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¿Es tener hijos la gran transgresión de la mujer trabajadora en España?

El 51% de las españolas ha tenido menos niños de los deseados, el 60% le ha dedicado menos tiempo del que le hubiera gustado y el 28% ha tenido que renunciar directamente a tenerlos.

La mayoría de las españolas no ha tenido los hijos que desaba.
La mayoría de las españolas no ha tenido los hijos que desaba.Getty

Si hasta hace poco, lo inconformista era que una mujer declarara su deseo de no tener hijos, su inexistente instinto maternal y su despreocupación por lo que marcara su reloj biológico; es muy probable que en un futuro muy próximo lo revolucionario, al menos en España, empiece a ser el polo opuesto: la que reivindica su opción a la maternidad deseada en un país en el que las mujeres, y como consecuencia inevitable también los hombres, retrasan cada vez más la intrépida decisión de reproducirse, cuando no la abortan en aras de la proyección profesional. El trabajo, “ese gas que se expande y que lo invade todo”, en palabras de Nuria Chinchilla, directora del Centro Internacional I-WILL (IESE- Women in Leadership) del IESE Bussiness School (Universidad de Navarra) y experta en conciliación. Esa utopía que en nuestro país funciona como La Santa Compaña de los gallegos, todos la han visto de lejos, pero ninguno ha ingresado nunca en ella.

El 51% de las mujeres españolas han tenido menos niños de los deseados, el 60% ha dedicado menos tiempo a su prole del que le hubiera gustado y el 28% ha tenido que renunciar directamente a tenerlos por causas laborales. Es el titular que se deduce del estudio Maternidad y Trayectoria Profesional (2017), elaborado a raíz de una encuesta a 8.474 participantes de ambos sexos y llevado a cabo por el IESE Business School en colaboración con Laboratorios Ordesa.

En España existe en la actualidad una clara diferencia entre el número de hijos reales (1,33), el número de hijos esperados (1,69) y el número de hijos deseados (2,52). Problema que no es exclusivo del género femenino y que sufren también los hombres; ya que según este estudio, un 41% ha tenido menos de los que hubiera querido, un 63% les ha dedicado menos tiempo del que le gustaría y un 21 % ha renunciado a ellos por progresar profesionalmente.

La doble jornada laboral de la mujer (trabajo y casa), las pocas ayudas a la maternidad del gobierno y las estructuras empresariales rígidas y discriminatorias son los principales obstáculos para compaginar maternidad y trabajo.

Entre los procesos de selección de las empresas, según el informe anterior, al 45% de las mujeres le han preguntado si tienen o tendrán hijos (una practica abusiva y discriminatoria que no suele denunciarse), un 57% de ellas ha tenido que renunciar a algunos trabajos por no facilitarles que fueran compatibles con su maternidad, el 53% afirma que el hecho de ser madre les ha impedido una mayor proyección laboral, el 46% sostiene haber tenido que trabajar más duro para demostrar su valía y el 37% confiesa que no las promocionaron por el simple hecho de ser mamá.

Pero además, un 97% de las mujeres encuestadas considera que la ayuda que se otorga a la maternidad es muy escasa. Mientras que los países de la Unión Europea destinan una media del 2,2% del PIB para ayudas a las familias, España aporta, como máximo, el 1,4% y nueve de cada diez familias no tienen derecho a recibir prestación por ingresar más de 15.000 € brutos al año.

¿Me tiro a la piscina o me quedo como estoy?

Lucía, 33 años, Madrid, lleva tiempo planteándose el tema de la descendencia. Vive con su novio y ambos trabajan. Aún así, la decisión es difícil. “Tanto mi pareja como yo fluctuamos entre el ¡venga, hay que tirarse a la piscina!, y el ¡con lo mal que está todo!, mientras voy cumpliendo años y mis posibilidades biológicas se van reduciendo. Hasta ahora gana la segunda opción, reforzada por la situación económica, el paro, los bajos salarios y los amigos, que cuando se lo comentas exclaman: ¡estáis locos! Pero además, conciliar es cada vez más complicado y quedarse embarazada no está muy bien visto en las empresas. Es el nuevo techo de cristal”.

Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), la media de maternidad llega por primera vez a los 32 años. El aumento de edad para tener el primer hijo no cesa desde que se empezaran a recoger datos en 1976, cuando por entonces estaba en los 28, 5 años.

La crisis económica trajo consigo una crisis de natalidad, que se redujo en un 20% , y si el número de hijos se mantiene en 1,33 con respecto a otros años es gracias a las madres extranjeras. De los más de 400.000 bebés nacidos en España el pasado año, un 18,4% eran de mujeres de otra nacionalidad. Al mismo tiempo, según destaca el estudio, los españoles tienen menos hijos pero se casan más. En el 2016 se celebraron un 2% más de bodas que en el año anterior, aunque también aumenta la edad para llegar al altar, que en los hombres se sitúa en los 37,5 y en las mujeres en los 34,7 años.

Encontrada ya la media naranja, hay que disfrutar unos años de la vida en pareja. Según los datos de la encuesta Prioridades antes de ser madre, realizada por la compañía farmacéutica HRA Pharma, las españolas en edad fértil sitúan la idea de tener hijos (26%) muy por debajo de otras cuestiones, como ahorra dinero (61%), el progreso profesional (57%) o viajar (48%). De hecho, al 78% de las entrevistadas les preocupa mucho quedarse embarazadas, ya que consideran que esto afectaría negativamente en su trabajo.

