Liberación sexual en ‘prime time’
Una nueva ola de guionistas ha propiciado que en la televisión hoy se muestren mujeres libres de prejuicios que ejercen una sexualidad desligada de viejas ataduras emocionales.
«La verdad está ahí fuera». Y el sexo también parecía estarlo en Expediente X. La tensión sexual entre los agentes Mulder y Scully resultó ser más paranormal que los casos que investigaban. David Duchovny se desquitó (y bien) en Californication. Su compañera Gillian Anderson –hoy soltera, con 45 años, dos matrimonios y tres hijos– ha tardado un poco más, pero revoluciona al personal femenino con Stella Gibson, la sensual detective sin complejos que protagoniza el thriller The Fall (AXN, aún inédita en España). «Está cómoda con su propia sexualidad. Se viste para ella y es independiente; pero es una mujer en un mundo de hombres», comentaba la actriz en la promoción de esta serie de la BBC.
En el estreno de The Fall, sus blusas blancas de seda a medio abotonar se agotaron en el Reino Unido y pronto comenzó a circular un meme (una pregunta común) en Internet: «¿Qué haría Stella?». Porque Stella es de esos aplaudidos personajes femeninos que buscan interacción sexual sin miramientos, que separan lo personal de lo profesional y que no se avergüenzan de sus acciones por mucho que sus colegas hombres se sientan incómodos ante determinados comportamientos feministas. En resumen, son las mujeres fuertes que a todas nos gusta ver en pantalla. Una realidad aumentada de nuevo cuño. Nada de ciencia ficción: 100% reales.
«Los guionistas intentamos crear personajes reconocibles. ¿Por qué tiene que sorprender que una chica tenga ganas de sexo?», comenta la guionista Paula López Cuervo. «A la hora de escribir hay que quitarse prejuicios. Y si en la vida hay mujeres más liberales que muchos hombres, ¿por qué no mostrarlo?». López Cuervo pone como ejemplo a Penny, la simpática camarera de The Big Bang Theory (TNT) que contrasta con el carácter reservado de sus vecinos geeks: «Un cliché de chica soltera que liga y se acuesta sin tapujos con los chicos más guapos». Para la presentadora y sexóloga Lorena Berdún, «todas las series reflejan lo que sucede en la sociedad. Es cierto que estamos viviendo una revolución sexual femenina muy potente. Pero no creo que sean excusas para justificar nuestro arrojo sexual, sino para hacer más ricos a los personajes».
Cartel promocional de American Horror Story, donde cualquier ensoñación sexual puede hacerse realidad.
Mediaset España
Más personalidad. Gillian Anderson no es la única actriz en mostrar a una profesional madura, inteligente y sin prejuicios. Diane Kruger interpreta a la detective Sonya Cross en The Bridge, una persona a la que le cuesta empatizar y que dice lo que piensa sin atenerse a las consecuencias. Esta actitud tan desinhibida, acentuada por el Asperger que padece, la lleva a protagonizar escenas que la actriz califica de «cómicas» en el terreno sexual: «La manera en la que liga en el bar es graciosísima». En una escena, Sonya Cross se salta las reglas de la seducción para preguntarle directamente a un desconocido si quiere tener sexo con ella. Para Belén Frías, directora de Comunicación de Fox, cadena que emite en España algunas de las series con personajes femeninos más potentes como The Bridge, Homeland y The Good Wife, «se trata de una mujer con problemas afectivos severos. Para ella, liarse con alguien a quien acaba de conocer forma parte de su desapego. Antes las chicas podían iniciar la seducción, pero quedaban estereotipadas como fáciles o indignas de respeto. Eso ha terminado».
Lo cierto es que triunfan mujeres con cierto desapego emocional, como la Carrie Mathison de Homeland, la agente bipolar de la CIA con la que Claire Danes ha ganado dos Globos de Oro y dos Emmy, y de la que dice sentirse a años luz. «Antes, esa actitud de usar el sexo para aplacar sus propios demonios mentales hubiera sido propia de un hombre», reconoce Frías. Algo de lo que se quejaba Olivia Munn, la eficiente y sexy economista de The Newsroom (Canal+) en S Moda hace unas semanas, ya que algunos críticos habían tildado a Sloan de ser un «personaje masculino con escote». «Yo no la interpreto como un hombre o una mujer, solo como un ser humano», explicaba la actriz. Diferenciar los comportamientos masculinos de los femeninos es un concepto que se antoja caduco, como subraya la psicóloga y sexóloga Anna Gil Wittke.
