La estrella infantil Punky Brewster abre su caja de pandora y habla de su tormentosa adolescencia
Soleil Moon Frye, que alcanzó la fama global con ocho años, pone orden a sus grabaciones personales en ‘Kid 90’, un documental que expone las luces y sombras de ser un adolescente famoso en el Hollywood de la década de los noventa.
Desde que era una adolescente, Soleil Moon Frye, que alcanzó la fama global por interpretar a Punky Brewster en la serie que llevaba el mismo nombre, siempre iba con una cámara de vídeo encima. En esas grabaciones caseras están Brian Austin Green (David en Sensación de Vivir), Mark-Paul Gosselaar (Zack Morris en Salvados por la campana) y otras estrellas de la época como Stephen Dorff, Dana Ashbrook (Twin Peaks) o Leonardo DiCaprio. Esas cintas han visto ahora la luz en Kid 90, un documental que ha emitido el canal Hulu, dirigido por la propia Frye y que ella misma resumió en Harper’s Bazaar: «Haber abierto la caja de Pandora de toda mi adolescencia».
Con solo ocho años, Soleil Moon Frye consiguió millones de fans e inspiró a muchos otros niños gracias a su papel protagónico en la comedia Punky Brewster. Acostumbrada a crecer rodeada de cámaras, y cuando ese programa llegó a su fin tres años y medio después, mientras continuaba actuando, optó por hacerse con su propia grabadora de vídeo para comenzar a documentar todo. Desde ir al parque de atracciones con amigos famosos hasta conversaciones íntimas y reflexiones sobre la vida. Las grabaciones de Frye no salieron a la luz durante más de dos décadas. Pero hace cuatro años las cosas cambiaron. Frye decidió revisitarlas y ponerse en contacto con los protagonistas de sus grabaciones, para poner sus recuerdos en común.
En el documental, Frye se pregunta: «¿Son los recuerdos reales o son las historias que queremos contarnos a nosotros mismos?». Lo que descubrió mientras ponía en orden todas esas cintas, fue una sensación de divergencia frente a ese paso de la vida de adolescente a la adulta; también cómo Hollywood trató a los jóvenes de los noventa. Por un lado, estaba viviendo un sueño: ir de fiesta con amigos famosos como Heather McComb y Mark-Paul Gosselaar, perder su virginidad con su flechazo de toda la vida (Charlie Sheen, su primera relación consentida, según expresa) y tomar setas alucinógenas en el desierto de Los Ángeles. También, mientras experimentaba todo esto, había un lado oscuro: Frye recuerda la cirugía de reducción de pechos a la que se sometió a los 15 años después de sufrir gigantomastia y ser hipersexualizada en la pantalla, culpándose a sí misma por la violación que sufrió (cuando tenía 17 años) y sin notar el sufrimiento que experimentaban amigos como Jonathan Brandis, otro niño actor como ella que acabó ahorcándose en su casa. «No creo que haya estado viviendo una mentira todo este tiempo, pero ciertamente no creo que haya prestado atención a mi alrededor», dice en Kid 90.
La narrativa del documental sigue el viaje de Frye a través de su memoria y la de todos aquellos que aparecen en sus grabaciones. Hay algunos momentos optimistas en los que está de fiesta con amigos, incluido Leonardo DiCaprio; en los que recibe emocionantes mensajes de voz de Mark Wahlberg; experimenta el amor de juventud (con Danny Boy O’Connor, el rapero de House of Pain, o la citada relación con Charlie Sheen, que mantuvo cuando ella tenía 18 años y él 29). También la emoción que sintió al viajar a través de EE UU, una aventura que finalizó con una nueva vida en Nueva York.
“Tuve múltiples experiencias que fueron realmente dolorosas que descubrí a través de las cintas y los diarios. Todavía le estoy dando sentido”, ha contado Frye a Variety respecto a su obra y cómo ha podido sanar sus traumas gracias a trabajar con esas imágenes. En un momento del documental, Frye reproduce el audio de una conversación que tuvo con una amiga en la que pregunta si le pasó algo en un evento porque no bebió, pero se despertó en la puerta sin acordarse de nada. “Tenía un recuerdo de estar en el porche delantero y beber ginger-ale, pero ¿qué había en él realmente? Y en ese momento, no sabíamos qué era el GHB (una droga incolora e inodora)”, explica en Kid 90.
Más tarde, lee de un viejo diario sobre un encuentro sexual que comenzó de manera consensuada, pero cuando cambió de opinión, el chico no paró de inmediato. Ninguno de los hombres en estos casos está identificado. “Solo puedo hablar con mi verdad y mi historia, que se trata de perdonar a la niña pequeña en mí que sentía vergüenza o que no podía compartir, o que sentía que tenía que enterrar todo esto, no sobre el quién o qué”, ha contado después a Variety para justificar la decisión de no dar algunos nombres. “Ha sido un proceso realmente doloroso y, sin embargo, la experiencia más catártica y hermosa de mi vida”, resume la artista.
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