Kirsten Dunst: «En general, a la gente no le gusta que tengas éxito»
Comenzó a actuar con tres años. Desde entonces, Kirsten Dunst también ha sido cantante, musa de artistas y, ahora, embajadora de L’Oréal Professionnel.
Lo que más me gusta de Kirsten es que no se esfuerza por estar guapa, es así por naturaleza». Lo contaba Anthony Turner, el artífice de los looks de la campaña que la actriz protagoniza para L’Oréal Professionnel, en su presentación oficial. «Ella está muy lejos del perfil de superestrella intocable», añade. Su melena rubia, con ondas y desaliñada, se ha convertido en un rasgo que define a la intérprete originaria de Nueva Jersey. «La movilidad de su cabello determina de alguna forma su personalidad: es cool pero con espíritu rock», concluye Turner. Una definición que también podría describir su trayectoria profesional, que ha seducido a intelectuales y artistas como Takashi Murakami y Hedi Slimane.
La actriz nos recibe en la suite del hotel Le Meurice de París, sin publicistas ni relaciones públicas que limiten sus declaraciones, y con una cercanía propia de quien se desenvuelve bien en estos trances. Vestida con un traje negro firmado por Louis Vuitton, Kirsten nos habló de cómo, para ella, la imagen es una herramienta fundamental con la que cargar de realismo la interpretación.
Ha sido nombrada embajadora de L’Oréal Professionnel, pero no es la primera vez que se le asocia a una marca. ¿Encuentra alguna relación entre ejercer de musa de una firma e interpretar un papel?
En realidad, no. Como embajadora siento que puedo ser yo misma, aunque en esta última campaña hay algunas fotos en las que no salgo como realmente soy. Por ejemplo, he tenido que usar espray bronceador, algo que nunca había hecho. Pero en la presentación de la campaña no me pidieron que cambiase mi estilo en absoluto. Quieren que sea yo misma. Incluso utilizo los productos que represento porque realmente me gustan. Los aceites funcionan muy bien en mi cabello poco hidratado porque me tiño mucho.
Además de los cambios dramáticos que le han exigido algunas de las películas en las que ha participado, ¿cómo cree que influye su aspecto en los papeles que interpreta?
Es determinante. El cabello, por ejemplo, es una parte fundamental en la transformación. Puede decir mucho de cómo es un personaje o de lo que le va a suceder. Cuando rodé Melancolía [el filme de Lars von Trier por el que ganó la Palma de Oro a la mejor actriz en 2011] me hice un trasquilón en la melena para que pareciera que la propia protagonista se lo había cortado.
En una ocasión declaró que cuando se tiñó de pelirroja para la saga de Spiderman atraía a un tipo de hombres que eran «más considerados». Pero ¿con qué color se identifica más?
Me gusta el rubio muy claro, lo encuentro más llamativo; por eso llevo mechas.
¿Cuando no está en rodajes, cómo es su rutina diaria de cuidado capilar?
Suelo utilizar aceite hidratante y dejo secar el cabello de forma natural. Otras veces, cuando está húmedo, lo recojo en rollitos y después los deshago, así consigo que se ondule.
Lleva toda la vida dedicada a la interpretación. ¿Le sigue gustando la profesión?
¡Me encanta! No me dedicaría a ello si fuese de otra forma; soy muy mayor para hacer una cosa que no me satisfaga. Además, ha sido algo que siempre he hecho [a los seis años rodó su primera película, Historias de Nueva York de Woody Allen, aunque con solo tres ya había grabado su primer anuncio]. Sí es cierto que, con el paso del tiempo, ha evolucionado hacia algo más enriquecedor.
Kirsten lleva el servicio de ondas perma- nentes Beach Waves de L’Oréal Professionnel.
Matthew Brookes para L’Oréal Professionnel
¿Cuáles son los papeles que más le interesan en estos momentos?
Para mí, aceptar un trabajo depende más de los directores que de cualquier otro factor. No me importa interpretar roles pequeños, siempre y cuando sea con autores a los que admiro.
¿Y sus nombres son?
