Sharleen Spiteri (Texas): «De alguna manera te vuelves más punk cuando te haces viejo porque todo te da igual»
Sharleen Spiteri lleva más de tres décadas al frente de Texas. Ahora recuerda su álbum de debut y celebra el éxito de su último disco, ‘Hi’.
Como mujer al frente de una banda, Sharleen Spiteri no tenía muchos referentes cuando empezó. Y como mujer al frente de una banda que lleva en activo 30 años, menos. Así que a la escocesa no le ha quedado otra que inventarse su propia manera de madurar en el pop. Texas tiene en marcha una gira que ha llevado a la banda a actuar en la terraza del Auditorio Mar de Vigo y continuará en septiembre con conciertos en Albacete, Barcelona, Madrid, Granada y Valencia. En este tour tocan todo su álbum de debut, Southside, que ha cumplido tres décadas, pero no tienen ninguna necesidad de refugiarse en la nostalgia, porque su último álbum, Hi, les ha devuelto a listas. Spiteri, a quien ni las giras ni sus muchos años en Londres, donde vive con su marido, el chef Bryn Williams, y su hija, Misty Kyd, han borrado su acento de Glasgow, se encuentra más punk que nunca a los 54.
Hi ha sido un éxito. ¿Sabe mejor después de 30 años de carrera?
Oh, Dios, sí. Cuando llevas tanto tiempo es cuando realmente sabes lo difícil que es. Hemos estado girando desde hace meses y el público que tenemos ahora va de los 10 años a los 60. Es alucinante cuando ves a adolescentes que te cuentan que les han traído sus padres y les ha encantado. Puedes ver que de verdad están impresionados con una banda que le gusta a gente mayor que ellos. Hay un elemento ahí que me encanta. Te hace sentir genial, la verdad.
Hubo un momento el año pasado en que se disputaron el número uno en Reino Unido Olivia Rodrigo y Texas. Olivia Rodrigo no era ni un pensamiento en la cabeza de sus padres cuando ustedes formaron la banda…
Para mí, pop significa música popular y cultura popular, no significa que seas joven. Yo también fui joven un día. Mi pasión y mi amor por la música se entienden en el pop, ya sea de la Motown o los Beatles. Siempre pienso cuando escucho un tema nuevo en la radio: ¿Me gusta esta canción o no me gusta esta canción? Formé a una banda porque no quería vivir con reglas. ¿Por qué voy a querer reglas ahora que tengo más de 50 años? Si no, hubiera buscado un trabajo normal. Lo que sí cambia cuando te haces mayor es que sientes más confianza, hay cosas que ganas. Cuando eres joven piensas: “Quiero ser un punk”. En cambio, de mayor te da igual. Solo piensas en hacer lo que te da la gana. Hay una libertad que viene con la edad que es magnífica. De alguna manera te vuelves más punk cuando te haces viejo porque realmente te da igual.
Texas sobrevivió a todas esas categorías rígidas que existían en los noventa y a principios de los dosmil, entre lo indie y lo comercial. Por suerte, la industria las ha enterrado.
La cosa es que nosotros nunca quisimos estar en una pandilla. Eso era como en el colegio. Yo odiaba el colegio. Me daba exactamente igual lo que hicieran los demás. Solo me preocupaba cómo Texas escribía canciones, cómo tocábamos. En realidad, yo no supe de todas esas categorías hasta que fui un poco mayor. Y de todas formas, cuando eres una banda escocesa nadie te incluye en ningún grupito, no es como las bandas inglesas. Desde el día uno tuvimos esa actitud, porque no nos daban el respeto que daban a los demás. Nunca nos preocupó ser cool o trendy. Si puedo escribir una canción en mi vida que la gente recuerde, ya he alcanzado lo que quería. Me siento muy afortunada de haber durado 35 años en esto. No hay muchos grupos que puedan decir lo mismo, y menos grupos liderados por una mujer. Puedes contarlos con los dedos de una mano: The Pretenders, Blondie…
Hábleme de su enamoramiento de la música. Su padre era un marino mercante. ¿Significó eso que tenía acceso a más música cuando era niña?
