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Elsa Pataky: «No me he hecho retoques tras el embarazo»

Pataky vuelve a su casa, España, para estrenar su primer papel protagonista en un fashion film, Dark Seduction de Women’secret. Pero asegura que su verdadero hogar está allí donde habita su familia.

Elsa Pataki
María Ovelar y Chabela García (Realización)

Habla bajito, casi en un susurro. Se amolda a las órdenes del fotógrafo. Y se deja hacer. Elsa Pataky no encaja en el rol de diva. Si no fuera por la decena de periodistas que se agolpa a las puertas del palacete donde tiene lugar esta entrevista, costaría verla como una famosa. La española ha venido a Madrid a rodar y promocionar un fashion film para Women’secret, la firma de la que es embajadora. «Este formato es una gran idea: el público accede cada vez más al ocio a través de Internet y estos cortos de moda se difunden online. Además, es un género que permite condensar el talento en unos pocos minutos», razona.

También es una plataforma de promoción. En Dark Seduction, la actriz, de 38 años, exhibe la lencería de la colección Limited Edition (a la venta desde el 6 de noviembre) que la marca del grupo Cortefiel ha creado enfocada a las compras navideñas. Los detalles y el contenido de la cinta se desvelarán el día de la premier, el próximo 6 de noviembre. Habida cuenta de los encajes, satenes y pedrería de la ropa interior que luce, cabe suponer que el tono será seductor. «La mirada de Paula [Ortiz, directora del filme] es muy intensa. Estoy encantada con que la realizadora sea mujer; además, tiene mucha sensibilidad». Ortiz, por cierto, fue candidata al Goya a mejor directora novel en 2012 por De tu ventana a la mía.

No tiene muchos más proyectos pendientes de estreno. Aunque el siguiente sea un peso pesado: la taquillera y hollywoodiense Fast and Furious 7 (sin fecha en España), otra entrega de la franquicia sobre bólidos. Paul Walker, el protagonista, murió a finales de 2013 en un accidente con su Porsche. «Sucedió en pleno rodaje. Fue un shock para mí y para todo el equipo». Sobre su respiro laboral, argumenta: «Recibo guiones, pero no los acepto. He decido centrarme en mi familia. Es un momento especial; mis hijos son muy pequeños. Poder estar a su lado 24 horas al día es un sueño. La mayoría no puede permitirse ese lujo. Yo he trabajado mucho, pero ahora estoy en otro punto de mi vida». ¿Volverá a escena? «Lo haré y me las apañaré para conciliar. Me apetece hacer teatro, por ejemplo, pero es un género muy exigente, requiere compromiso y no permite viajar demasiado».

Ahora la llaman «la mujer de». «No me importa. Los roles se han invertido. Antes de que Chris [Hemsworth] se convirtiera en un intérprete de éxito, él era “el novio de”. Ahora él está en la cúspide y yo le apoyo: me siento orgullosa de ser su esposa».

Chaqueta de lana bordada de Blumarine, body de la colección Limited Edition de Women’secret y sortija Panthère de Cartier.

Gorka Postigo

El australiano es un nuevo Clark Gable. Fue uno de los actores más taquilleros de 2013 gracias a Thor, que recaudó unos 500 millones de dólares (392,7 millones de euros), según la revista Forbes. Además, el intérprete de Los vengadores y Rush ha fichado por la agencia CAA, la misma de Cate Blanchett y George Clooney, célebre por lograr los mejores sueldos del mercado. La familia Hemsworth no escatima: el pasado noviembre adquirió la mansión de Paul Hogan (Cocodrilo Dundee), un impresionante complejo con jardines, cuatro suites y una casa para invitados en Malibú. En estos momentos viven a caballo entre Los Ángeles y Londres.

Una búsqueda de sus nombres en Google se salda con resultados sensacionalistas. «Pataky y Hemsworth hacen deporte en un parque». «Pataky recoge a los niños en la guardería». «La pareja pasa un día en el campo». ¿Es más indiscreta la prensa amarilla londinense que la española? «No. Es igual en todas partes: los paparazis son lo peor; pueden ser muy agresivos».

Siempre de moda. Los gestos de Elsa han llegado a inspirar a la blogosfera y hasta varias famosas le han copiado la pose. La actriz ya forma parte del acervo del siglo XXI. Dejarse fotografiar con la espalda al descubierto y girando la cabeza lleva su nombre: a ese ademán se le ha bautizado «hacerse un Pataky». «No esperaba que se convirtiera en un fenómeno, pero… ¡me divierte que así haya sido!», confiesa.

Menos gracia le hace su papel como it girl: el pasado marzo Fashion Police, un programa televisivo estadounidense sobre moda, se burló de la intérprete. No aprobó el vestido de Elie Saab con el que acudió a los Oscar; le hacía «una barriga muy cervecera». Pataky estaba entonces embarazada de sus mellizos, Tristán y Sasha (hoy de siete meses; la actriz también tiene una hija, India, de dos años). «Los tertulianos no saben el daño que hacen, cómo nos afecta. Su discurso es a veces denigrante», argumenta. Y añade: «El análisis va más allá de la alfombra roja, un contexto de glamour donde los comentarios están justificados porque los famosos nos vestimos para los eventos. No soy una entendida ni una fashionista que cuelga sus estilismos en Instagram. No es agradable que te juzguen a diario. Y tampoco es mi obligación ir siempre perfecta». Se ha convertido, eso sí, en embajadora del prêt-à porter español. «Eso sí, consumo mucha moda. Me gusta combinar ese tipo de prendas con firmas de alta gama. Mis diseñadores favoritos son Elie Saab, Giorgio Armani y Pucci». Y añade: «Es un mundo que está muy unido al cine. Nos retroalimentamos. La ropa le gusta a todas las personas. Es fascinante. Cuando ves las tendencias, es difícil sustraerse a ellas. Además, sentirse bien va a unido a verse guapo, a crear tu propio estilo».