Los problemas de la maternidad tardía

Rocío Núñez, embrióloga y directora científica de la clínica de reproducción asistida Tambre, en Madrid, apunta como sus clientas han aumentado de edad; y que si quince años atrás la media era de 35, ahora está en 38 años. “En España la mujer decide tener hijos muy tarde y eso implica una mayor dificultad para quedarse embarazada. La fertilidad disminuye a partir de los 30, se hace más difícil a los 35 y está dificultad aumenta exponencialmente en los 40. Hay más riesgos de aborto, de padecer diabetes gestacional, hipertensión, problemas circulatorios, varices, hemorroides y anemia. Más posibilidad de complicaciones durante el parto o cesárea, sobre todo si se trata del primer hijo. El protocolo que seguimos en la clínica con mujeres que han intentado el embarazo y no lo consiguen es, por este orden, la estimulación ovárica, la inseminación artificial y la fecundación in vitro. La congelación de óvulos puede ser una alternativa, pero cuesta 2.000 euros y generalmente las mujeres toman esa decisión tarde, con treinta y tantos, y lo ideal es hacerlo con menos de 30 años”.

Cuando la idea de ser madre ha sido largamente meditada y sopesada, algo que suele ocurrir a partir de los 30 y algo, y se encuentra por fin el momento de estabilidad ideal para concebir, se entra entonces en un periodo de estrés. ¡Ahora o nunca!, nada beneficioso para el objetivo que se persigue. “La mayoría de las mujeres que vienen a la clínica ya lo han intentado antes y presentan problemas de ansiedad (algunas hasta requieren de apoyo psicológico), porque quieren tener hijos y ven que el tiempo se les acaba”, apunta Núñez.

Conciliación y corresponsabilidad

El club de las Malas Madres, ha publicado este año el informe Somos Equipo, centrado en la importancia de la corresponsabilidad, es decir el reparto igualitario de las tareas de casa entre hombre-mujer. En él se revela que el 58% de las mujeres renuncian a su carrera profesional al tener hijos, frente a un 6% de sus parejas. Así mismo, el 55% de las féminas son las principales responsables de las tareas de planificación y organización, es decir las invisibles, que solo hacen un 17% de los varones. Y para los que piensen que ellas renuncian más a sus ambiciones profesionales y faenan más en casa porque ganan menos, hay una nueva noticia: el 45% de las mujeres que conviven en pareja y aportan la misma cantidad de dinero que el hombre declaran ser las principales responsables de las tareas doméstico-familiares. Solo en el 9% de los casos, el que las hace es él.

“La conciliación es ese cuento chino que nos creímos”, comenta Laura Baena, creadora y portavoz del club. “Llegarás donde quieras y otras frases similares son falsas para las mujeres porque la maternidad es el verdadero techo de cristal, ese que te impide crecer y te obliga a decidir, a renunciar”, sostiene Baena. Para ella acabar con este problema, endémico en nuestro país, implica a tres agentes: gobierno, empresas y familia. “Los tres son igual de importantes. Hay que tener apoyo y corresponsabilidad en casa. Hay que poner leyes y medidas a cumplir; por ejemplo, nosotras pedimos permisos de maternidad/paternidad igualitarios e intransferibles, eso involucraría más a los padres y concienciaría a las empresas de que da igual contratar a hombres o mujeres. Tenemos también una petición en Change.org para que se den incentivos fiscales a las pymes que implanten jornadas con sensibilidad horaria. El gobierno debe hacer un plan nacional de conciliación efectivo. Otro gran escollo es que se necesita un cambio en la educación de los líderes (tanto hombres como mujeres) de las empresas, que parecen anclados en el pasado, el presentismo, los turnos partidos y las interminables jornadas laborales con reuniones a las seis de la tarde. Hay que trabajar por objetivos y no por horarios. Somos uno de los países que más horas trabajamos y menos producimos”, sentencia Baena.

 Grupos de crianza y comadres. La ayuda que niegan las instituciones

 Claudia Pariente es la creadora de Entre Mamás, un grupo de acompañamiento en la lactancia, crianza y maternidad, que nació en el 2007 como respuesta a una necesidad de su fundadora.

“El postparto y la lactancia de mi cuatro hijo se complicó y me sentí muy sola. Buscaba otras madres con las que compartir mis miedos-dudas-experiencias”, comenta Pariente. Al principio se reunían en el parque, luego pasaron a hacerlo en sus casas y finalmente consiguieron espacios en los que juntarse. Entre Mamás funciona como asociación y tiene siete grupos de apoyo en Madrid, totalmente gratuitos, donde las madres pueden ir con sus hijos a interactuar, escuchar charlas y participar en talleres.

“El objetivo de estos grupos es que las madres se conozcan, establezcan lazos y puedan ayudarse unas a otras. Yo cuido hoy de tu niño, o lo voy a recoger al colegio y mañana tu te ocupas del mío. Una alternativa a las mujeres de clase media-baja que carecen de medios para pagar una guardería o alguien que cuide de sus hijos. Las madres están muy solas, son incomprendidas, a menudo se las margina o se las ‘congela’ en sus puestos de trabajo porque se piensa que la maternidad las ha vuelto menos dispuestas y competitivas. Hay muchos espacios en los que los niños no son bienvenidos o se consideran molestos y siempre son juzgadas, hasta por sus propias familias. Hay mucho que hacer en este tema por parte de la sociedad y el gobierno. Hasta que todo eso cambie y nos parezcamos un poquito más a países como Suecia o Finlandia, estos grupos pueden servir de ayuda. Si no nos ayudamos entre nosotras, ¿quién lo va a hacer?

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