Fotos íntimas, ¿la manera más rápida de hacer carrera en Hollywood?
El CelebGate ha vuelto a sacudir Hollywood con fotos íntimas de sus caras más conocidas pero ¿hasta qué punto puede dañar o encumbrar sus carreras?
Al parecer, según informaba hace años la mismísima CNN, en un museo del erotismo de Hollywood existía un vídeo borroso de una mujer practicando sexo con un hombre en un sofá. Según el museo, era creencia popular –aunque negada por sus herederos– que esa mujer era Marilyn Monroe allá por 1948. De ser esto cierto, la de la californiana sería una de las primeras constancias existentes sobre la filtración de material íntimo de las estrellas hollywoodienses; unas filtraciones que han avanzado desde una borrosa cinta de vídeo a mediados del siglo pasado hasta nítidas fotografías en calidad HD y vídeos en los que se puede apreciar cada una de las imperfecciones físicas de la piel de sus famosos protagonistas –si es que las tuvieran-– en la actualidad.
Sin embargo, la calidad de estas fugas de material gráfico de índole privada no es lo único que ha cambiado a lo largo de los años. La reciente aparición en tropel de fotografías íntimas de una ristra de actrices americanas y británicas en el foro /b de la página 4chan.org ha vuelto a poner el fenómeno en boca de todos y, al margen de los protagonistas, publicistas y representantes que estarán pasando, sin lugar a dudas, por unos de los momentos más oscuros y desesperantes de sus trayectorias profesionales; todos nos preguntamos “y ahora ¿qué?”.
Las consecuencias sociales y profesionales de tal invasión a la intimidad son difíciles de calcular en caliente, aunque recientes casos como el de Scarlett Johansson nos han demostrado que, en la era de internet, este tipo de escándalos duran en el currículum de la víctima no mucho más de lo que tarde otra en caer en la trampa… si ella desea que así sea. Porque en Hollywood, el centro de la tierra de las oportunidades, una vicisitud de este calibre puede suponer también una oportunidad para relanzar una carrera que, hasta el momento, no había dado tantas alegrías como se esperaba.
En 2003 una joven Paris Hilton presumía de ser conocida como la capitana de las it-girls neoyorquinas; el ser bisnieta del magnate Conrad Hilton le había proporcionado un cierto estatus y notoriedad entre la sociedad estadounidense que le permitían ejercer como modelo o hacer cameos en producciones cinematográficas. Sin embargo, el boom internacional no le llegaría a la heredera del imperio Hilton hasta finales de ese año, cuando su sex tape con su entonces novio, Rick Salomon, se extendió por todo el mundo. A partir de ahí, la historia es bien conocida por todos; la fama de Paris la llevó a protagonizar su propio reality (compartido con Nicole Richie) y a comenzar una carrera que la convertiría en su propia marca y que a día de hoy factura más de 10 millones de dólares anuales.
Después de su sex tape, llegó un reality de televisión.
Getty
Algo parecido le ocurriría posteriormente a su amiga Kim Kardashian. Hija de un abogado estadounidense que saltó a la fama tras defender a O.J. Simpson en su juicio por asesinato, Kim no dio el salto a la fama hasta 2007, cuando la filtración de una sex tape junto a su novio Ray J la convertirían en el centro de todas las miradas. La cinta fue distribuida por el gigante de la pornografía Vivid Enternainment y, además de los 5 millones de dólares que recibió de la misma, Kim obtuvo de este desgraciado hecho un reconocimiento social que la llevaría a protagonizar ese mismo años junto a toda su familia Keeping up with the Kardashians para el canal norteamericano E! y a hacerse con una portada de la revista Playboy. Desde entonces, Kim ha aprovechado esa fama ganada a base de sex tape para convertirse en una exitosa empresaria y socialité que ha conseguido ganarse a la mismísima Anna Wintour y acabar protagonizando una portada de Vogue USA.
Pero no todas las implicadas en filtraciones de sex tapes y fotos íntimas han utilizado su éxito momentáneo de manera tan sutil. Si miramos a la trayectoria de la ya citada Vivid Entertainment podemos encontrar otros casos en los que lo casual de las filtraciones queda algo en entredicho. Mimi Faust, estrella del reality Love & Hip Hop del canal VH1 sufrió un robo en su equipaje durante un vuelo que acabó con una sex tape junto a su novio Nikko Smith en manos de Vivid Entertainment, que ofreció a Mimi y Nikko dos opciones: o bien la cinta se recorría el mundo mientras ellos no veían ni un dólar, o bien se aliaban con Vivid para su lanzamiento y sacaban tajada del asunto. La decisión era lógica.
También con el sello de Vivid Entertainment está detrás de la sex tape de Farrah Abraham. La joven protagonista del reality ‘Teen Mom’ de MTV apareció en las publicaciones del corazón cuando, después de que su programa fuera cancelado, fuera vista en las inmediaciones de Vivid con el actor porno James Deen. Por supuesto, y pese a los desmentidos de la protagonista, la sex tape no tardaría en llegar y aunque si bien no le proporcionó a Farrah la fama que anhelaba, se estima que su cuenta bancaria aumentó un millón de dólares por esa fecha.
Así, desde un Rob Lowe que admite a día de hoy que su sex tape con dos jovencitas en 1989 fue “lo mejor que le pudo pasar en la vida” por haberle obligado a tomar conciencia de su problema con la bebida hasta una Kate Moss que salió tremendamente fortalecida de la filtración de una fotografías en las que se la veía consumiendo cocaína en 2005, la historia demuestra que todo en la vida de las celebrities depende de una simple cuestión de enfoque.
Rob Lowe (en el centro de la foto) aseguró que la sex tape tuvo un efecto positivo.
Cordon Press
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.