‘Lo que me salvó en 2020’: por qué Vicky Luengo se aferró a los libros de la soledad femenina
La actriz de ‘Antidisturbios’ siente que es «agridulce» triunfar en un año en el que todo se derrumba.
Vicky Luengo (Palma, 1990) dice que es extraño triunfar cuando todo se derrumba. Tampoco alza mucho la voz cuando afirma que para ella 2020 ha sido un buen año. «Es una sensación muy agridulce, me siento muy afortunada tras el éxito de Antidisturbios, pero también ha sido un año muy jodido para muchos compañeros y para muchísimas personas en general», recuerda al otro lado del teléfono.
La mallorquina parece que se disculpa por todas las cosas buenas que le han pasado estos últimos doce meses: empezó con teatro bajo las órdenes de Sergi Belbel con Como una perra en descampado, rodó Chavalas en Barcelona–una dramedia sobre el reencuentro de cuatro amigas del barrio de Sant Ildefons (Cornellà), a medio camino entre Girls y Frances Ha, que se estrenará próximamente–, pudo rodar El Sustituto en Alicante, triunfó en San Sebastián con Antidisturbios –una de las producciones televisivas del año–, y volvió al teatro con Los principiantes, dirigida por Juan Cabestany. «Parece un año de ensueño, pero personalmente tengo días de bajonazos y sufro por la gente de mi alrededor, por las circunstancias. Profesionalmente, la gente lo está pasando mal en un mundo que ya estaba muy precarizado. En lo personal, sufro mucho para que mi hermano llegue a final de mes», aclara.
A Luengo el confinamiento y el estado de alarma le pilló en casa ajena mientras rodaba en Barcelona Chavalas. No tenía intimidad total, intentó dejar de fumar (no pudo) pero sí ha conseguido convertir en práctica lo de hacer deporte y comer mejor, cocinar más y tomar su alimentación más en serio. Agradece haber estado en el sector poblacional que podía leer para evadirse. Se lo leyó prácticamente todo y prácticamente todo lo que una feminista recomendaría a otra en 2020: a Olivia Laing, a Vivian Gornick, a Annie Ernaux, a Delphine de Vigan y a Mariana Enriquez. Los libros sobre la soledad femenina y el valor de ésta fue los que más huella le han dejado. «Me encantó La ciudad solitaria de Olivia Laing, fue el que más me marcó durante el confinamiento. Esa relación de la soledad con los artistas me resultó muy reconfortante», apunta.
Una de las lecciones que se lleva, dice, es haber aprendido a detectar lo esencial. «Antes me llenaba el día de planes, tanto si me apetecían como si no, los hacía por inercia. Un amigo me hizo gracia el otro día porque me dijo que habíamos pasado a la era de la calidad. Me siento muy identificada con esa forma de ver la vida». También con no tomarse demasiado en serio las lecturas sobre su personaje en Antidisturbios, Laia. Parece que la intérprete ha desarrollado un detector de machismo y condescendencia según le describen otros cómo han captado a su personaje. Una especie de ‘dime que adjetivo le pones a Laia y te diré lo machista que eres’. «Mucha gente me dice que considera al personaje de Laia ‘caprichoso’ u ‘antipático’. Me sorprende, porque creo que si este personaje fuese una figura masculina no se pondría en duda o se le atribuirían esos adjetivos, dirían que es ‘vehemente’ o ‘tenaz’. Me han dicho de todo, desde que es ‘pesada’ o que es capaz de ‘joder todo el trabajo del equipo’ por un polvo. Con esto lo que quiero decir es que estoy a favor de que los personajes caigan mal, eso está fenomenal. Pero si Laia Urquijo fuese un hombre, no se hubiese hecho hincapié en todo ese discurso de caprichosa, especialmente cuando se acuesta con otro personaje», sentencia.
¿Qué espera de 2021? Que si hay otro confinamiento, lo pueda pasar en su casa de Madrid. Tampoco quiere ser poco realista. «Ser optimista en estos tiempos es complicado, no pasa nada por no serlo, es normal que pases baches. Yo ya he aceptado que lo veo todo negro, que no voy a recuperar la vida de antes. Solo pido que a mi madre no le pase nada y ver que cuando sale el sol puedo salir a dar un paseo o meterme en el cine a ver una peli. Mientras pueda hacer eso, todo estará bien».
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