¿Conseguirá Irene Caruncho, la Adele gallega, vivir de la música en España?
Con solo 20 años, esta coruñesa se ha destapado como la mayor sorpresa del programa ‘La Voz’ de Telecinco. Con solo una actuación acumula miles de fans y se postula como futura ganadora de la cuarta edición.
Algunas veces pasa. Casi nunca, la verdad. La mayor parte de los programas suponen una sucesión de aspirantes más o menos atinados, clones del último fenómeno electrolatino, flamenco fusión o pop de extrarradio. Si han tenido suerte, los periódicos locales abrirán con ellos la edición dominical, sus seguidores se multiplicarán en las redes sociales y algún miembro del consistorio se pondrá en contacto pidiéndoles que contribuyan a publicitar la imagen de su localidad, barrio o vecindario. Quién sabe si una vez terminado el programa conseguirán grabar un single, promover una gira con solvencia y, cómo no, anunciar su candidatura para representarnos en Eurovisión. Un año después se sentarán delante de la televisión para ver la nueva edición del programa que les hizo célebres mientras continúan luchando por sobrevivir en la industria. Y esos, recordamos, eran los afortunados. El resto, nueve de cada diez, todavía aguardan esa llamada del ayuntamiento para actuar en las fiestas patronales.
Irene Caruncho era, hace solo siete días, otra joven que esperaba que sonara el teléfono para que pudiera cantar. Lo había hecho previamente, ante sus paisanos, en algunas salas de la localidad acompañada por su novio como guitarrista. Hoy, la joven de 20 años, ya ha estrenado nuevas cuentas de Twitter, Instagram y página en Facebook, en las que se agolpan cientos de ‘Me gusta’ y alabanzas de sus noveles fans. Su intervención en el programa La Voz del pasado miércoles la ha situado como el primer gran fenómeno de la temporada televisiva, comparándola con estrellas como Adele o Christina Aguilera. Todo después de cantar menos de dos minutos. Y le hubiera sobrado uno, porque cuando a la magia de la televisión le da por aparecer, muy de vez en cuando, pasa esto.
“Te ruego que me concedas el privilegio de acompañarte a ser una de las artistas más importantes de este país”, decía el siempre intenso Melendi en su alegato por reclutar a Irene para su equipo. “Ya se lo he rogado yo”, interrumpía Malú, la que finalmente se llevaría el diamante en bruto. La sobrina de Paco de Lucía fue la primera en hacer girar su silla solo unos segundos después de que Irene entonara Run, un tema de Snow Patrol conocido por el gran público gracias a la versión de Leona Lewis. Hasta el miércoles, claro. Esta estudiante de Turismo, “lo mejor de las cuatro ediciones” según Malú, se convirtió en Trending Topic al instante. Al más puro estilo Bieber y Gaga, sus fans ya se apilan bajo seudónimo, los Noniters. “Mi mayor virtud es transmitir cantando”, confesó la joven en una entrevista en la web de la cadena. La propia Telecinco debía estar ya muy segura de lo que tenían entre manos al emitir la actuación de Irene contraprogramando los primeros minutos del estreno de la temporada final de Velvet, su rival en la noche de los miércoles.
Natural de Cedeira, un pequeño municipio coruñés situado en las Rías Altas, presentó su candidatura a La Voz ya en la pasada edición pero quedó fuera al estar cubiertas todas las plazas. Una vez dentro del programa, para muchos es una mera cuestión de tiempo el verla alzarse como ganadora, convirtiéndose así en la primera mujer en lograrlo en cuatro temporadas. A su favor: una postura tímida, casi errática en el escenario, y una voz que desarticula cualquier sospecha de nerviosismo. Madura, afinada y proyectada con potencia, granjeándole centenares de comparaciones espontáneas con la de la británica Adele. La intérprete de Tottenham también parece ser un referente para Irene, ya que en varias grabaciones amateurs en Youtube la versiona en temas como Someone like you y Set fire to the rain. Comparaciones que, atinadas u odiosas, suponen un aliciente que a buen seguro veremos materializado en televisión conforme avance el concurso.
Pero más allá de su trayectoria en La Voz, el talento de Irene arroja dudas sobre el camino que seguirá su carrera musical. A pesar del innegable puente a la fama que supone participar en un programa de este tipo, pocos son luego los que consiguen superar su desbocada repercusión. Dejando a un lado a varios de los triunfitos de la primera edición (cuyo reencuentro marca también la temporada televisiva), otros concursantes de talents musicales tuvieron que desmarcase primero de su paso por los mismos para poder triunfar. Pablo López, Angy, Leire (La oreja de Van Gogh) o Mai Meneses (Nena Daconte) son algunos ejemplos. Irene Caruncho tendrá que lidiar con el arquetipo televisivo del patito feo debido a su físico. Ese que se convierte en cisne delante del micrófono pero que, como Rosa López puede atestiguar, no tiene mayor recorrido una vez finalizado su recorrido televisivo. La cedeiresa, que ha confesado que su mayor ídolo es el guitarrista metal y funk rock Buckethead, parece también alejada de ese pop aflamencado homogénico en las listas nacionales y que abanderan los cuatro coaches del programa. Triunfar, para Irene, debería ser una cuestión de poder vivir de la música en España cantando en inglés. Y sin postularse para Eurovisión. Ahí es nada.
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