La atracción del backstage
Las fotografías de Anna Bauer, que ahora se exponen en España en la Fundación Loewe, cambian la perspectiva desde la que se suele observar al mundo de la moda, uniéndose a otros colegas que también se colaron entre bambalinas.
Por muy trabajada que esté una producción siempre lo tendrá difícil para ganar a la realidad en el campo de la curiosidad. La mejor posición para ver un desfile es la primera fila, pero solo si no te invitan a verlo desde las bambalinas donde transcurre la verdadera acción. Los auténticos fans sueñan con colarse en el camerino de su artista preferido después del concierto, para verle sin el brillo cegador de los focos, conocer cómo es la persona en realidad. El sueño de matar al ídolo convirtiéndolo en ser humano que también siente, padece y comparte espacio vital con el admirador
El famoso fotógrafo Robert Capa siempre decía: “Si tu foto no es lo suficientemente buena, es que no estás lo suficientemente cerca” y, aunque su especialidad era la fotografía de guerra, otros colegas de la cámara trasladaron ese lema –que no se refería tanto a la cercanía en el espacio sino en implicación personal– a su campo de acción. Richard Avedon, por ejemplo, pasó a la historia de la fotografía por sus increíbles imágenes de moda como Dovima con elefantes pero también por sus retratos, entre los que se incluyen los de la mirada triste de Norma Jean vestida de Marilyn o la seriedad impasible de John Lennon tras sus gafas redondas. Los grandes mitos de su época retratados desde la cercanía personal, mostrados al público sin el ornamento del espectáculo.
La fotógrafa Anna Bauer conoce bien el atractivo que suscitan las imágenes que muestran lo que generalmente no se ve. La autora comenzó el proyecto fotográfico que recibe el nombre de Backstage en septiembre de 2007 y durante media década, Bauer inmortalizó en Polaroids o daguerrotipos a los profesionales que desarrollan su trabajo en la parte trasera de los desfiles de moda y sin los que nada de lo que se ve en la pasarela sería posible. Peluqueros, maquilladoras, modelos o diseñadores desfilaron ante su objetivo mostrando su cara más relajada para el retrato. Ahora todo este trabajo puede disfrutarse tanto en formato libro (editado por Angelika Books, la editorial de AngeliKa Taschen) o en la exposición que se puede visitar hasta el 3 de noviembre en la Galería Loewe de Madrid y posteriormente en su homóloga en Barcelona.
Raquel Zimmermann.
Anna Bauer / Angelika Books
Entre los nombres propios que protagonizan los retratos de Bauer pueden encontrarse algunos tan conocidos como los de Alber Elbaz, Rachel Zimmerman, Lara Stone, Jean Paul Gaultier o la inevitable Kate Moss fumándose un cigarrillo. Y además de ellos, muchas personas anónimas para la mayor parte del público, pero que tienen un papel esencial en la preparación de un desfile. “Me hice adicta al backstage por su velocidad y además porque me encanta el que haya tanta gente trabajando junta para un solo momento”, sostiene la fotógrafa, que además ha disparado campañas para marcas como Céline o Zara, en las que en cierta manera también ha imprimido esa naturalidad relajada que transmiten sus retratos del backstage.
El blanco y negro de sus fotografías, el formato analógico y la mirada al frente sin artificios de sus conocidos protagonistas relacionan su trabajo con el de otra fotógrafa intrusa de las bambalinas: Mary Ellen Mark. Desde los años 60 y durante bastante tiempo, la fotógrafa norteamericana –que cuenta con una impresionante ristra de premios y menciones en su haber– trabajó en rodajes cinematográficos lo que le dio la oportunidad de capturar con su objetivo a directores, actores y demás profesionales del mundo cinematográfico durante la producción de las películas.
Federico Fellini en los estudios Cinecittà, Buñuel y Catherine Deneuve en Toledo durante el rodaje de Tristana o Dennis Hopper en el set de Apocalypse Now son los protagonistas de algunos de los retratos de Mark en la trastienda del cine, que se recogen en un libro titulado Behind The Scene (Phaidon Press, 2008) y que podría ocupar un lugar en la estantería junto al firmado por Anna Bauer. Al fin y al cabo, ambas comparten el mismo objeto de su curiosidad y lo han gestionado con una misma herramienta: la cámara de fotos.
María Carla Boscono.
Anna Bauer / Angelika Books
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.