Meghan Collison: «Comprendo la nostalgia por las décadas pasadas. No puedo culpar a los diseñadores por mirar atrás»
Ella ha entrado en la categoría de icono de la industria con tops como Helena Christensen, Coco Rocha o Freja Beha, sin necesidad de cumplir con el canon clásico.
Parece que Meghan Collison se lo pasa bien. Disfruta, improvisa, deja que las experiencias fluyan. «Vivo al día. Siempre estoy abierta a nuevos desafíos, porque de eso va la vida». Responde a esta entrevista el 2 de febrero, día que cumple 27 años. Se encuentra inmersa en un viaje en coche de Oklahoma a Nuevo México con su mejor amiga, Stephanie Oliver. Casi mil kilómetros de carretera para celebrar la efeméride y descansar de portadas, anuncios y pasarelas. Su última campaña ha sido la de primavera-verano de MSGM, la marca de Massimo Giorgetti. Al diseñador le encanta la música indie y la modelo coquetea con esa escena: en noviembre protagonizó el videoclip de In Conflict, de Owen Pallett, colaborador de Arcade Fire. Como ellos, Collison es canadiense. Nació en Edmonton, capital de la provincia de Alberta, donde descarta volver, porque ya se siente neoyorquina. En la Gran Manzana comenzó su carrera, le gustan sus calles, ir andando a todas partes, su apartamento sin ascensor: «Es mi hogar, creo que es bueno vivir en diferentes ciudades, el cambio me parece fantástico».
Ella lleva cárdigan de macramé (1.475 €) y vestido seda (c. p. v.), todo de Max Mara. Él, vaqueros (345), cinturón de cuero (295 €) y pulseras(995 y 395 €), todo de Saint Laurent by Hedi Slimane.
David Roemer
Su historia es la típica. Llegó a la ciudad de los rascacielos con 18 años, tras ser descubierta en un casting en un centro comercial al que su madre la animó a presentarse. Pero tiene una belleza poco común. Gracias a sus peculiares ojos –grandes, separados, transparentes– y sin necesidad de cumplir con el canon clásico, ha entrado en la categoría de iconos de la industria (reino de tops como Helena Christensen, Coco Rocha o Freja Beha). «Ni en mis sueños más salvajes pensé que llegaría el día en que me convertiría en icono. El secreto radica en ser único. Así es como destacas», subraya. Para ella, las verdaderas musas son las chicas de los sesenta y los setenta, sobre todo Jane Birkin, con quien suelen compararla, aunque no lo vea muy claro: «Creo que solo tenemos en común nuestra debilidad por el flequillo». Define su estilo en el día a día como «mitad girly, mitad casual», siempre con un punto setentero: «Me encanta la ropa vintage, los vestidos y las faldas. El estilo de esa época es estimulante y atemporal». Por eso entiende –y defiende– que su recuerdo sea el leitmotiv de la nueva temporada. «Comprendo la nostalgia por las décadas pasadas, no puedo culpar a los diseñadores por mirar atrás para encontrar referencias».
Ella, bolero de organza y plumas (5.990 €), pantalón (550 €), jersey de malla y lúrex (€ 750 €). Él, chaqueta de ante (2.150 €), jeans (345 €), cinturón (295 €) y pulseras (995 y 395 €), todo de Saint Laurent by Hedi Slimane.
David Roemer
En la banda sonora de su aventura en la carretera conviven grupos de aquellos años («entre mis favoritos están Led Zeppelin, Fleetwood Mac y Neil Young») con otros más actuales («algunos de mis preferidos ahora son The Tragically Hip, Magnolia Electric Co., Ryan Adams y Greenleaf»). «Me gusta lo que me gusta: las tiendas de segunda mano, los anticuarios, viajar, leer e ir a conciertos». Y pintarse la cara. En enero, lanzó una cuenta de Instagram, @meghancollison, para dar rienda suelta a su lado «raro y extraño», mostrando maquillajes en blanco y negro con los que unas veces parece un personaje animado de Tim Burton y otras la novia vampira de una película de serie B: «Necesitaba encontrar una actividad creativa que me gustara, y la pintura facial es muy relajante». En su otra cuenta, @omgitsmeg, retrata su vida: «La utilizo para divertirme y mostrar mi estilo personal. Cuelgo fotos de aventuras, amigos, imágenes inspiradoras y de mi gato». Con esa mascota, Penny, comparte palidez –en el caso de Meghan intencionada, siempre usa protector solar– y ojos cristalinos, una similitud un tanto inquietante. «¿No se supone que la gente se parece a sus animales? Amo a mi gato y tengo amigos que cuidan de él cuando estoy fuera de la ciudad».
Vestido de punto con detalles en cuero (c. p. v.) y botas (c. p. v.), todo de Louis Vuitton.
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Y eso pasa muy a menudo. Desde que Steven Meisel la retrató por primera vez en la portada de Vogue Italia de octubre de 2007, no ha parado de trabajar: ha sido imagen de Mulberry, Acne, Prada, Moncler, Proenza Schouler, Balenciaga… «Estoy muy agradecida por el apoyo y el amor que Steven me ha mostrado. Él cambió mi vida. Hace un par de años, lanzó un puzzle de coleccionista y eligió una foto mía para el diseño, fue un gran honor», recuerda agradecida. Aunque hizo un parón de un año en las pasarelas para estudiar Psicología y Sociología, sabe que lo suyo es la moda: «No tengo planes de volver a la uni… Quiero seguir viendo mundo». Eso es lo que más le gusta de su profesión, tal vez herencia de unos antepasados trotamundos, procedentes de Islandia y Ucrania: «Viajar es una de mis partes preferidas de ser modelo. He ido dos veces a Islandia, uno de los lugares más mágicos del planeta. Perú y Australia también están en mi lista de favoritos». No se cansa de su eterno road trip. Pero ¿de dónde saca la energía? «Mi vicio es, definitivamente, el café. Me encanta y, probablemente, bebo demasiado».
Ella, con vestido de denim de Gucci (c. p. v.). Él, con chaqueta de ante (2.150 €) de Saint Laurent by Hedi Slimane y gorra vintage.
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Ella, vestido de encaje (c. p. v.), top (c. p. v.), culotte de seda (c. p. v.), y cadenita dorada, de Dolce & Gabbana. Él, cazadora de cuero (3.990 €), jeans (345 €), cinturón (295 €) y pulsera (395€), todo de Saint Laurent by Hedi Slimane.
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Ella lleva cárdigan de Emporio Armani (c. p. v.), vaqueros de Gerard Darel (145 €) y plataformas de Steve Madden (110 €). Él, camisa (590 €), jeans (345 €) y cinturón (295 €).
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