«Me gustaría que el torero José Tomás tuviese uno de mis cuadros en su salón»
Ernesto Alterio es todoterreno. Actúa, baila y también pinta. Entrevistamos al polifacético actor con motivo de su nueva exposicón en Madrid, ‘Alter-yo’.
Ernesto Alterio (Buenos Aires, 1970) no contesta a la ligera. Reflexiona cada pregunta, la mastica y la saborea antes de tirarse a la piscina. Podría parecer, por su aspecto algo bohemio –acude a la entrevista combinando camiseta de manga corta con tirantes y zapatillas de deporte– que es un tipo lanzado. Pero lo cierto es que mide sus respuestas incluso ante cuestiones que podrían parecer superfluas. Se toma en serio lo que dice y lo que hace. Su última aventura, bautizada como Alter-yo (un juego de palabras con su apellido de raíces italianas con el que también se ha bautizado en las redes sociales), da cuenta de ello y muestra su faceta más desconocida: la de pintor.
En la madrileña galería de arte LKH, el actor todoterreno nos recibe junto al artista Raúl Herrera, con quien comparte exposición (disponible gasta el 27 de junio). La estética de la obra de ambos pintores se acerca y se confunde, haciéndose difícil distinguir quién de los dos es el autor de cada cual. Alterio se apresura a explicar: “Este de aquí es mío, está creado a partir de sobres de correo y me representa a mí junto a personajes como David Bowie o Marilyn Monroe, que forman parte de mi imaginario personal”. El resto de la pequeña muestra incluye un tríptico en el que Ernesto Alterio se autorepresenta como hombre con dos cabezas y varios cuadros que simbolizan a “extraños curas y monjas. Hubo una época, cuando se descubrieron tantos casos de pederastia en la Iglesia que me dio por hacer este tipo de dibujos”.
En el centro de la sala, rodeados por el ecléctico colorido de las obras, trascurre nuestra conversación. A ratos aflora su lado más argentino y seductor. Es ducho en el arte de posar ante la cámara con su pelo un poco despeinado y su barba de varios días. Por lo demás, Alterio es un hombre reflexivo al que no parece fácil pillar en un renuncio. Quizá tenga miedo a copar titulares por algo distinto a su trabajo.
Llevas pintando muchos años pero hasta ahora era una faceta tuya bastante desconocida. ¿Qué te ha animado a exponer?
Llevo pintando desde siempre. Soy autodidacta y durante años he experimentado con la pintura, pero fue en 2010 cuando abrí mi estudio y empecé a investigar más intensamente. A partir de ese momento me tracé un plan a cinco años vista y se ha cumplido de forma natural. He ido dando a conocer lo que hacía y me han ido evitando a exponer. Para mí cada cuadro es un proceso largo, casi permanente. Hasta que no me lo quitan de las manos no lo doy por acabado. Nunca sé cuando parar y a veces me da por ir añadiendo nuevos elementos.
¿De qué hablan tus pinturas?
Del mundo de los actores, son una invitación al juego y a explorar las múltiples caras que todos tenemos. Creo que también tienen algo de búsqueda de una identidad, de terminar de completar algo que siento que está incompleto. Pintar me da mucho placer y es algo que incorporo como una actividad diaria. Me encanta mi trabajo como actor pero es cierto que el resultado depende de muchas personas. Aquí estoy yo solo frente a la obra y soy dueño de lo que genero. Eso me gusta.
¿Cuáles son tus influencias?
Soy muy ecléctico en mis gustos y referencias. Me quedo con Picasso, Miquel Barceló, Lucian Freud y Basquiat.
Un pintor famoso que te dé rabia.
No sé, no sabría decirte. Al igual que tampoco sabría decirte un actor que me dé rabia. Me gusta que la gente haga cosas y que cada uno tenga su sitio.
Venga, alguno que creas que está sobrevalorado. Mójate.
No, no –responde contundente–.
Otros personajes públicos como George Bush han recibido críticas después de estrenarse como pintores. ¿Te da miedo que te pase lo mismo?
No, la verdad. Lo hago de una manera honesta. Me gusta experimentar, me veo como un explorador y me encanta investigar nuevos territorios. Soy un hombre muy curioso con ganas de probar cosas y compartirlas.
Jordi Mollá, compañero tuyo de profesión, también tiene una faceta como pintor e incluso llegó a venderle cuadros a Johnny Deep. ¿Qué personaje famoso te gustaría que tuviese un cuadro tuyo en su salón?