Soy afortunada, porque recientemente he rodadoMidnight Special con Jeff Nichols, que me encanta. Y ahora voy a trabajar con otros dos maravillosos. Aunque todavía no puedo dar más detalles, pero sé que va a ser algo gratificante.
¿Nos confiesa un realizador con el que le encantaría trabajar?
Quentin Tarantino.
Después de haber participado en más de 50 cintas, ¿hay algún momento que haya sido clave en su carrera?
Melancolía reafirmó un principio que me ha acompañado siempre: que es bueno tomarte tu tiempo para elegir los proyectos que realmente importan. Este filme me dio la oportunidad de convertirme en la líder del reparto y mostrar el lado oscuro de la mujer. Y eso no es lo que la mayoría de las personas quieren ver en el cine. Por eso me sentí muy orgullosa de mí misma cuando me premiaron.
¿Cómo consiguió el papel?
En un principio lo iba a interpretar Penélope Cruz, pero no llegaron a un acuerdo. Así que Paul Thomas Anderson (él y Lars suelen hablar mucho) me recomendó; y Lars directamente me lo ofreció. Por supuesto, acepté. Aunque antes me aseguré de que no sucedían muchas cosas locas en el argumento, porque tengo límites interpretativos. Y desde el principio encajamos genial. Ha sido el mejor momento de mi vida.
¿Qué aprendió durante ese rodaje?
Su método de trabajo es muy libre. Confía mucho en sus actores. De hecho, se podría decir que él mismo es uno más, porque es muy emocional y sensitivo. A veces lo vives como un juego, porque te sigue con la cámara incluso cuando vas a tomarte un té o estás teniendo una conversación. Todo se desarrolla de una forma muy dinámica, no se realizan muchas tomas, simplemente se rueda.
Su primera película de culto, Las vírgenes suicidas, la rodó con Sofia Coppola. ¿Cómo es su relación con ella?
¡Me encanta Sofía! Para empezar, somos amigas. Además, adoro la estética de todos sus filmes, con independencia del tema que traten. Por ejemplo, The Bling Ring es la historia de unas chicas aburridas que repiten un patrón de acciones una y otra vez, pero ella sabe cómo sacarle partido a la trama y hacer que el espectador se sienta parte de ella. Es capaz de crear un entorno único.
Siete años después repitió con ella en María Antonieta, una cinta que tuvo un fuerte impacto en el mundo de la moda (Vogue Usa le dedicó en septiembre de 2006 una portada y un editorial firmado por Annie Leibovitz). Aunque, cuando la presentaron en Cannes, se escucharon abucheos entre el público y la crítica fue muy dura con ella.
Yo nunca lo he tenido fácil en Cannes [ríe]. En realidad, la prensa creó más ruido del que hubo. En uno de los pases, a algunas personas no les gustó la película. No sé qué esperaban, porque Sofia es una chica estadounidense –yo también– y María Antonietaes un filme sobre una reina francesa desarrollado según su estilo. A la prensa no le gustó, pero la mayoría de los asistentes aplaudieron en el estreno. Mi impresión es que la crítica se volvió contra ella porque es una directora y lleva el apellido Coppola. En general, no suele gustar que otros tengan éxito. Es más divertido el chismorreo. Sucede siempre.
Usted tiene muchas conexiones en el mundo de la moda. Las Rodarte y Hedi Slimane forman parte de su círculo. ¿Se ha planteado crear su propia línea alguna vez?
¡No! Me encanta la moda, pero diseñar requiere mucho trabajo. Aunque no me importaría desarrollar una colección cápsula junto a mis amigos Humberto y Carol, directores creativos de Kenzo y fundadores de Opening Ceremony. Sería divertido.
Es una asidua de las primeras filas de los desfiles, ¿los disfruta?
No demasiado. Me encanta la parte artística de losshows, pero para mí acudir a estos eventos significa pasar previamente por sesiones de peluquería, maquillaje, posar ante los fotógrafos… En realidad es casi como una producción. Si lo hago, es para apoyar a los diseñadores que conozco, pero para mí lo maravilloso sería poder ir en vaqueros y camiseta.
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