La fotógrafa que encontró belleza en el país de los huérfanos
Charlamos con Asa Sjöström, que ha ganado el segundo premio del World Press Photo, retratando escenas cotidianas de niños en Moldavia.
La fotógrafa Asa Sjöström (Gotemburgo, 1976) tenía un mes de vacaciones y quería exprimirlo al máximo. Después de un año trabajando en un periódico nacional sueco, le apetecía viajar y contar historias sin la urgencia que exige publicar al día siguiente. Buscó en Google cuál era “el país más pobre de Europa” y se marchó a Moldavia. Han pasado diez años desde aquella escapada y entre medias ha ganado dos premios World Press Photo (WPP), el concurso de fotoperiodismo más prestigioso del mundo. El primero se lo entregaron en 2005 y el segundo lo anunciaron la semana pasada. Los protagonistas de esas imágenes tienen algo en común: son niños moldavos.
El chico de la izquierda se llama Igor y el día en que se sacó esta foto cumplía nueve años. Su abuela había comprado chocolatinas para que él y su hermano gemelo las compartieran con sus compañeros de clase. Asa recuerda el disparo: “Se acercó su mejor amigo y le susurró algo al oído. Fue un segundo solo, estaba delante de ellos y, ‘clac’, saqué la foto. Pensé que era bonito”.
Igor y su hermano son, como muchos otros niños moldavos, huérfanos. Huérfanos auténticos o huérfanos en la práctica, porque una parte relevante de los adultos de esta antigua república soviética emigra buscando trabajo y deja a sus hijos a cargo de familiares o directamente en internados: UNICEF estima que 150.000 chavales (uno de cada cuatro) están creciendo sin su padre o sin su madre. No solo eso, el año pasado el gobierno de Estados Unidos denunciaba el reclutamiento de niños y niñas moldavos con fines de explotación sexual. Asa es consciente de esta situación y se encarga de exponerla en los textos que acompañan a sus fotografías, pero defiende que a la hora de capturar una imagen hay que mostrar más cosas.
“Me alegra que el WPP premie este tipo de fotografías. En el mundo no solo hay guerra, también hay momentos bonitos. Para mí esa foto refleja un momento íntimo y agradable entre dos amigos." A Asa le costó ocho años regresar a Moldavia porque ninguno de los periódicos para los que trabajaba tenía interés en ese país. “Cuando empezó la guerra en Ucrania me pareció una oportunidad magnífica para volver. Ellos también tiene un conflicto parecido, con áreas que quieren pertenecer a Rusia y otras que quieren ser europeas”, explica.
Este retrato ha conseguido el segundo premio World Press Photo en la categoría Vida Diaria.
Asa Sjöström
En la serie Niños de la frontera, Asa retrata el día a día de Igor y el resto de los chicos del pueblo: columpiándose, recogiendo cebollas o capturando nutrias domesticadas que cenarán esa noche. Una revista de trabajadores sociales compró el reportaje, las imágenes le valieron la mención de honor de UNICEF en el concurso Foto del Año 2014.
No todo es Moldavia en el álbum de Asa Sjöström. La sueca quiso profundizar en la costumbre nacional del fika, que es como llaman ellos al acto de parar a tomarse un café. “Para muchos el fika es casi una religión”, bromea Asa. Las fotos las hizo durante un viaje en tren: fika con amigas, fika entre ovejas, fika conduciendo… “Cada vez que veía a un par de personas tomando café, les preguntaba si podía sacarles una foto. A todo el mundo le encantaba la idea, nadie se negó”, asegura.
La mayor parte de su trabajo cuenta historias de mujeres. Da igual que esté en el camerino de una bailarina de cabaret o que desayune entre activistas de Femen, Asa consigue hacerse invisible y atrapar los destellos de intimidad de aquellos a quienes retrata.
Las adolescentes moldavas de la Escuela de Ballet del Teatro de la Ópera le valieron en 2005 su primer premio World Press Photo, en la categoría de Historias de Arte y Entretenimiento. Y eso que, desde luego, no eran las instantáneas que soñaba conseguir cuando planeó su viaje desde Suecia. Alguien que le pregunta a Google por el país más pobre de Europa no hace las maletas para fotografiar una clase de ballet.
“Yo quería contar las historias de la gente más vulnerable. Quería hablar de la trata de mujeres y de niños, porque allí realmente es un problema”, explica. La dureza del proyecto la sobrepasó y llegó un momento en que era incapaz de avanzar. “Un día entré en esa clase de ballet, estuve unas horas con ellas, me relajé y empecé a hacer fotos. Fue muy agradable. En aquel viaje aprendí que cuando te paralizas o te vienes abajo la mejor opción es hacer una cosa sencilla con la que disfrutes. Algo que te sirva para desconectar y que te dé fuerzas para seguir”.
* Puedes ver la serie completa Niños de la frontera aquí.
Asa Sjöström ha sido elegida la fotoperiodista más inspiradora de Suecia por los alumnos de la Universidad de Mid Sweden.
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