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Las celebrities tienen mucho que aprender de las Pussy Riot

Analizamos cómo se enfrentan las celebrities a sus problemas con la justicia y concluímos que les queda mucho que aprender en estética y actitud de las Pussy Riot.

linda
Gtres

El otoño llega bastante caliente a los juzgados. Para algunas celebrities se ha convertido en una moda fatal pasearse por ellos luchando por lograr un veredicto favorable del juez y de la opinión pública. Para lo último juegan un papel clave los fotógrafos. Una que se los ha llevado de calle es la integrante más fotogénica de las Pussy Riot. Seguramente porque lo suyo no es puro teatro.

Las estrategias de seducción al rendir cuentas ante la justicia son tan antiguas como el relato mitológico del juicio a Paris y la manzana de la discordia. No son pocos los trucos de imagen que se emplean para lograr que la balanza se incline del lado que uno desea. Aunque hay algunos tan evidentes y chapuceros que terminan siendo contraproducentes. Analizamos aquí cinco de ellos.

Las gafas de sol arrasan. La explicación benevolente a ese fenómeno es que ese complemento oculta los llantos provocados por el mal trago del momento. Pero a nadie se le escapa que muchos jugadores de póker también esconden sus ojos para que no sepamos la verdad sobre su jugada. Así que mucho ojo con las que casi nunca se quitan las gafas de sol.

Una excepción a esa regla es la de Nadezhda Tolokonnikova, la cara más visible de las Pussy Riot. Su juicio en Rusia se ha convertido en un símbolo de la chulería que gasta el régimen de Putin. Esta chica de apellido casi impronunciable nunca esconde sus bellos ojos a la prensa. Seguramente porque sabe que las cámaras se han convertido en su mejor defensa.

El negro es el color de moda ante el juez.
Las hay que parecen reciclar el traje que gastan en los funerales para sentarse ante el juez. Es el caso de Naomi Campbell, Linda Evangelista, Nicollette Sheridan o Isabel Pantoja. Tanto negro y azul marino no parece querer decir nada bueno.

La excepción la pone de nuevo Nadezhda Tolokonnikova. Su atuendo no desencajaría en un festival de música. Tiene mérito si tenemos en cuenta que en ocasiones lo combina con las esposas y que sus días empiezan y terminan en una celda.

La cara y los gestos del antes y el después cuentan mucho. La expresión del rostro puede contarnos muchas cosas, sobre todo teniendo en cuenta el momento en el que está realizada una foto: antes o después de comparecer ante el juez. En el caso de la imagen de Isabel Pantoja, realizada a su salida de los juzgados de Málaga, vemos un semblante algo siniestro.

Una expresión que contrasta con el desparpajo de Nicollette Sheridan a su salida de un tribunal el pasado año. Se decidía si su despido en Mujeres Desesperadas fue o no procedente. Su actitud altiva estaba motivada seguramente porque la sentencia terminó dándole la razón. Pero a la que tenemos que aplaudir por sus aires desenfadados es otra vez a la activista rusa.

La compañía importa.
Llegar sola o acompañada ante el juez es algo que hay que pensarse muy bien. Entre las maneras algo teatrales de Janet Jackson acudiendo de la mano de su hermano Andy al juicio por la muerte Michael y el desamparo solitario de Linda Evangelista seguro que hay un termino medio.
También llama la atención el caso de Paris Hilton. Hay un antes y un después en sus paseos por los juzgados. En 2007 acudió sola al juicio que terminó con ella en prisión. Pero el año pasado apareció del brazo del que era su pareja por aquel entonces para denunciar a un acosador.

La única compañía que les conocemos a las Pussy Riot son los severos policías que las acompañan. Cuya expresión de enfado contrasta con el buen humor de las detenidas. Una imagen demoledora para los que pretenden darles un escarmiento.

Ni una sonrisa. Acudir a un juzgado tronchándose de risa quizá no sea buena idea. Pero que la única vez que te vean con un semblante trágico sea precisamente ahí tampoco parece muy sincero.

La única que se permite sonreír al sentarse en el banquillo de los acusados es nuevamente Nadezhda Tolokonnikova. De vez en cuando incluso regala alguna que otra carcajada a las cámaras. Quizá porque sabe que su batalla ante el tribunal está perdida de antemano. Aunque, eso sí, el futuro parece estar de su parte.

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