Joyas, tartas o decoración: la imparable invasión de las flores en Instagram
Los pétalos conquistan la red social dispuestos a devolver la primavera a este 2020. Analizamos el fenómeno.
«Convierten cualquier cosa en algo bello y, si las mezclas con comida, el resultado es de otro mundo». Para la célebre cocinera Loria Stern, conocida en Instagram por sus vibrantes tartas y galletas transformadas en pequeños jardines, esta es la sencilla motivación que explica el imparable furor floral que ha echado raíces en la red social. «Me inspiro en las estaciones y en lo que está creciendo en mi jardín para hacer las recetas. Me encanta incorporar pétalos porque el resultado visual es tan apetecible como el sabor y, dado que Instagram se basa en la imagen, es el lugar perfecto para dar alas a esta tendencia», añade la repostera, que acumula más de 180.000 seguidores en su perfil.
Como ella, otros cocineros profesionales y aficionados contribuyen al incremento de la botánica comestible. Las focaccias y panes floreados fueron uno de los pasatiempos con más adeptos los días de confinamiento y ahora la ocurrencia se diversifica en toda clase de dulces. «Las flores son muy instagrameables, pero es importante que los platos, además de bonitos, estén buenos. Nuestras tartas llevan flores comibles prensadas y secadas a mano», cuentan desde la madrileña pastelería Balbisiana, responsable de un pastel viral creado a petición de la prescriptora Paula Ordovás.
Pero no solo de foodies se alimenta la devoción digital por las flores. Mientras ahí fuera las horas de luz empiezan a descontarse sin remedio y es cuestión de tiempo que las hojas verdes venzan su fecha de caducidad, en la red social ya es primavera. En realidad, lleva siéndolo de forma ininterrumpida los últimos meses. Las creaciones joyeras de la firma neoyorquina Dauphinette, por ejemplo, convierten orquídeas, paniculata o pensamientos recubiertos por resina ecológica en insólitos pendientes, bolsos y toda clase de accesorios. También los pétalos hacen acto de presencia flotando en bañeras, salpicando las páginas de un libro, decorando paredes o encerradas en un tarro a modo de elixir. Todo vale cuando se trata de dar un paso más allá del clásico bodegón ‘jarrón sobre mesa’.
«Creo que la naturaleza nos fascina en cualquiera de sus formas. Sobre todo a aquellos que viven en ciudades o alejados de ella. Además, tanto los colores de las flores como su aroma mejoran el estado de ánimo», argumenta la fotógrafa española Paula Codoñer, especialista en crear exquisitas composiciones florales. La autora del libro A Rainbow full of flowers les atribuye un poder terapéutico que echó en falta, dice, los días de reclusión. No obstante, la demanda de ramos se multiplicó en España durante la crisis sanitaria («vendimos hasta cuatro veces más», aseguran desde la floristería Colvin) impulsada, probablemente, por los positivos efectos psicológicos que proporcionan. Numerosas investigaciones señalan los beneficios de convivir con flores, desde reducir el estrés y aumentar la positividad, como apunta un estudio de la Universidad de Harvard, a mejorar el bienestar y la creatividad, conclusión a la que llegaron en la Universidad de Florida del Norte.
No parece casual que la primera exposición inaugurada por el Museo Reina Sofía tras la pandemia estuviese dedicada a las colosales flores colgantes del artista kosovar Petrit Halilaj, que seguirán suspendidas del techo del madrileño Palacio de Cristal del parque del Retiro hasta el próximo febrero. Su esperable buena acogida digital, donde miles de visitantes se inmortalizan bajo amapolas, claveles o lirios, es solo una ramificación más del monopolio floral que impera en las redes. Puede que el confinamiento nos arrebatara la primavera de este 2020, pero Instagram está dispuesto a devolvérnosla.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.