media hora en arreglar a los actores.

En El tiempo entre costuras toda la ropa de Adriana Ugarte es a medida y obra de Sabine Daigeler, autora del vestuario de películas como Todo sobre mi madre. «La alta costura de aquella época era impresionante. Me he podido lucir», dice. Incluye recreaciones como el conocido modelo Delphos de Fortuny que aparece en el libro.

En las series de los años 30, 40 y 50, la moda vintage ayuda mucho. Los figurinistas tiran de tiendas retro o anticuarios. En ocasiones rastrean en el extranjero, en Inglaterra y Estados Unidos. Miguel Ángel Milán, jefe de vestuario de Amar en tiempos revueltos, tiene muy presentes a Balenciaga y Dior en sus creaciones.

Además de empaparse de cine negro, películas como El pisito e imágenes de Ava Gardner, se documenta con revistas de la época y catálogos como los de la antigua cadena norteamericana Montgomery Ward. «No puedo comprar un vestido original en una tienda, así que mi trabajo es ir en busca de oportunidades», declara Milán. Su principal fuente son las subastas de eBay. «¡Compré un broche de Dior por 50 euros y suele costar unos 800!».

En 14 de abril. La República, Pepe Reyes continúa la labor que empezó en La señora, donde encontraba el vestuario en tiendas de Madrid o Londres como las que hay en el corner vintage de los almacenes Liberty. Para la última temporada ha alquilado la mayor parte de los vestidos en Annamode, una casa de Roma. También cuenta con donaciones de abuelas y parientes. Pero los vestidos originales no suelen ser útiles, porque los cuerpos han cambiado. «La cintura se pierde, ahora las mujeres son más altas y rectas, y el talle más largo».

En los 10 años de la serie Cuéntame, a Pilar Sainz, jefa de Vestuario, le han donado joyas como un vestido de Pertegaz que lució Mercedes. Además de recorrer el rastro y ser asidua a tiendas de segunda mano como Underground. Ahora los Alcántara han llegado a los 80 con la consiguiente introducción de las hombreras. Vestirlos sigue siendo un reto.

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