Christina Ricci: «En Hollywood te critican si no llevas tacones»
La niña de La familia Adams ha superado su etapa gótica y se ha convertido en el cándido rostro protagonista de Pan-Am.
Lo ha superado todo. Su transición de niña prodigio a actriz reputada y hasta su lucha contra la anorexia y la depresión. Christina Ricci se acerca a su 32 cumpleaños volando bien alto, al frente de la serie Pan-Am, respetada por la crítica y por el mundo de la moda. Pero mantiene los pies en el suelo, pisando fuerte. Tanto, que nos confiesa que llevaría siempre las botas planas de Yves Saint Laurent que luce hoy para esta entrevista. Nada de tacón. Bajo el rostro de porcelana de Ricci se esconde un alma libre.
Si pudiera coger un avión ahora mismo, volaría rumbo a…
Mi destino sería Belice. Tengo ganas de explorar sus cuevas submarinas. También quiero visitar Vietnam, Marruecos, África y Barcelona. He oído que es una de las ciudades más bellas del mundo. Me gusta ir a lugares diferentes que no conozco; si no, ¿qué sentido tiene viajar?
Imprescindibles en su maleta.
Nunca cargo más de lo que necesito. Me gusta viajar ligera de equipaje. Mi pasaporte siempre en el bolso y mi perra, Karen, a mi lado.
¿Cómo se le dan los idiomas?
Mal. Hablo un poco de francés. Poco. Pero aprendo a decir «perdone» en el idioma local y sonrío mucho cuando tengo que pedir disculpas.
¿La reconocen ahora las azafatas?
En general la gente no me identifica a simple vista. El otro día me senté al lado de la humorista Amy Poehler durante un vuelo. Las dos nos reconocimos y bromeamos por nuestra estatura, lo que facilita, por ejemplo, el momento de salir del asiento para ir al baño en el avión. Nadie tiene que pasarte por encima.
Entonces, ¿se siente cómoda con su altura? ¿No usa habitualmente tacones?
A decir verdad, los dejo en casa siempre que puedo. Me encanta caminar con zapatos planos, incluso cuando me pongo vestidos, aunque si hay algo por lo que te critican en Hollywood es por no llevar tacón y mantener una altura adecuada. Así que intento hacerle caso a mi estilista. He de confesar que me gusta la moda: Emilio Pucci, Chanel, Givenchy, Marc Jacobs y Louis Vuitton son mis preferidos.
¿Se identifica con el estilo retro de Pan-Am?
Sí, me gusta el vintage. Además, los años 60 fueron un periodo fascinante y lleno de optimismo, en el que tuvieron lugar muchos cambios, especialmente para las mujeres. De ahí, el factor nostalgia y la fascinación por esa era. Pero he de confesar que soy incapaz de vestirme sola para el rodaje: necesito que alguien me ayude a ponerme esas fajas. Tampoco me acostumbro a los sostenes en punta y a los ligueros.
¿Es un poco más mañosa en su vida cotidiana?
Sí, claro, ahí no necesito a nadie… Quizá a la hora de peinarme, pero con el maquillaje me las apaño muy bien yo sola.
¿Un consejo de belleza? Ponte en manos de un buen profesional (risas).
Ha vencido la anorexia, pero sigue delgada.
Debe de ser porque cada vez me parezco más a mi madre, que es muy menuda. Hago ejercicio unas tres veces por semana, pero desde que comencé la serie no me queda mucho tiempo libre. En cuanto a la comida, no tengo la sensación de hacer una dieta muy estricta.
¿Qué recuerda de su época en La familia Adams?
Fue una de las mejores experiencias de mi vida. ¡Imagínate vivir algo así de niña! No podía ser más feliz. Hoy en día, aún me sorprende tener esta larga trayectoria profesional.
Muy variada: de niña gótica a adolescente torturada y, ahora, una sonriente azafata.
Me encanta la idea de haber hecho cosas tan diferentes. A medida que me hacía mayor, las ofertas fueron madurando conmigo. La televisión es un medio que siempre me ha interesado. Se trabajan muchas horas, pero soy adicta al trabajo.
Pero tendrá algo de tiempo libre… ¿en qué lo ocupa?
Veo la televisión. Me encantan House y Boardwalk Empire. Pero, sobre todo, los realities como America’s Next Top Model o Deadliest Catch. Soy una fanática de este show de pescadores. Si no puedo dormir, pienso que estoy en un bote de pesca. No me preguntes por qué. Soy así.
¿No tiene tiempo para cultivar el amor?
Bueno, el matrimonio no es una meta para mí. Sería bueno que sucediera, pero no busco pareja.
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