La profunda soledad de Miley Cyrus o por qué cada vez más estrellas del pop se niegan a hacer giras
La intérprete del éxito Flowers ha anunciado que no habrá tour mundial de su último disco para disgusto y cólera de sus seguidores. En los últimos meses, otros referentes como Justin Bieber o Shawn Mendes también han decidido renunciar a conciertos multitudinarios por motivos de salud mental, avivando un incipiente debate en la industria.
La indiscutible canción del año deberá seguir siendo escuchada en plataformas, radios o locales varios. Flowers, el tema que ha roto todos los récords de escuchas este 2023 y que ha vuelto a aupar a Miley Cyrus a los primeros puestos de las listas, no podrá ser disfrutado en directo por los fans de la cantante tras su negativa a presentar por todo el mundo su nuevo disco. “Me encanta actuar, especialmente para mi equipo, pero cantar frente a cientos de miles de personas no es realmente lo que más me gusta. No hay conexión. No hay seguridad. Me resulta muy difícil complacer a 100.000 personas simultáneamente. Además, es antinatural. Te sientes aislada porque estás frente a 100.000 personas, pero estás sola”, confesó la artista, que no gira desde 2014, en la edición británica de Vogue. La reacción encendida de sus seguidores obligó después a Cyrus a publicar una nota explicativa en su cuenta de Instagram –“esto no es un desprecio a mis fans, solo que no quiero seguir preparándome en un vestuario”–, aunque la decisión de la intérprete de Wrecking Ball solo es la última gota en el vaso colmado de estrellas de la música que están despidiéndose temporalmente de los escenarios en la cima de su éxito.
Hasta 70 conciertos que debían hacer gritar a decenas de miles de grupis por todo el mundo durante este 2023 y 2024 fueron cancelados por Justin Bieber el pasado febrero, alegando que “la extenuación lo había sobrepasado”. “Me di cuenta de que no estoy capacitado para seguir este ritmo”. Motivos similares expuso el otro rey canadiense del pop, Shawn Mendes, que pospuso todos los conciertos de su tour Wonder por el agotamiento y el estrés que le suponían. “Tras hablarlo con mi equipo y trabajar con un increíble grupo de profesionales de la salud, me he dado cuenta de que necesito tomarme el tiempo que nunca me he tomado personalmente para ubicarme y volver más fuerte”, explicó. Adele hizo lo mismo el pasado año en su residencia de Las Vegas; Zayn Malik, antiguo miembro de One Direction y ahora en solitario, no actúa en directo desde 2017 porque salir al escenario le provocaba “ataques de pánico” y artistas como Selena Gomez o Becky G han relatado sin ningún pudor los efectos negativos que los viajes constantes tienen en su salud. “Circulación sanguínea baja, calambres musculares, deshidratación, ansiedad e inflamación en ciertas áreas. Me di cuenta de que mi espacio mental se volvía cada vez más difícil de controlar”, manifestó la artista de Sin pijama. En España, cantantes como Pastora Soler, Amaia Montero o Mai Meneses de Nena Daconte también decidieron parar sus brillantes carreras tras verse sobrepasadas.
La soledad es uno de los sentimientos sobre el que más han querido confesarse las estrellas, derribando así todo el factor aspiracional, envidiable y glamuroso que rodea al estrellato. Al igual que Miley Cyrus, una Lady Gaga “casada con su soledad” se sinceraba a este respecto durante una llamada al diseñador Brandon Maxwell, en el documental que protagonizó para Netflix: “Estoy sola, Brandon. Todas las noches. Y toda esta gente se irá. Se irán y luego estaré sola. Y pasaré de que me toquen y me hablen todo el día a un silencio total”. Florence Welch, de Florence and the Machine, confesaba que la razón de haber iniciado su carrera como vocalista era “poder beber y salir de fiesta”, y que todo cambió cuando dejó el alcohol. “Al principio la sobriedad era muy solitaria. Fui la primera en dejar de beber de mi entorno y esos dos años fueron muy duros”.
Los premios no compran la felicidad, como demostraba Taylor Swift al preguntarse, justo después de ganar el Grammy al Álbum del año, “si debería tener a alguien a quien poder llamar ahora”. En una entrevista en televisión, Michael Jackson también se refirió a la cárcel de oro en la que vivió el grueso de su vida: “Solía sentarme en la habitación de mi hotel y llorar a solas porque no podía salir al exterior. Había fans en todas partes y helicópteros y prensa…”, evocaba. Sin embargo, el caso de Miley Cyrus resuena con especial intensidad en la industria al erigirse como el ejemplo de artista exprimida sin miramientos desde la más tierna infancia. Como recuerda la tuitera @milesholy en un hilo celebrado por los fans de la cantante, con apenas 14 años ya ofrecía giras con 70 citas en apenas tres meses y ella misma se quejaba de que nadie cuidara de ella: “No les parecía importante dar días de descanso vocal a alguien que daba tanto dinero a una corporación tan grande porque eso significaba pérdida de dinero. No tenía poder de decisión”, explicó.
La progresiva visibilización de la salud mental en todos los aspectos de la sociedad ha alcanzado también los camerinos de las primeras figuras de la industria musical, que ya no dudan en poner freno a su maquinaria millonaria si la espiral autodestructiva amenaza con perjudicar su estado emocional. “Hay un montón de artistas que están empezando y no son conscientes de los peligros que conlleva ir de gira. La salud mental cuando estás en la carretera es algo que siempre se ha dejado de lado hasta que esta generación ha decidido ocuparse de ella. Hemos visto los efectos de esta vida de artista en nuestros antecesores y pienso que nos hemos dado cuenta de que no podemos gestionarlo así, que tenemos que hablar con alguien”, relató el prestigioso músico británico James Blake. Quizá por eso están de moda actualmente esas giras íntimas, acústicas y cercanas, celebradas en aforos pequeños y con los elementos esenciales, y que reivindican hoy desde Pablo Alborán a U2.
Viajes de diez horas por carretera, habitaciones de hotel solitarias, vuelos continuos, horarios incompatibles con el descanso o la vida social, mala alimentación, adicciones, foco mediático… la cara B de una gira está lejos de ser idílica. Además, la crisis en la venta de discos físicos multiplicó el número y la importancia de los directos a la hora de valorar el éxito y la rentabilidad de un artista. Tanto es así que, según un estudio de la fundación Help Musicians UK, el 71% de los músicos consideraba las giras como un problema para su bienestar y el 60% sufría de depresión. En España una encuesta sobre salud mental entre músicos realizada en 2022 por el psicólogo y guitarrista Pau Rodríguez señalaba altísimos índices de ansiedad, estrés y depresión.
Ante la avalancha de este tipo de episodios, la promotora Live Nation –la mayor multinacional de eventos en directo a nivel global– ha adquirido hasta 3000 copias del manual Touring and Mental Health que repartirá desde este mismo mes de mayo en los vestuarios de las salas de conciertos de todo el mundo. Escrito por Tamsin Embleton, psicoterapeuta especializada en la industria musical, el libro pretende ayudar a “todos aquellos que trabajan en la música en vivo a identificar y hacer frente a las diversas dificultades físicas y psicológicas que pueden ocurrir durante o como resultado de una gira”. ¿Seguirá alguno de los mencionados el ejemplo de la reivindicada Kate Bush, que se pasó 35 años sin pisar un escenario?
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