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“Ojalá fuera menos introvertida”: Jennifer Jason Leigh o por qué la mejor actriz de su generación renunció a ser una estrella

Considerada por críticos y compañeros como la intérprete más infravalorada de Hollywood, la californiana celebra su 60 cumpleaños establecida como gran musa del cine independiente reciente y tras haber rechazado roles icónicos en películas como Pretty Woman o Ghost.

A pesar de cuatro décadas de brillante carrera, Leigh solo ha sido nominada al Oscar en una ocasión.
A pesar de cuatro décadas de brillante carrera, Leigh solo ha sido nominada al Oscar en una ocasión.GETTY (FilmMagic)

Quentin Tarantino dice de ella que es una de las “pocas actrices que le obligan a ir al cine y pagar la entrada”. Meryl Streep, durante la gala de los Oscar de 1995, no quiso esconder su enfado porque la intérprete no estuviera nominada y exclamó entre bambalinas: “¡Jennifer debería estar aquí!”. Tal fue el impacto de su aparición en la meca del cine que la revista Entertaintment Weekly no dudó en denominarla la “Meryl Streep de su generación”, ignorantes aún de que la estelar intérprete se convertiría después en una de sus mayores defensoras. Tras celebrar su 60 cumpleaños el pasado 5 de febrero, Jennifer Jason Leigh puede presumir de contar con uno de los currículos más impresionantes del último medio siglo en Hollywood. Una figura alabada sin objeciones, un talento rifado por los mejores y un carácter imposible de replicar que, sin embargo, no ha conseguido que sus méritos sean reconocidos a nivel mediático. Casi nadie se acordaría de la californiana a la hora de hacer una lista rápida de las cinco o diez actrices definitorias de las últimas décadas, pese a que su inclusión resulta del todo irrebatible. Y lejos de ser este un motivo de disgusto para ella, quizá sea su logro más meritorio.

La californiana fue una de las grandes apariciones de la meca del cine a comienzos de la década de los noventa.
La californiana fue una de las grandes apariciones de la meca del cine a comienzos de la década de los noventa.getty (Getty Images)

Mientras sus compañeras de generación veían crecer sus salarios al mismo ritmo que aumentaban sus cifras de taquilla, los premios en sus vitrinas y la dificultad para andar por calle sin ser reconocidas, Jennifer Jason Leigh sigue haciendo hoy lo mismo que hizo desde un principio: moverse por pura intuición. Su rostro, restringido casi exclusivamente a roles de reparto, supone hoy una insignia de prestigio para cualquier producción que así lo desee, como lo demuestra su trabajo reciente en series como La historia de Lisey o Hunters. La “cruel infrautilización” de uno de los mayores talentos del Hollywood reciente es, sobre todo, decisión de la propia Leigh, que apostó por ser actriz antes que por ser estrella. “Prefiero trabajar en una película que provoque sentimientos muy intensos que en una que haga cien millones de dólares pero que no recuerdes por ser muy parecida a otras”, sostiene la artista natural de Los Ángeles.

Ese compromiso lo refrenda con su filmografía, pudiendo presumir de haber rechazado los papeles protagonistas en éxitos como Ghost o El silencio de los corderos y series del eco mediático de Perdidos o Mujeres Desesperadas. También desechó el rol de Vivian en Pretty Woman que acabaría convirtiendo en un fenómeno global a Julia Roberts. Lo hizo “encantada”, denunciando la romantización de la prostitución presente en el guion: “En el casting sentí que era una película para reclutar prostitutas. Lo habían convertido en una historia de Cenicienta”. En cambio, ella apostó por películas de bajo presupuesto como Mujer blanca soltera busca o Georgia, que bien podrían hoy reivindicadas por la riqueza narrativa de sus personajes protagonistas femeninos.

Leigh interpreta a una cantante punk en ‘Georgia’, escrita por su propia madre y de tintes autobiográficos.
Leigh interpreta a una cantante punk en ‘Georgia’, escrita por su propia madre y de tintes autobiográficos.Cordon Press (©Miramax/courtesy Everett / Eve)