Sloan es el tipo de mujer que nos chifla a las chicas, directa pero elegante. O valiente pero prudente, como la investigadora Kalinda de The Good Wife, interpretada por Archie Panjabi, que se acuesta indistintamente con hombres y mujeres, aclarando a quien la quiera escuchar: «No soy bisexual, soy flexible». Este drama ambientado en un bufete con una apabullante presencia femenina es una de las series favoritas entre las mujeres (y muchos hombres). Será porque, como dice Susana Alosete, del blog Chica de la tele, «siempre le pedimos a la pequeña pantalla que vaya por delante de la sociedad a la hora de normalizar, y me parece buena idea que ellas puedan despendolarse tanto como ellos sin caer en el efecto rebote y convertir a los personajes femeninos en clones de Hank Moody (Californication)». Algo que comparte con Rosa Belmonte, del blog Enciende y vámonos: «Veo bien que las chicas sean competentes y desatadas sexualmente sin que parezca una rareza o una patología».
Chloe (Krysten Ritter), la descarada compañera de piso de la joven e ingenua protagonista de Apartamento 43, no se anda con miramientos cuando quiere ligar.
Guiones con sexo. Que las protagonistas de las series se desmadren tiene que ver, según Belmonte, con que haya más guionistas mujeres. «Ahora tenemos personajes femeninos complejos. Antes no lo eran por desidia a la hora de escribirlos. Ayuda que haya muchas guionistas como Shonda Rhimes (creadora de Anatomía de Grey y Scandal) o Jenji Kohan».
Tras Weeds, Kohan se ha superado este año con un grupo de presas que no ocultan sus exigencias sexuales en Orange is the New Black (Canal+ Series). Y es en este tipo de comedias donde las guionistas pueden presumir de mujeres que discuten abiertamente sobre sus deseos más íntimos. Como Mindy Kaling, guionista y protagonista de The Mindy Project (Cosmo), quien interpreta a una médico romántica, pero con los pies en el suelo, que no se corta al afirmar que su príncipe azul «la tiene que tener como Michael Fassbender». O la descarada Chloe de Apartamento 23 (Fox), de Nahnatchka Khan, quien comenta sin reparo alguno sus habituales encuentros con extraños.
Pilar Ordóñez, actriz y escritora, cuyo último libro, Miss Tupper Sex (Aguilar), funciona como un «manual para mujeres abiertas», cree que «una chica debe ser libre para elegir con quién se quiere acostar sin que la etiqueten. Y en las series deberían comportarse así, llevando las riendas y no sometiéndose a las necesidades y tiempos de los hombres».
Ordóñez pertenece a la Comisión de Calificación de Películas del Ministerio de Cultura que, entre otras cosas, destaca si las cintas ofrecen un «especial fomento por la igualdad de género». Según cuenta, no es fácil encontrar títulos así. «Pasa lo mismo en las series. Habrá igualdad si en una escena en la que hay dos o más mujeres solas, hablan de cualquier otra cosa que no sean hombres». Para ella, que prepara una serie basada en su libro, se fomenta la igualdad en propuestas como L: «Son lesbianas, pero podrían no serlo. Cada una tiene su profesión, y es anecdótico cuando hablan de tener hijos».
Porque de lo que se trata es de ver en nuestras series favoritas a personajes femeninos en los que podamos reconocernos, chicas que se muestren sin tapujos. «La mujer abiertamente sexual no debe ser demonizada», explica Toinette Vizard, copresentadora del podcast Vagina Chronicles, en el que se suelen analizar este tipo de temas. «No tengo problema con que ellas se representen sexualmente agresivas con sus deseos. Y, para ello, necesitamos más guionistas con poder, personajes femeninos e historias que muestren la complejidad de todas nosotras».
¿Qué echamos en falta? A Paula López Cuervo le gustaría que «se hablase de la masturbación femenina, prácticamente inexistente en las series». Lorena Berdún pide «mujeres creíbles. No como las deSexo en Nueva York». Y Susana Alosete considera que «la televisión tiene que crear un círculo virtuoso del que todos salgan beneficiados». ¿El ejemplo perfecto? Masters of Sex (Canal+), en la que Lizzy Caplan es la liberal Virginia Johnson, precursora, junto a Williams Masters, del estudio de la sexualidad femenina en los años 50. En el libro de Thomas Maier, en el que se basa esta Mad Men con sexo, Virginia es descrita como alguien que «satisfacía sus deseos sin ninguna complicación de orden emocional». Las girls, de Lena Dunham; las feministas de Top of the Lake, de Jane Campion; las brujas de American Horror Story con Jessica Lange a la cabeza; o las madres de Mom, protagonizada por Anna Faris, van por ese camino… y las que quedan por llegar. Series con mujeres que están orgullosas de serlo, que ya no son cuestionadas por mostrar de forma natural sus necesidades y deseos sexuales.
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