Quién es Mon Laferte, la cantante del toples protesta en los Grammy Latinos

“En Chile torturan, matan y violan” escrito sobre su pecho desnudo y en su cuello, anudado, el pañuelo verde de la marea latinomericana por la legalización del aborto. El mensaje que la artista chilena Mon Laferte mostró en la alfombra roja de la ceremonia de los Grammy Latinos 2019 se ha viralizado por todo el globo. Horas antes de que su gesto se haya reproducido en las redes, la chilena ya mostró su malestar por acudir a la ceremonia mientras su país vive inmerso en protestas sociales. “Me siento algo ridícula por estar aquí así vestida, cuando en mi país todo arde”, señaló a Elena Reina en El País, un día antes de la ceremonia, pocos minutos antes de subir al escenario en la gala que homenajeaba a Juanes. “Es muy extraño porque yo estaba en Chile ahora, me sumé a un grupo de artistas que iban a tocar a las poblaciones. Y ahí salieron un montón de testimonios de violaciones a los derechos humanos en este tour. Yo pretendo regresar y sumarme”.

Horas después de esas declaraciones, Laferte decidió aprovechar los focos de la alfombra roja para hacer visible e internacionalizar esa protesta que ha interrumpido tras semanas de implicación y lucha en las calles. No es la primera vez que la artista, que actualmente vive en México y volvió a su país después de que su madre le alertase de la escalada de las protestas, se moja con las causas sociales. «Mi cuerpo libre para una patria libre», escribió al poco de la ceremonia desde su cuenta de Instagram, donde ha denunciado que el hashtag con su nombre se ha ocultado en la red social por «denuncias de la comunidad».

Laferte nació en Viña del Mar en 1983 y es la artista chilena más escuchada en Spotify. Con voz de soprano y un estilo ecléctico, la artista despuntó en un programa de telerrealidad chileno (Rojo, Contrafama) y mientras lanzaba sus propios álbumes, fue jurado de Factor X. Este verano ha girado por Europa su quinto álbum, Norma, donde ha ampliado sus sonoridades a un abanico de ritmos latinos, desde sus habituales boleros o rancheras, a otros más nuevos como el tango, el cha cha cha y hasta la rumba flamenca. Anoche se hizo con el grammy latino a mejor música alternativa, pero es una habitual en la ceremonia: consiguió cinco nominaciones por su disco La Trenza (dedicado a cómo su abuela la exhortó a salir de la pobreza desde niña) y lleva ocho nominaciones en tres ediciones.

Los casi dos millones y medio de seguidores en Instagram saben que Laferte es una acérrima activista y que lleva semanas implicada en las protestas de Chile. No deja de compartir información sobre lo acontece en las calles y hasta subió una canción en la que pedía la dimisión del presidente de Chile, Sebastián Piñera. Vegana y defensora de los derechos de los animales, también ha mostrado su activismo por LGTBQI. En octubre de 2011 actuó para el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual en Santiago de Chile. Ese mismo año lanzó su canción Él, del álbum Desechable, como alegato por los derechos homosexuales. También ha apoyado activamente las marchas por la legalización del aborto en toda Latinoamérica.

El año pasado, su activismo feminista fue noticia cuando en la presentación de su álbum La Trenza en México no se cortó en responder a una pregunta sexista. Lo hizo cuando un periodista recurrió al tópico de las mujeres comportándose como hienas en manada si están juntas. «¿Cuál es el secreto para mantener a tus fans cuando se atacan entre ellas?», le preguntó. «Ese comentario es machista», contestó.  “Creo que tienes que informarte más o a lo mejor quitarte algunos prejuicios porque no está bien formulada tu pregunta” y reivindicó su trabajo añadiendo que “mucha gente estuvimos estresados, corriendo, para que después tú preguntes cuál es el secreto para que todas las mujeres te volteen a ver porque ustedes entre mujeres se tiren mierda, o sea, no mames”, dijo. “Yo vengo aquí a hablar de mi música y de mi trabajo, no de pendejadas”, apostilló. Su mensaje en los Grammy, lejos de ser un fenómeno aislado, sigue una lógica personal marcada por un activismo en pro de los derechos humanos.