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Las divas del pop enseñan trasero ¿Exhibicionismo o sexismo?

Beyoncé, Nicki Minaj, Jennifer Lopez e Iggy Azalea son las últimas estrellas del pop en enseñar sus posaderas en YouTube. De la libertad a la cosificación parece haber un paso.

Las divas del pop enseñan trasero

Dejemos una cosa clara: todos tenemos culo. Es una parte del cuerpo humano que nos ha acompañado a lo largo de miles de años, así que como concepto no hay nada nuevo. Es solo que, últimamente, no podemos sino sentir que el humilde trasero, o al menos las últimas actuaciones relacionadas con él, han tomado una tonalidad más sórdida. Fue precisamente el vídeo del sencillo de Jennifer Lopez Booty (ft. Iggy Azalea) el que lo logró, el que convirtió esta subyacente preocupación en una llamada de auxilio. Lo sabrá quien lo haya visto, porque se habrá quedado grabado en su cerebro, una pequeña grieta en el hipocampo señalada como «Tetris de culos con JLo e Iggy». Permítame recordárselo: hay dos mujeres preciosas, con talentos que van mucho más allá de sus looks, cubiertas de aceite, vistiendo tangas de una pieza y colocando sus impresionantes retaguardias juntas para que puedan llenar por completo el objetivo con su voluptuosa gloria. Una pantalla llena de glúteos, acompañados con letras que incluyen perlas como «Mesmerizado por su tamaño» o «Es su cumpleaños, dale lo que te pide». Rápidamente queda patente que esta canción va sobre culos y sobre atraer a los hombres a través del tamaño y el movimiento de esa parte del cuerpo.

Esto no significa que todas las canciones deban luchar contra las diferencias de género o denuncien la prohibición del derecho al voto de las mujeres en ciertas zonas del planeta, pero se podría perdonar a quien piense que en 2014 las principales estrellas del pop deberían asociar sus nombres con actividades creativas que sean un poco más, digamos… dignas de ellas. La propia JLo ha sobrevivido casi 20 años dentro de la industria, así que cabe imaginar que tiene el poder de decidir qué proyectos elige. Se mire por donde se mire, se han cosificado. Y eso que se suele pensar que la cosificación femenina compete exclusivamente a los hombres retrógrados… Desde luego, existe un contraargumento. Trata sobre elegir. Los movimientos femeninos, desde su nacimiento, han luchado por ese derecho.

Kylie abrió la veda en el año 2000 con este short.

Pero la pregunta continúa siendo: si ésta es la dirección que están tomando los vídeos de pop (según las estimaciones, el 85% de los clips femeninos de la actualidad incluye alguna forma de desnudo), ¿por qué las estrellas masculinas no se desnudan? Porque en el top 10 de los vídeos musicales más vistos en Vevo el año pasado todos los hombres estaban enteramente vestidos y solo una de las chicas no iba en ropa interior o su equivalente (Katy Perry en Roar). Existe un grupo de mujeres cantantes que se están quitando los pantalones para vender más. Y mientras resulta gratificante ver que la cultura popular celebra ahora los culos de todas las formas y tallas –sin duda, en parte, gracias a la propia JLo–, no entendemos por qué estos tienen que ser dejados al descubierto. Pero están al aire. Al aire y meneándose de arriba abajo en la parte trasera de una moto en el vídeo Bound 2 de Kanye West (el de Kim, no el de Kayne, por cierto); al aire y con un osito de peluche gigante en We Can’t Stop de Miley Cyrus; al aire y restregándose contra el suelo en Anaconda de Nicki Minaj; al aire y rozándose con Rihanna en I Can’t Remember To Forget You de Shakira.

Ganar sin tener que mostrar. Lo que esto sugiere, como siempre, es un desequilibrio de poder. Porque la desnudez no es el problema, lo son las connotaciones sexuales atribuidas a las nalgas femeninas y la resultante cosificación de sus propietarias. No tenemos ni idea de si Pharrell, Sam Smith o Kanye West lo tienen en su sitio o flácido, porque ellos conservan sus pantalones puestos. Jay Z lleva el equivalente de un traje de esquí de piel negra, mientras la poderosa Beyoncé permanece a su lado en bragas. ¿Dónde está la igualdad aquí? Lo más exasperante es que no tendría por qué ser así. Meghan Trainor, quien consiguió el número uno en las listas de Estados Unidos y logró reconocimiento internacional este año con su sencillo All About That Bass, conserva su ropa en el vídeo. Ella también canta sobre el trasero, pero al menos no se quita los pantalones. El año pasado, Adele ganó un Grammy, un Globo de Oro y un Oscar por su música. Hasta ahora nunca ha cantado sobre glúteos y no ha tenido que recurrir a saltar desnuda para nuestro entretenimiento. Taylor Swift ha amasado 10 millones de descargas con su álbum Red. Canciones de culos, cero; culos en su espectáculo, cero. Alicia Keys, la de los dedos rápidos y pulmones cavernosos, quien ha vendido 35 millones de álbumes en todo el mundo, no se sienta desnuda al piano (al menos en público). Katy Perry puede vestir ropas con bollitos de crema cosidos en su pecho, ¿pero desnudas, aceitosas nalgas? No. Nada de eso. No aquí. Así que algunas de nuestras más amadas y talentosas artistas femeninas no sienten la necesidad de desnudarse para asegurarse un hit.

