Hemos visto ‘Hereditary’, el fenómeno del verano (y sí, da tanto miedo como dicen)
Llega un momento en el que, sin previo aviso, uno comienza a sentirse incómodo en la butaca, a mirar hacia los lados y pedir un tiempo muerto ante tanta tensión. Analizamos el filme del que todos hablan sin spoilers.
No hace falta subirse a un carrusel de sustos para pasar miedo en el cine. Al igual que tampoco es necesario mostrar imágenes de esas que hacen mirar hacia otro lado (o incluso taparse los ojos) para salir con mal cuerpo de la sala. Pocas películas de terror consiguen además de asustar a la audiencia poner de acuerdo a los críticos (siempre más extraños y extravagantes que las grandes masas). Este año lo ha hecho Hereditary, un largometraje que ha obtenido una puntuación de 87 sobre 100 en Metacritic, portal en el que las películas pasan la reválida de la crítica, y un 7,8 de promedio en Imdb, donde los que imponen la nota son los propios usuarios.
Así que todo el mundo de acuerdo en que Hereditary se encuentra entre la grandes películas (de terror o no) de este año. Al menos entre las que van a dar mucho que hablar, como se lleva haciendo desde que se estrenó el pasado invierno en el mítico Festival de Sundance, donde cada temporada se decide lo que va a ser un must dentro del cine independiente y lo que no va a superar la categoría de bluff. Esta vez parece que la intuición indie ha acertado de pleno y la película consiguió 27 millones de dólares en su primera semana y media en la taquilla Estados Unidos. Pero, ¿es para tanto? ¿da tanto miedo como dicen? ¿Es una película más metafórica que terrorífica? ¿A qué tipo de público le va a gustar? ¿Estamos ante un clásico de culto o ante una tomadura de pelo? Vamos a intentar resolver estas preguntas, esquivando los temidos spoilers, para que los sustos solo se produzcan en la sala de cine.
¿Quién está detrás de Hereditary?
En primer lugar, la productora A24, que hace un par de años ya nos dejó clavados a la butaca con La bruja (2015), otro film de terror muy poco convencional, y que logró el Oscar con Moonlight (2016), en ese final tan apretado y polémico en el que se lo arrebató a La La Land (2016). Este año han conseguido con Lady Bird, de Greta Gerwig, su mayor éxito comercial y probablemente crítico. Así que tenemos a una empresa especializada en facturar films indies de manual. Y al frente de todo el director y guionista Ari Aster, que solo había firmado un par de cortometrajes, ambos ambientados en el mundo de la familia, pero sin atisbo de terror sobrenatural entre sus imágenes.
Es mejor no fiarse de los tráilers.
Si nos ceñimos a las imágenes de presentación de la película, estamos ante un film de terror comercial al uso y lo malo es que es, justamente, lo contrario. Hereditary se salta varias normas sagradas del género y desmonta un buen número de tópicos que, por lo general, hacen que las películas funcionen de manera tan efectiva como previsible. Aquí no hay rastro de lugares comunes y eso es todo un reto para aquel tipo de espectador que disfruta adivinando los giros de la trama y, por supuesto, el final mucho antes de que este llegue. Así que a ese nivel (como en tantos otros) se convierte en un verdadero desafío. Riesgo.
Cuidado, se puede repetir el fenómeno Madre!
La película de Darren Aronofsky puede ser un buen referente a la hora de analizar Hereditary. Se vendió (sobre todo a través de tráilers y teasers) como un film de terror, de casas encantadas e, incluso, de sucesos paranormales. Y los que lo hayan visto ya saben que la película protagonizada por Jennifer Lawrence y Javier Bardem es solo en parte esto. Detrás de ella hay una reflexión mucho más profunda e inquietante y también difícil de digerir. A ese nivel, Hereditary es mucho más directa, pero se puede leer perfectamente en clave de dramón familiar en torno a la pérdida y también a la maternidad. Al deseo de ser madre o al deseo de no serlo. Así que no todo es tan sobrenatural como lo pintan. Y eso hay que tenerlo muy en cuenta.
¿Por qué deja tal mal cuerpo?
Con Hereditary ocurre algo similar a lo que ocurre frente al cine de Lars Von Trier, al que esta película le debe muchas cosas. Los acontecimientos que suceden ante nuestros ojos perturban, cada vez lo hacen más, hasta que llega un momento en el que, sin previo a aviso, uno comienza a sentirse incómodo en la butaca, a mirar hacia los lados y pedir un tiempo muerto ante tanta tensión. Eso puede dejar a alguien exhausto (de contemplar largos planos secuencia que parece que no van a acabar nunca) y que acabe perdiendo la atención. O no creerse lo que está viendo en la pantalla. Es un riesgo que juega en contra de la película y será una de las cosas que impida que su boca a oreja entre el público sea tan bueno como el que se merece.
De El sexto sentido hasta ahora…
Hace justo ahora veinte años, Toni Collette pasó a la historia del cine de terror al protagonizar la mítica película de M. Night Shyamalan junto a Bruce Willis y el entonces pequeño Haley Joel Osment. Durante estas dos décadas, la australiana ha seguido cosechando éxitos comerciales, sin dejar de arriesgar en películas independientes que luego han sido auténticos taquillazos, como Pequeña Miss Sunshine (2006), sin ir más lejos. Ahora lo vuelve a hacer en esta película, donde lleva literalmente el peso de la narración y donde brinda una de esas actuaciones que no se olvidan y que aparecen luego en algunas pesadillas. El resto del reparto está bien, pero, claro, a su lado…
Puede ser el Déjame salir del año 2018.
Su carrera y la de Hereditary transcurren en paralelo. Se trata de dos películas difíciles de adscribir a un solo género, tienen la etiqueta de indies y, poco a poco, se han hecho con la crítica, tras ser antes consideradas películas para festivales. Jordan Peele consiguió, contra todo pronóstico, el Oscar al mejor guion original con su filme. Y quién sabe si el terror no se volverá a colar este año en la ceremonia de las estatuillas doradas gracias a la película de Ari Aster. Aún queda mucho, pero suena a una de esas apuestas que dan bastantes ganancias.
Y, ahora, ¿sobre qué trata?
Sinceramente, mejor no saber nada antes de entrar en la sala y dejarse llevar.
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