Desde luego. Mi padre tuvo mucho que ver con mi acceso a la música. Iba hasta San Francisco y traía mucha música. Cuando llegó Fleetwood Mac a la escena, él ya los había visto tocar en directo. Y a mi madre le gustaba también la música americana, le gustaba el jazz y el blues. Ella Fitzgerald, Etta James, Billie Holiday, Marvin Gaye… Tuve una educación musical increíble. Cuando yo empecé a comprar mis propios discos justo salieron Echo and the Bunnymen, The Clash…
Entonces, ¿siempre se vio formando una banda?
Honestamente, nunca.
¿Por qué?, ¿no parecía una opción realista para una chica de Glasgow?
No, no por ser una chica. Jamás tuve ese pensamiento. No parecía realista. Mis abuelos eran inmigrantes. Mi abuelo era de Malta, mi abuela francesa. Mi padre nació y creció en Egipto y no llegó al Reino Unido hasta los 10 años. No crecimos en una casa muy británica. La única regla que funcionaba en mi casa era: “Trata a todo el mundo igual”. No creíamos en el sistema de clases británico. Después, cuando estás tantos años en la escena musical, se vuelve un consejo muy útil.
Usted ha criado a su hija en un entorno que es muy distinto al de su infancia.
Totalmente. A veces vuelvo a casa y me dice: “He pedido esto y aquello”. Yo le digo: “¿Quién te crees que eres? Levántate y ve a buscarlo”. Eso me preocupaba mucho cuando era niña. No le doy todo lo que quiere, ella sabe que tiene que ganar su propio dinero. De momento, no lo está haciendo mal.
¿Comparten gustos musicales?
A mi hija le encantaba el K-Pop. Yo al principio no sabía ni lo que era. Ahora le gusta mucho la música en español, como a mucha gente joven.
¿Rosalía?
Sí, le gusta mucho, como a todos sus amigos.
¿Cuál fue la última música que la volvió loca?
¡Wet Leg! Las canciones son buenísimas y me encantan ellas, son muy cool.
Por cierto, antes ha mencionado a Blondie. ¿Es cierto que Debbie Harry le regaló el vestido que lleva en Parallel Lines?
Sí. Debbie es mi amiga. Una noche vino a cenar y me dijo: “¿Lo quieres?”. Y yo: “¿Cómo?”. Al día siguiente me lo envió. Solo lo he llevado por casa. Si le queda bien a Debbie Harry, no me va a quedar bien a mí, ¿sabes? Pero lo voy a cuidar mucho.
¿Cuál es la relación con su propia música cuando se la encuentra en libertad?, ¿cuando entra a un taxi y de repente suena I Don’t Want a Lover?
Por lo general pienso que suena bastante bien. Como música, me fijo en la producción y demás. Y después no me puedo creer cómo de joven suena mi voz. Es como: “Dios, qué jóvenes éramos”. En el tour con el que vamos de gira a España tocamos casi todo Southside, nuestro primer álbum, de 1989. Fue muy gracioso, cuando lo hicimos por primera vez había canciones que ni recordábamos. Tuvimos que volver a aprendernos las canciones y a veces pensábamos: “¿En qué estaba pensando cuando escribí esa canción?, ¿cómo iba de fumada?”. Pero ha sido genial. En esta gira hay fans de cada disco, pero los jóvenes que no han escuchado Southside se quedan muy sorprendidos.
Los músicos suelen reservar un cariño especial para sus discos que no fueron éxitos instantáneos. No sé si a usted le pasa.
Hay una historia curiosa relacionada con eso que a veces cuento en los directos. Cuando sacamos Southside, la compañía discográfica pasaba de nosotros. No pensaban que Texas iba a ir a ningún sitio. Entonces, I Don’t Want a Lover se convirtió en un éxito y de pronto era como: “Oh, chicos, sois maravillosos, siempre os hemos apoyado”. Yo pensaba que eran unos capullos. Mentirosos de mierda. Cuando llegó la hora de sacar nuestro segundo single, nosotros queríamos que fuera Thrill Has Gone. Ellos no estaban de acuerdo. Lo sacamos igualmente y solo fue como el número 65 en las listas. Pensábamos que ya todo se había acabado para nosotros. Pero al final se convirtió en una de las canciones favoritas de los fans y siempre lo ha sido. Así que nunca está del todo claro qué es un hit y qué no lo es.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.