Hace 14 años, se coreaba el Independent Women de Destiny’s Child absorbiendo cada palabra de ese himno que decía que las mujeres podían determinar su felicidad. Entonces llegó Bootylicious, un clásico de las pistas de baile, que celebraba el cuerpo femenino con tal pasión buenrollista que una generación entera de féminas dejó de atar sus cárdigans alrededor de su cintura y aceptó la forma de su cuerpo. Allí estaba Beyoncé, a la cabeza. Poderosa y ambiciosa, amable y afectuosa, franca y feroz, feminista autoproclamada. Con un talento que destroza a cualquier artista masculino. El año pasado hasta redactó un artículo reclamando la igualdad salarial. Y entonces llegaron su último álbum y los vídeos que lo acompañaban. En Drunk In Love luce un biquini negro mientras su marido permanece a su lado rapeando sobre la violencia doméstica. Y este disco también incluye Flawless, con un sampleado de un discurso feminista, y Pretty Hurts, que previene sobre los peligros de la cirugía plástica. Sabemos a qué Beyoncé preferimos

Miley Cyrus también enseña trasero.

Cordon Press

Lo más deprimente de esta actual miopía de los glúteos es que niega el talento que cada una de estas mujeres posee. Rihanna, Miley, Jennifer Lopez, Gaga, Nicki Minaj… Todas ellas son mucho más importantes, mucho más valiosas que lo que hay dentro de sus bragas. Aquí surge una apelación. ¿Podemos dedicar un minuto a recordar aquellos tiempos en los que los shorts dorados de Kylie eran vistos como un riesgo, cuando el bustier que Jean Paul Gaultier hizo para Madonna era impactante, cuando el tema de conversación eran las Spice Girls abrazando el feminismo, no una chica de 21 años lamiendo un mazo?

No seamos ingenuos y pensemos que estos vídeos no alimentan un preocupante apetito por imágenes sexualizadas, enseñan a las chavalas que sus cuerpos son su activo más valioso y muestran a los jóvenes cómo cosificar a las mujeres. Letras como «Solo quiero ser el tipo de chica que te gusta» no sirven, claramente, para defender la causa feminista. Y cuando las artistas llegan a millones de fans a través de las redes sociales, se convierten en la imagen de campañas de productos para adolescentes y aceptan patrocinios, les guste o no, son modelos de conducta. Fundamentalmente, la obsesión con las nalgas es deprimente, porque es una regresión. Las mujeres deberían controlar la industria musical. Tras décadas de ventas más bajas que las de los hombres, ellas dominan ahora las listas de éxitos. Además, los álbumes más vendidos de 2011, 2012 y 2013 fueron creados por artistas femeninas. Ellas escriben e interpretan las canciones que se bailan los viernes. Nos siguen encantando sus voces, sus cerebros y su música. Señoras, ustedes son, metafóricamente, las que llevan los pantalones, así que, por favor, ¿no les importaría ponérselos de nuevo?

Convertir en un fetiche una parte del cuerpo no es nada nuevo. Antes de la MTV y de la cultura pop, estaba el arte. En los siglos XVI y XVII, los pintores del Barroco representaron a mujeres contundentes. Hacia 1890, obtener una cinturita estrecha gracias al debilitante corsé se convirtió en la silueta de moda. Más tarde, el cuerpo definido de gimnasio (Elle Macpherson, levanta la mano) se convirtió en la cumbre, y en los años 90 se vivió un cambio hacia una figura andrógina, encabezada por una esquelética Kate Moss.

Kim Kardashian luce también palmito.

El culo es la nueva teta. Más tarde, impulsada por el legado de Los vigilantes de la playa y Pamela Anderson, la atención pública se dirigió hacia el pecho. Una silueta diferente, como de Barbie, con un cuerpo neumático definido por el bisturí de un cirujano, se puso de moda. No mucho después, el milenio pasó por encima de todo, portando consigo los sueños de una nueva generación, y un par de diminutos pantalones cortos dorados. En el sencillo Spinning Around, del año 2000, Kylie Minogue retozaba en un short de lúrex que era tan diminuto que apenas cubría su trasero. Y así se pasó la primera página de otro capítulo del culto al cuerpo. La curva y el bulto de los glúteos reemplazaron a los pechos como la nueva obsesión.

Y entonces llegó Kim Kardashian, quien ha construido una carrera sobre el arco y la inclinación de su parte de atrás; una carrera que cristalizó en su selfie posparto, en el cual su generoso culo era definido por un escaso traje de baño blanco. Es imposible sobreestimar el papel que las redes sociales han jugado en las modas corporales. ¿Quién podría haber predicho hace una década que sacarte una foto del trasero y compartirla podría ser una forma totalmente normal de pasar la tarde del martes?

Con su dueto Booty, Jennifer Lopez e Iggy Azalea son simplemente las últimas en una serie de titanes del pop en definir el culo como la cúspide de su propio atractivo (sexual o de otra índole). Y allá donde el espíritu de una época va, las oportunidades comerciales lo siguen. Cremas anticelulíticas y exfoliantes se han alzado como abanderados de las nalgas. En el gimnasio, ha habido un cambio hacia ejercicios que sirven para ampliar la zona y mejorar su aspecto. A la vez que la fetichización de los glúteos alcanza su punto crítico, algo parece cierto: en 2014 los cuerpos de las mujeres sirven para la celebración y el examen de una forma en la que los de los hombres no son capaces. Y habrá otras que sigan ese camino, justo donde lo han dejado Iggy Azalea y JLo. ¿Es necesario?

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