La arruga invade Hollywood
La industria abraza a las maduras: armadas, ligando con adolescentes o sufriendo las diatribas de la menopausia. ¿Excepción o nueva vía?
«Hay tres edades en la vida de una actriz de Hollywood: el bombón, la fiscal del distrito y Paseando a Miss Daisy«. Goldie Hawn entonó esta frase en El club de las primeras esposas hace casi dos décadas y poco han cambiado las tornas en el valle de las estrellas si hablamos de arrugas femeninas. La discriminación por edad (ageism en inglés, edaísmo en castellano) que sufren las actrices ha sido una tónica constante en la industria. Es acercarse a la barrera del cuarto piso, rondar la cuarentena o sobrepasarla que, voilà, la mujer atractiva que se ligaba a Tom Hanks en la comedia romántica de anteayer se convierte, cosas del celuloide, en la madre sensata y amorosa de Forrest Gump. Pregunten a si no a Sally Field. O echen un vistazo a los últimos titulares que las actrices del momento, mujeres espléndidas, han ofrecido a esta revista. Zoe Saldana (35 años) ya habla de «envejecer con alegría«, Heather Graham (43 años) apunta que sabe «cómo esconder sus canas» y Julie Delpy (43 años) se muestra indignada con «el culto a la juventud«.
Sus declaraciones no son baladí. En un mundo en el que hay 2,51 protagonistas masculinos por heroína en los taquillazos y en el que 2012 ha sido el peor año del celuloide para las actrices (de ahí que por eso las veamos tanto en las revistas por otros motivos), cumplir años puede encasillar precozmente una carrera. Tal y como apuntaba la siempre acertada Hadley Freeman en The Guardian, «algo debe pasar con el agua que beben en California» para que los directores de casting ofrezcan a actrices como Hope Davis ser la madre de Johnny Deep… aunque ambos hayan nacido en el mismo año. Y no sólo en el cine, si sintonizan el remake televisivo de Dallas, verán cómo Judith Light intepreta a la madre de Mitch Pileggi (61 años)… aunque sólo tenga 3 años más que él.
¿Por qué es tan irreal, deformada, y surrealista la imagen femenina en Hollywood? Si ellos pueden envejecer con dignidad, mientras sus parejas en pantalla parecen trabadas en la lozanía de los veintitantos (para muestra, este aclaratorio y gráfico artículo de Vulture), ¿por qué ellas no? La taquilla que está por venir, por suerte, quiere contradecir (tímidamente) a esta maldición edaísta de las actrices.
‘The Hot Flashes’, cuarentonas de verdad ejercitándose.
Pendiente de estreno está Adore, el film basado en la novela de Doris Lessing, dirigido por Anne Fontaine (que ya se hizo al cargo de Audrey Tautou en Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel) y en el que Robin Wright y Naomi Watts intepretan a un par de mejores amigas y vecinas que deciden tener un affaire con el hijo de cada una. Un peculiar cuarteto en el que sendas actrices se plantearán los límites del amor y la edad. Está claro que no será lo mismo que ver a Tom Cruise (50 años) salvando al mundo con Olga Kurylenko (33 años), pero al menos este par de actrices pueden normalizar tramas para que en futuros proyectos la edad de su protagonista no influya en la elección de partennaire masculino.
A quien veremos con sofocos menopaúsicos (tal cual) y experimentando de lleno el paso a la madurez es al mito erótico de El lago azul, Brooke Shields. Susan Seidelman (la directora culpable de esa peli de culto que es Buscando a Susan desesperadamente) ha escogido a un casting de lujo para demostrar que aunque ellas pasen la cuarentena, también tienen su hueco al frente de una comedia. En The Hot Flashes (que significa sofoco en inglés), Shields alistará a Daryl Hanna, Virginia Madsen, Wanda Sykes y Camryn Manheim para formar un equipo de baloncesto femenino que recaude fondos para una clínica móvil que trate el cáncer de pecho.
Y aunque este verano también nos encontremos con joyas como la de poder ver a la exquisita Helen Mirren repartiendo caña (y metralla) en Red 2, la industria no parece querer cambiar patrones. «El edaísmo es inherente a Hollywood», lamenta a esta revista Melissa Silverstein, del blog Women and Hollywood. «Cuando ves a las mujeres emparejadas, especialmente en los taquillazos, ellos son mucho más mayores y ellas no solo son más jóvenes, sino que simplemente son bombones que les acompañan», añade. Aunque Silverstein aplaude nuevos títulos como el de The Hot Flashes o The Heat (la nueva comedia del director de Bridesmaids, Paul Feig, con Melissa McCarthy y Sandra Bullock como protagonistas), la autora asegura que es en el cine independiente o en los proyectos autofinanciados «donde se puede decidir el casting con más libertad» y donde hay un menor rastro de edaísmo. «Aunque todos están influenciados por el marketing e incluso en las películas de bajo presupuesto el casting no tiene porque ser lógico«.
¿Llegará el día en el que veamos a Julianne Moore (52) emparejada con un yogurín tipo Douglas Booth (21) sin que chirríe a los directores de casting? Si Richard Gere (64) puede ligarse a Laetitia Casta (34) en Arbitrage, ¿qué tendría de malo?
Helen Mirren parte la pana (y reparte estopa) en ‘Reds 2’.
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