Quizá el haber conocido desde la más tierna infancia el lado oscuro de la meca del cine –creció a solo unos metros de los grandes estudios– pueda explicar su alergia al estrellato. Su madre, Barbara Turner, era como guionista, y su padre, Vic Morrow, una cara muy conocida de la televisión de los sesenta que no vio crecer a sus hijas. Se separaron por los continuos malos tratos del actor a su progenitora, a la que incluso llegó a mandar al hospital cuando Jennifer tenía dos años. Precisamente en el rodaje de la serie The Twilight Zone (En los límites de la realidad), Morrow, junto a otros dos niños actores, falleció en un accidente de helicóptero durante el rodaje de una escena bélica ambientada en Vietnam. La tragedia no abandonaría a Leigh, que en 2016 perdió a su única hermana, Carrie Ann, a causa de su adicción a las drogas. Tenía 58 años. “Fui testigo muchas veces de su comportamiento y desde muy joven supe que no quería algo así. Buena parte de lo que me atrajo de la interpretación fue el tratar de entender a mi hermana. Muchos de los papeles que he interpretado son muy similares a ella… quería saber lo que ella sentía, pero teniendo esa distancia de seguridad”, explicó en una entrevista.

Su continuo desdén por las relaciones públicas no ha afectado su capacidad para conseguir roles complejos y multidimensionales en una industria en la que el papel de la mujer se ha restringido demasiadas veces a ser una mera confirmación para el espectador de que el personaje masculino es heterosexual; pero sí en lo que a las nominaciones y galardones se refiere. Jason Leigh no se ajusta al perfil arribista arquetípico de las colinas de Los Ángeles, incapaz de disimular su timidez crónica y su desapego por las entrevistas o photocalls. En más de 40 años de carrera, la angelina solo se ha dejado ver dos veces por la alfombra roja de los Oscar. “Ojalá fuera menos introvertida. Me encantaría poder pasármelo bien en una fiesta, pero no soy buena en las conversaciones triviales y no las disfruto”, confesó en The Guardian.

Quentin Tarantino recuperó a Leigh para uno de los personajes principales de ‘Los odiosos ocho’.
Quentin Tarantino recuperó a Leigh para uno de los personajes principales de ‘Los odiosos ocho’.EOne (ZUMAPRESS.com / Cordon Press)

Ante la ausencia de estatuillas en su salón, lo que sanciona el estatus de privilegio de Jennifer Jason Leigh en la industria cinematográfica reciente es el predicamento que su figura ha despertado desde que debutara siendo una adolescente. El mismo año en el que su padre perdía la vida, 1982, ella protagonizaba Aquel excitante curso, la película que marcó un antes y un después en su carrera y en la de toda una camada de actores como Sean Penn, Nicolas Cage, Forest Whitaker o su directora Amy Heckerling (Clueless). Después se convirtió en la musa del neo-noir de principios de los 90 y en la obsesión más recurrente del circuito indie, sin importar el paso del tiempo. Jóvenes promesas como Alex Garland (Aniquilación) o los hermanos Safdie (Good Time) han replicado en los últimos tiempos la fascinación que Leigh despertó en Cameron Crowe, David Lynch, los hermanos Coen, David Cronenberg, Charlie Kaufman, Todd Solondz o un Stanley Kubrick a quien dejó tirado por pesado.

Uno de esos cineastas de prestigio, Noah Baumbach, acabó siendo además su marido y padre de su único hijo, Rohmer, llamado así en honor al realizador parisino. No solo fueron pareja entre 2005 y 2010, también formaron tándem creativo en Margot y la boda y Greenberg, película protagonizada por Greta Gerwig, con quien unos meses después el director formalizaría una nueva relación sentimental. A pesar de que Baumbach se empeñó en tildarla de “personal, que no autobiográfica”, tanto su divorcio de Leigh como la batalla por la custodia de su hijo en común inspiraron después el guion de Historia de un matrimonio, el desgarrador filme que contó con Scarlett Johansson y Adam Driver dando vida a una actriz de éxito en Los Ángeles y un director neoyorquino, respectivamente. Los paralelismos empiezan con el mismísimo cartel del filme, en el que se recrea una pose similar a la lucida por la expareja en los Oscar de 2006.

El póster de ‘Historia de un matrimonio’ parece un homenaje a uno de los retratos más conocidos de Leigh y Baumbach.
El póster de ‘Historia de un matrimonio’ parece un homenaje a uno de los retratos más conocidos de Leigh y Baumbach.

La maternidad estuvo a punto de acabar con su carrera: “Cuando tuve a Rohmer los papeles dejaron de llegar. Fue por una combinación de cosas: porque no soy ambiciosa, porque soy mayor y porque fui madre. Sentí que me había despedido de la interpretación de una manera elegante, completamente feliz. Y había hecho las paces con ello”. Gracias a Quentin, y su histórica propensión a rescatar a viejas glorias, unos meses después era nominada por primera vez a los Oscar por Los odiosos ocho. No sabemos si será la última, pero sí que a Jennifer Jason Leigh le da exactamente igual que lo sea.

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