Su estética no es la única que se examina, también su cuerpo. En marzo presentó Intensidad Max (La esfera de los libros), un manual de puesta a punto en 90 días escrito junto con Fernando Sartorius, su entrenador personal. Pocos periodistas se dejaron en el tintero una pregunta sobre el mommy makeover, un compendio de intervenciones de cirugía estética popularizado por famosas que acaban de dar a luz. «No sabía que existía. No me he retocado después del parto. Eso sí, nunca dejé de ir al gimnasio. El cuerpo tiene memoria y yo ni me hinché».

Vestido de seda de Etro y sujetador con detalles de lúrex de la colección Limited Edition de Women’secret.

Gorka Postigo

Lo de cuidarse le viene de lejos. «Empecé con 16 años, mi padre era muy deportista y practicábamos windsurf. Esta profesión obliga a vigilar la dieta, porque vivimos de la imagen». Comida orgánica, un vaso de agua con limón en ayunas, batidos, yoga, meditación… ¿Una obsesa de la salud? «Siempre me he informado sobre el origen de los alimentos, porque me parece lógico, pero eso no significa que no me permita caprichos… Como contamos en el libro, existe el cheating day, un día a la semana en el que se pueden hacer trampas, comer postres, ¡lo que se antoje!».

A la actriz, el corte de pelo a lo chico le resta años. También los abdominales, las piernas torneadas y los pechos antigravedad. No aparenta 38 años. Ni en las distancias cortas ni en las fotos junto a su marido, siete años menor. «No me da miedo envejecer. Al contrario. Los años suman arrugas, pero también experiencia. Y perspectiva. Hoy mis prioridades son otras, menos frívolas. Los hombres saben apreciar esa calma y sabiduría interior». ¿No le parece injusto que no exista un equivalente femenino al canon de hombre canoso y atractivo? «Sí, es machista. Y en mi profesión se nota: nosotras dejamos de trabajar antes que ellos».

Muy familiar. Pataky está muy unida a su madre, Cristina, quien se mudó con el matrimonio a Los Ángeles hace un año. «La familia es lo primero, nos gusta estar juntos». Su progenitora es rumana; aparte de ese idioma, la protagonista de Ninette (2005, José Luis Garci) habla inglés e italiano. Su casa, efectivamente, es una Torre de Babel. «Chris habla en inglés y yo en castellano».

Desconfía de las redes sociales, del espíritu exhibicionista que promueven. «Es un arma de doble filo. La privacidad es hoy colectiva y las amistades pueden ser falsas. Además, los niños pasan demasiado tiempo pegados al móvil, en vez de disfrutar del aire libre. Me gustaría enseñar a los míos a no obsesionarse con la tecnología. Chris y yo pondremos límites».

Chaqueta y falda, ambas de Blumarine; sujetador de la colección Limited Edition de Women’secret

Gorka Postigo

Sin duda, le preocupa el futuro de su descendencia: «Nosotros éramos más inocentes. Hoy las chicas quieren ser mujeres muy pronto. Y eso asusta. Me encantaría estar con mis hijos en el campo, que no se enteraran de lo que sucede en las ciudades, protegerles. El otro día me crucé con unas niñas de 12 años supermaquilladas; crías jugando a ser maduras. El acceso a los videoclips, a los tutoriales de maquillaje y estilismo es muy fácil. Y por eso terminan saltándose fases en su crecimiento».

Desde su aparición en 1997 en Al salir de clase, la mítica serie de Telecinco, no ha parado de posar ni de contestar a cuestionarios. Conoce el oficio al dedillo. No derrapa. Es cortés, comedida e íntima. Cuando su asistente se acerca con el fin de desenredarle el cabello –la entrevista acontece justo después de la sesión de fotos–, la actriz la detiene. «Ya lo hago yo. Vete mejor a casa, seguro que te espera tu niño». Ya nos habían avisado antes del encuentro, es de trato fácil. También lo es en cuanto a cambios de look. «Me gusta variar de peinado y de tinte, si no me aburro. He pasado por todos los colores posibles. Hacía tiempo que quería cortármelo. A mi marido le encanta, y es muy práctico si eres madre: los niños no paran de tirarte del pelo».

No ha participado en una cinta cien por cien española desde Didi Hollywood (2010), el último filme de Bigas Luna y un fracaso en la taquilla –la vieron unos 110.000 espectadores– y de crítica. «Echo de menos España, mis amigos, tapear. Aquí sabemos divertirnos, somos alegres y buena gente. Nuestra reputación es mejor que hace unos años, lo de los toros es un estereotipo anticuado». Pero el cliché racial persiste: «Sí, así es; aún creen que somos todos morenos y de ojos marrones».

Ha oído hablar de la alta recaudación de películas como Ocho apellidos vascos o El niño. «Me es difícil valorar. Todo lo veo desde lejos. Pero siempre digo lo mismo: al final lo que cuenta es el talento, y aquí hay mucho. El problema es que acaba exiliándose».

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