¿A quién elegiría?, ¿quién podría ser?… (Alterio se toma su tiempo, duda y los segundos pasan en silencio). “A alguno de los que tienes aquí”, intenta ayudarle su compañero Raúl Herrera señalando el cuadro de Bowie y Marylin. “Sí, lo que pasa que todos ellos han fallecido ya”, contesta Alterio –sigue pensando más tiempo y no consigue dar con la respuesta, como si algo le frenase a decir un nombre–. “¿Podemos dejar esta para el final?”, ríe.
¿Qué crees que es más complicado, vivir de la interpretación o de la pintura?
Las dos. Elegir un camino en el arte a día de hoy y en España es una aventura tremenda. Tienes que tener una pasión muy fuerte que te sostenga en un sendero lleno de dificultades. En mi caso tengo una carrera más larga como actor que lo hace un poco más sencillo pero quien emprende ese camino hoy tiene que encomendarse a un milagro y tener una pasión a prueba de balas.
Alguna vez has dicho que te da un poco de vergüenza que tu padre –el actor Hector Alterio– te vea actuar. ¿También te cuesta enseñarle tus cuadros?
Bueno quizá me daba un poco de vergüenza al principio. Pero es verdad que impone cuando la familia te ve actuar. Sin embargo, con la pintura ellos han sido los primeros espectadores de lo que he hecho y me han animado. Aunque también han sido muy críticos.
Actúas, tocas el piano, bailas, pintas… ¿alguna otra faceta artística confesable?
Me gusta mucho cocinar. Pero siento que todo lo que hago está muy relacionado. Utilizo casi las mismas herramientas para ponerme ante un texto que para pintar.
¿Tienes miedo a que abarcando tanto no te tomen en serio?
No sé, eso es algo de cada uno. Depende más de cómo te lo tomes tú mismo.
Verónica Echegui dijo en una entrevista a S Moda que en una ocasión le aconsejaste: “De las 200 películas que he hecho, solo 20 eran buenas; el resto, trabajo, solo trabajo”. ¿Qué hay de los cuadros?
¿Yo he dicho eso? (ríe) No lo recuerdo. Bueno, hay que pintar mucho para que salga algo que merezca la pena. Pero es distinto porque para que una película sea buena se tienen que dar infinitos factores, no depende solo de uno, eres una pieza más. En cualquier caso hay que pintar mucho. En la exposición ves tres cuadros pero igual puedo llegar a tener cerca de cien.
¿Somos creativos en España?
Yo creo que sí y toda esta situación nos está impulsando a serlo más, buscando soluciones a caminos que estaban trabados o agotados. España es un país muy creativo con una tradición maravillosa que influye en esa creatividad.
Si tuvieras que elegir un pintor famoso para que retrate la realidad española que vivimos, ¿cuál sería?
(Risas). Haría una obra conjunta entre Goya, Dalí y El Roto. Elegiría a Dalí por sus representaciones de la humanidad, que nos pueden arrojar luz acerca de lo que somos y las partes mas oscuras de nuestro ser. A Goya porque me gusta como representa al pueblo y a la gente más humilde, y El Roto por su capacidad de síntesis.
¿Cómo te imaginas el cuadro?
Intrigante y lleno de nuevas preguntas. De interrogantes que nos ayuden a caminar a un lugar diferente.
¿Qué papel tendría en ese camino el nuevo gobierno?
Lo primero que deberían hacer es volver a poner el Ministerio de Cultura. La riqueza cultural de este país merece ser cuidada y potenciada, tanto por las nuevas generaciones como de cara al exterior. Y, por supuesto, que quiten el IVA que tanto daño ha hecho.
Terminamos con una cita de Juana Acosta, tu mujer, que nos confesó acerca de ti en una entrevista: “Él tiene un gusto innato. Siempre le ha atraído la moda, le divierte. Y tiene un punto extravagante que hasta a mí me sorprende. No se corta, es muy arriesgado”. ¿También mantienes una relación artística con la moda?
(Sonríe al escuchar la frase de su esposa). No sigo las tendencias pero sí elijo lo que me pongo según la ocasión y es cierto que mis elecciones me influyen en mi estado de ánimo. Disfruto mucho con las telas, me da mucho placer un buen tejido o algo que esté bien hecho.
No eres de esos a los que visten sus mujeres.
Juana me hace sus regalos y, por supuesto, le consulto y le hago caso. Pero no, no me elige la ropa.
Un momento, no me has contestado a qué personaje famoso te gustaría que tuviese un cuadro tuyo en su salón.
José Tomás, el torero, porque lo admiro muchísimo (esta vez se piensa poco la respuesta). Tampoco es que lo haya visto mucho torear pero hay algo en él que me produce mucha fascinación.
¿Eres taurino?
No diría tanto como taurino no pero tampoco soy antitaurino.
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